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La realización de cesáreas se incrementa casi un 20 por ciento más en el ámbito privado que en el público

La tasa de cesáreas está experimentando un crecimiento en la mayoría de los países desarrollados, llegando a veces a triplicar la recomendada por la OMS que se sitúa entre el 10 y el 15 por ciento. Los datos evidencian que el número de intervenciones es aún mayor en la asistencia privada, alrededor de un 40 por ciento frente al 23-25 por ciento de la pública

Madrid, 27 de octubre 2011 (medicosypacientes.com)

La tasa de cesáreas está experimentando un crecimiento en la mayoría de los países desarrollados, llegando a veces a triplicar la recomendada por la OMS que se sitúa entre el 10 y el 15 por ciento. Parte de este incremento, según expertos, no tiene justificación clínica, sino que se debe a aspectos como la conveniencia particular de algunas gestantes o los especialistas que las atienden, el aumento de demandas en la especialidad, la viabilidad fetal ante posibles patologías (que se ha rebajado a la 24 semana de gestación), equipos con menos experiencia en tocurgia, cesáreas menos peligrosas que antes, o la falta de adhesión a protocolos de trabajo, entre otros.

Los datos evidencian que el número de intervenciones es aún mayor en la asistencia privada, alrededor de un 40% frente al 23-25% de la pública, debido entre otras razones a que el médico suele trabajar solo, por eso hay hospitales privados que están desarrollando programas para atender el parto por equipos, a equivalencia del sistema sanitario público, facilitando así el parto vaginal.

La idea que subyace en la población general es que la cesárea simplifica el parto e imprime seguridad sobre el feto, siendo inocua para la madre. La evidencia científica demuestra que esta política de incremento de cesáreas es perjudicial a medio y largo plazo sobre la salud materna y del neonato, incrementando ostensiblemente los costes de la sanidad. Según asegura, en este sentido el Dr. Eduardo Cabrillo, jefe de Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital La Moraleja, ?aumentan significativamente los gastos directos de quirófano y hospitalización, el riesgo de segundas cesáreas o mayor baja laboral, entre otros”. El descenso de un punto porcentual en las tasas de cesárea frente al parto vaginal, llegaría a producir un ahorro cercano a los 6 millones de euros anuales en toda España?, según indicó recientemente en el V Simposium de Obstetricia celebrado en Málaga.

Existen ciertos grupos de embarazadas que aglutinan el 64.5% de las indicaciones de cesáreas, con factores que podrían modificarse para disminuir esta tasa: mujeres en su primer embarazo a término a las que se induce el parto, mujeres a término que han parido ya otras veces y con una cesárea anterior y, por último, gestantes con el feto en podálica (de nalgas).

Para el Dr. Juan Luis Delgado Marín, coordinador de la Unidad de Medicina Materno-Fetal del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, ?el paradigma clásico a mayor número de inducciones, mayor número de cesáreas se debería sustituir por a mayor número de inducciones de parto correctamente indicadas y conducidas, menor número de cesáreas, basándonos en la evidencia científica. Mejorar las condiciones del cuello uterino (cérvix), madurándolo previamente, incrementa sustancialmente las posibilidades de éxito en el parto de forma segura para madre e hijo?.

Por otro lado, es fundamental la conducción correcta del parto, optimizando los protocolos de atención a la gestante en las últimas semanas de embarazo, mejorando los circuitos de inducción de parto en los Hospitales, formando a los profesionales implicados, reevaluando continuamente los resultados y la satisfacción de los padres, adecuando los tiempos de atención a la gestante con el parto inducido según las Guías del parto de la SEGO (la mujer con inducción de parto tiene inicialmente unas condiciones obstétricas muy desfavorables para el parto, por lo que hay que darle el tiempo adecuado para que el parto pueda progresar). De esta manera, se incrementa el nivel de adecuación de la inducción y se minimiza el número de cesáreas por inducciones fallidas.

Según los expertos, hay que eliminar las indicaciones de inducción electiva del parto por conveniencias de la madre y el ginecólogo (molestias y sobrecarga del final de la gestación, bebés aparentemente grandes, conveniencia de fechas, etc.) que no suponen riesgo para la salud materno-fetal, y sí pueden abocar a un parto prolongado, no deseado por nadie, o a una cesárea por haber fallado la inducción del parto.

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) establece que el momento óptimo para inducir el parto en embarazadas de bajo riesgo a término se da entre la 41 y 42 semanas de gestación, considerando como embarazo prolongado aquel que se extiende más allá de la semana 42, período en que se incrementan exponencialmente los riesgos para el feto.

Aunque una cesárea pueda tener menos complicaciones para el feto, puede suponer graves consecuencias para la madre con complicaciones por sangrado, posibles lesiones urinarias o intestinales, infecciones, tromboflebitis, etc., aumentando la mortalidad pues no debe olvidarse que se trata de una operación mayor. La mortalidad materna aumenta entre 5 y 6 veces en el caso de sufrir una cesárea, aseguran los expertos.

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