lunes, mayo 20, 2024

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Los médicos precisan más herramientas para enfrentarse a situaciones en las que no es posible curar al paciente

Los profesionales sanitarios a menudo reconocen que no se sienten bien formados en las áreas de dar las malas noticias, de la evaluación de pronóstico, de la gestión de control síntomas o en la ayuda a los pacientes en la toma de decisiones difíciles. La I Jornada de Humanización en Cuidados Paliativos, organizada por la Fundación para la Formación de la Organización Médica Colegial (FFOMC) junto a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OHSJD) en España, a través de la Fundación Juan Ciudad (FJC), aborda la formación y competencia, y la bioética y profesionalismo en cuidados paliativos

La situación de la formación de los profesionales en cuidados paliativos está cambiando poco a poco, aunque “tradicionalmente no han tenido un nivel alto dentro de la educación general y la formación de los profesionales sanitarios”, reconoce el Dr. Jacinto Bátiz, jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurce y miembro de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC). 

Tradicionalmente la formación académica en Medicina se ha centrado en la curación como objetivo, lo que ha provocado que en muchos casos los profesionales carezcan de herramientas clínicas y personales, para enfrentarse a situaciones en la que no es posible curar al enfermo.

El Dr. Bátiz destaca que esta falta de formación suele derivar en tres tipos de actitudes en los profesionales sanitarios: “los que consideran que se encuentran ante una situación compleja y deciden evitarla y dejan a la persona enferma y a su familia a la libre evolución de su proceso, entendiendo además que los cuidados paliativos sólo deben ser aplicados en las fases agónicas; los que consideran una situación nimia y de escasa complejidad que puede ser fácilmente manejada con unos mínimos conocimientos técnicos y la atención de los síntomas físicos; y los que ante el miedo y las reticencias a aceptar la situación, emprenden actitudes más intervencionistas y evitan la comunicación y los encuentros incómodos con el enfermo y su familia”.

Estas tres actitudes (el abandono, la autosuficiencia y el miedo) pueden provocar que la persona al final de la vida y su familia sufran la falta de atención integral del proceso, la falta de apoyo domiciliario y la escasez de cuidados continuados. Sin embargo, el Dr. Bátiz incide en que “hay evidencia alentadora de que estas actitudes se evitan con los conocimientos y las habilidades adquiridas durante la formación académica y de post-grado. La formación en cuidados paliativos se ha comprobado que es una buena inversión para cuidar mejor al final de la vida, al enfermo y a su familia”.

Diferencias entre facultades

Según los datos que manejan los expertos, aproximadamente la mitad de las 42 facultades de Medicina españolas ofrecen algún tipo de docencia en cuidados paliativos, en el grado. Hay 9 facultades en las que existe alguna asignatura obligatoria con la denominación Cuidados Paliativos; en algunas, la materia relacionada con cuidados paliativos se imparte en el contexto de asignaturas más extensas o con otras denominaciones. En 13 facultades, la materia de medicina paliativa se ofrece como asignatura opcional. Imparten asignaturas de cuidados paliativos 2 profesores titulares y, al menos, 8 docentes con contratos de profesor asociado o como responsables de cátedras de cuidados paliativos patrocinadas.

“Existen cursos postgrado en formato Máster en Cuidados Paliativos que se imparten en varias universidades, pero por iniciativa de aquellos profesionales que estamos implicados en cuidados paliativos y que consideramos que es fundamental la formación como uno de los grandes pilares para poder ofrecer una atención de calidad en el proceso de una enfermedad avanzada incurable”, apunta el Dr. Bätiz, que recalca que “las facultades de Medicina debieran equilibrar las disciplinas orientadas a la medicina preventiva, a la medicina curativa y a la medicina paliativa. Tres ramas de la medicina que son complementarias y necesarias cada de ellas”. 

En este contexto, los expertos destacan la importancia de que exista implicación política en esta formación. “Quienes toman las decisiones en nuestro país tendrían que asegurar que los cuidados paliativos sean una parte esencial de la formación y la educación continua de los médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos y otros profesionales sanitarios”, insiste el Dr. Bátiz.

Bioética y profesionalismo

La bioética juega un papel esencial en el ámbito de los cuidados paliativos. El Dr. Rogelio Altisent, director de proyectos de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza, coincide a la hora de subrayar que “el futuro de la ética médica requiere el apoyo decidido de las autoridades académicas” para que esta materia tenga la relevancia que precisa. “Se trata de lograr que sea una disciplina amable y atractiva estableciendo sinergias entre los docentes de todas las asignaturas de un modo transversal. Esto requiere esfuerzo y voluntad de cooperación”, comenta. 

La bioética aporta humanidad y respeto a un proceso de humanización que, como manifiesta el Dr. Altisent, “requiere cultivar la ética de la primera persona, que es diferente a la ética de la tercera persona. Esto implica que es necesaria llevarla en la sangre, algo que se parece a lo que nosotros llamamos vocación profesional; y por supuesto, la formación en ética, que permite descubrir dimensiones que otras personas son incapaces de ver”. Es decir, a juicio del Dr. Altisent “se necesita vocación y formación, siendo ambas imprescindibles, y que se retroalimentan mutuamente. En el ámbito de los cuidados paliativos se hace especialmente necesario este binomio”.

Para el Dr. Altisent, se trata de una “moralidad interna” que el profesional lleva consigo, independientemente del respeto y el deber de cumplir las normas legales, pero “si los profesionales no están movidos por un sincero compromiso enraizado en la ética personal, todo será papel mojado”.

Para él, la evidencia científica y las normas legales, son “indudables banderas del progreso médico y social”, pero considera que, por sí solas, son insuficientes para alcanzar la auténtica calidad asistencial que el paciente necesita, pero entiende que “hace falta desplegar la dimensión ética cuyo motor será el compromiso personal de los profesionales”.

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