La implantación del denominado catálogo de medicamentos en Galicia, que ha contado con el apoyo de los médicos, ha traído a la actualidad la relación entre la industria farmacéutica y los médicos. El presidente del Colegio de Médicos de La Coruña, Luciano Vidán, analiza la misma en un artículo publicado en La Voz de Galicia y resalta cómo el interés del paciente se antepone a cualquier otra consideración y cómo la profesión médica tiene suficientes mecanismos de control
Madrid, 10 de febrero 2011 (medicosypacientes.com)
El presidente del Colegio de Médicos de La Coruña, Luciano Vidán, ha analizado la relación entre médicos e industria farmacéutica en un artículo publicado en La Voz de Galicia. Señala que ?la implantación en Galicia del catálogo de medicamentos ha contado con el total apoyo de los médicos? y resalta cómo el interés del paciente se antepone siempre a cualquier otra consideración.
Médicos e industria farmacéutica
El debate sobre el gasto farmacéutico ha puesto de actualidad, y llevado hasta la polémica, la relación entre la industria y los médicos. La aportación de aquella a la formación de los facultativos, a la investigación y a la asistencia sanitaria es innegable y digna de reconocimiento y elogio. Hasta el punto de haber sustituido a los poderes públicos en su financiación.
Gracias al mecenazgo de la industria sanitaria, un número ingente de facultativos ha podido intercambiar experiencias. Contactar con otros grupos de trabajo e incluso formarse en nuevas técnicas que luego trasladan a sus centros sanitarios y a sus pacientes. Concluir de todo esto que los médicos están coaccionados por intereses espurios es a todas luces injusto e irreal.
Es posible la existencia de algún caso de actuación incorrecta, como sucede en cualquier otra faceta de la vida. Pero, para evitarlo, la profesión médica tienen una serie de mecanismos de control y disuasión: de gestión, científicos y éticos. Entre los primeros están los objetivos anuales, pactados con la autoridad sanitaria, entre ellos la prescripción de genéricos y la compra centralizada; la existencia de comisiones profesionales que autorizan y validan la introducción y prescripción de nuevos fármacos, y la actuación correctora de la Inspección en caso de detectarse algún tipo de actuación irregular.
En el ámbito profesional, es cada vez más frecuente que los autores de publicaciones, informes o ponencias se vean obligados a declarar su conflicto de intereses en relación con la industria. Por otro lado, las sociedades científicas y los colegios profesionales publican y actualizan permanentemente guías de práctica clínica y terapéutica basadas en la mejor videncia científica del momento. Además, en los centros sanitarios los profesionales debaten y contrastan, desde la pluralidad, en sesiones clínicas, la constante revisión del conocimiento médico.
En relación con los aspectos deontológicos, tanto la industria como la profesión médica han desarrollado códigos de ética que obligan moral y profesionalmente a ambas partes. No obstante, en nuestro país se echa en falta la existencia de un organismo independiente, como el NICE británico, que, desde la autoridad científica, evalúe y recomiende las mejores opciones terapéuticas.
En resumen, es posible que la conducta de algunos profesionales no sea la adecuada, pero que nadie tenga la más mínima duda de que cuando un médico está frente al enfermo antepone siempre el interés del paciente y del sistema sanitario al suyo. De ello hemos tenido buena en los últimos días con la implantación en Galicia del catálogo de medicamentos que, como ha reconocido la propia administración, ha contado con el total apoyo de los médicos.
Luciano Vidán
Presidente del Colegio de Médicos de La Coruña