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Opinión: Médicos, industria farmacéutica y sociedades científicas

En el presente artículo de opinión, el Dr. Vicente Baos nos habla de la relación entre tos tres agentes y de la necesidad de transparencia, definición de objetivos y límites explícitos que deben corresponder a cada uno de ellos

Madrid, 22 de febrero 2010 (medicosypacientes.com)

Artículo de opinión realizado por el Dr. Vicente Baos, médico de Familia y coordinador del Grupo de Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), para ?Médicos y Pacientes?.

Médicos, industria farmacéutica y sociedades científicas

A lo largo de la vida profesional de cualquier médico, la relación, de una forma u otra, con la industria farmacéutica (IF) habrá sido un factor importante en la definición de su modo y estilo de trabajo. Desde el inicio de su vida laboral, independientemente de su área de especialización, los representantes de la IF habrán contactado de múltiples formas con dicho médico. Publicidad escrita o electrónica, patrocinio de actividades de formación, actividades lúdico-educativas, presencia muy visible en congresos médicos, relaciones personalizadas con delegados de ventas, información de una sociedad científica patrocinada por la IF, etc. La multitud de vías de relación desarrolladas por los expertos de la mercadotecnia farmacéutica marcan sobremanera la relación entre el conocimiento científico generado por la IF y su aplicación en la terapéutica de los pacientes.

En el mundo desarrollado en el que vivimos, a partir del aumento del conocimiento en las Ciencias de la Salud y la industrialización a gran escala de la producción de los medicamentos, el liderazgo de la investigación aplicada ha caído en manos de la industria farmacéutica (IF). Las instituciones públicas, salvo escasas excepciones de grandes países, tiene un impacto mínimo en la investigación de fármacos. Los medicamentos que usamos a diario han sido creados bajo la premisa de una investigación rentable y sobre enfermedades y problemas clínicos que conlleven unos resultados a corto plazo. La necesidad de obtener beneficios en el periodo de duración de la patente del producto provoca, en muchos casos, una aprobación y financiación por parte de las autoridades competentes basada en datos muy limitados sobre eficacia y seguridad, y casi siempre, sin un análisis comparativo con otras alternativas.

En el momento actual, las organizaciones que poseen la capacidad de definir las prioridades en investigación médica son los grandes fabricantes mundiales de medicamentos que, ante la dificultad de encontrar fármacos novedosos, vuelven una y otra vez sobre los problemas de salud más frecuentes (hipertensión arterial, diabetes, dislipemia, depresión?) con una oferta terapéutica repetitiva y sobresaturada, en muchos casos con medicamentos que no aportan nuevo valor sobre lo ya existente.

Disponer de un arsenal de medicamentos desarrollados de forma científica ha aportado grandes ventajas a la solución y alivio de muchas enfermedades, pero también ha creado una gran presión sobre los actores del mundo sanitario. Presiones sobre las instituciones oficiales que evalúan y aprueban los medicamentos, presiones sobre los médicos que prescriben fármacos (para que prescriban más, para que prescriban una molécula y no otra?) presiones sobre la población para que tenga la ?necesidad? de tratarse o protegerse de enfermedades o problemas de la vida diaria. El consumo de fármacos es algo cotidiano en el mundo desarrollado, y no siempre está justificado y equilibrado.

Las sociedades científicas de las distintas especialidades médicas juegan un papel fundamental en la homogeneización de la actividad de los médicos. La defensa de los intereses profesionales, la definición, profundización y el desarrollo de las habilidades y conocimientos que definen una profesión médica son las tareas que realizan, y con ello, benefician a la sociedad en general. Las sociedades científicas pueden considerarse los interlocutores naturales de las distintas instituciones y compañías que desean relacionarse con un colectivo. Por ello, la industria farmacéutica se ha acercado con interés a las distintas sociedades para establecer puentes de comunicación, colaboración y desarrollo de distintos proyectos.

Las actividades de formación patrocinadas, la subvención para la realización de congresos mediante el pago de la inscripción a los asistentes o vía puestos publicitarios, el desarrollo de actividades de investigación, publicaciones patrocinadas, etc., constituyen las vías habituales de colaboración. Ciertamente, no todas las sociedades científicas se comportan de la misma manera. Algunas sociedades científicas patrocinan con su logotipo y nombre actividades puramente comerciales en el ámbito alimentario o firmado consensos sobre temas que provocan importantes controversias con otras sociedades científicas.

El gran dilema de las sociedades científicas radica en obtener la financiación necesaria para desarrollar actividades que le hagan tener presencia social y pública, y a la vez dar servicios al socio para mejorar su formación en habilidades y conocimientos. El gran actor económico del mundo sanitario es la IF, no es posible vivir ignorándolo, pero la transparencia, la definición de objetivos y los límites explícitos de cada campo son necesarios para que las sociedades científicas no pierdan el objetivo fundamental: servir a sus asociados en beneficio de la sociedad.

Vicente Baos Vicente
Médico de Familia
Coordinador del Grupo de Utilización de Fármacos de semFYC

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