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Dr. Rogelio Altisent: «Las emociones según Munch»

Al hilo de las impresiones sobre la exposición del artista noruego Munch, en el museo Thyssen-Bornemisza sobre las emociones en sus pinturas, el Dr. Altisent opina en este artículo sobre ciertas carencias en la formación del médco relativas a la visión de conjunto del ser humano en sus dimensiones psicológica, espiritual y comunitaria, que emergen junto a lo corporal en todo lo que acontece alrededor de la salud y la enfermedad

 

 
Dr. Rogelio Altisent, responsable de la cátedra de profesionalismo y ética clínica de la Universidad de Zaragoza. Artículo publicado en Diario Médico
 
Acabo de regresar de Madrid donde he tenido la fortuna de visitar la exposición de Eduard Munch en el Museo Thyssen-Bornemisza. Más allá de los valores artísticos académicos del artista noruego, sobradamente reconocidos, me ha impactado la exploración que Munch hace de las emociones en sus pinturas.
 
Su obra más universalmente conocida es El grito, una litografía que publicó en una revista el año 1895, que tiene un significado autobiográfico, reflejando un paseo en Oslo: «Estaba caminando con dos amigos. Luego el sol se puso. De repente el cielo se volvió rojo como la sangre y sentí algo como el toque de la melancolía… Sentí como si un gran grito infinito atravesara la naturaleza». El propio Munch es el personaje de rostro cadavérico, paralizado con una mueca de terror, que se tapa los oídos, y lanza su mirada perdida, como una llamada de socorro al espectador, expresando una incomunicación aterradora.
 
Vitalismo, melancolía, celos, consolación, agonía, pánico, soledad, muerte, pasión, amor, posesión, nocturnidad, colorismo. Así se puede describir su obra que, con razón, se ha considerado como un canon del Expresionismo, donde el pintor considera que la realidad hay que experimentarla desde el interior más profundo, utilizando la agresividad del trazo y la deformidad del color para expresar la emoción.
 
Los profesionales de la medicina debemos entender al paciente para ayudarle a cultivar su salud. Para ello la aportación de las humanidades es una necesidad. En la formación del médico clínico se han acentuado en exceso, en mi opinión, las posibilidades del conocimiento empírico, perdiendo la visión de conjunto del ser humano en sus dimensiones psicológica, espiritual y comunitaria, que emergen junto a lo corporal en todo lo que acontece alrededor de la salud y la enfermedad. El médico, como científico, se siente muy seguro manipulando magnitudes en un ensayo controlado, pero son evidentes las realidades humanas (valores, proyecto vital, amor, libertad, decepción, agradecimiento, etc.) que no se dejan atrapar en las redes del método experimental. Estas realidades no biológicas, sin embargo, son decisivas en la modulación de la relación clínica. De ahí la necesidad de la formación humanística, donde la ética tiene un lugar especialmente significativo.
 
El arte nos ayuda a comprender al ser humano. Cito a Munch: «En mi arte he intentado explicarme la vida y su sentido, también he pretendido ayudar a los demás a entender su propia vida». Al detenerme frente a sus cuadros pensaba en las veces que, por falta de atención, quizá dejé de percibir lo que el paciente quería expresarme, y prometí cambiar. Aconsejo visitar la exposición con audio-guía. Ocupa una hora aproximadamente, pero hay cola para las entradas. Atención: termina el 17 de enero de 2016.
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