Lydia Feito es autora del capítulo "Compasión", del libro Valores del médico, editado por el CGCOM. En esta entrevista a Médicos y Pacientes aborda la importancia de "encontrar un equilibrio entre la implicación compasiva y el respeto al paciente", y evitar que las emociones hagan que se pierda la capacidad de juicio
Lydia Feito es profesora en Bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y su trabajo como docente e investigadora ha sido, principalmente, en torno a la ética aplicada.
Según explica en el capítulo del libro del que es autora, “el reconocimiento de nuestra radical igualdad hace aparecer un sentimiento de compasión, esto es, de ‘padecer con’ el otro su mismo sufrimiento”, que invita a la acción para evitarlo o aliviarlo. ¿Cómo se transforma esto en un sentido práctico en el momento de ejercer la Medicina?
El médico debe encontrar un equilibrio entre la distancia necesaria para que su implicación emocional no le nuble su capacidad de juicio clínico y actuación profesional y la necesaria identificación y comprensión del sufrimiento del paciente. La compasión supone el reconocimiento del humano que sufre, que es vulnerable, que necesita ayuda y que se encuentra en necesidad de integrar lo que le ocurre en su propia biografía. Nunca puede limitarse el médico a una acción meramente técnica, tiene que atender compasivamente al cuidado del paciente.
Usted afirma en el libro que además de los componentes biológicos, hay también elementos culturales, de aprendizaje, que son esenciales para que se desarrollen esos comportamientos de empatía, ¿cómo se ‘educa’ o ‘forma’ a un profesional para que actúe de la forma correcta en este sentido?
La capacidad de compasión parece ser bastante natural en el ser humano. Sin embargo, no podemos confiar exclusivamente en esa “compasión natural”. El reconocimiento del otro humano como alguien igual que uno mismo, que es vulnerable, que puede sufrir y necesita cuidado se aprende desde la infancia, al recibir cuidados, y al enseñar a comprender esa fragilidad de nuestra condición mortal y enfermable en la que todos somos iguales. Una formación a favor de la atención y la consideración del ser humano puede promover comportamientos compasivos. En la formación de los médicos se insiste demasiado en los aspectos técnicos y se descuida este énfasis en los aspectos humanos, de comunicación y compasión.
El compromiso moral con el bien del paciente supone ayudar contando con la autonomía, esto es, un principio de beneficencia no paternalista que respete y asuma el sistema de valores de dicho paciente. ¿Cómo le explicaría a un estudiante de Medicina cómo actuar de acuerdo con esta premisa?
El paciente tiene un mundo de valores personal, un modo de ver la vida, unas creencias, y tiene derecho a poder tomar decisiones que afectan a su salud y a su vida, integrando y dando sentido al evento de la enfermedad o la lesión en su propia biografía. El médico debe contribuir al bienestar del paciente teniendo en cuenta esa autonomía y esa dimensión personal de los valores, no proyectando su propia visión o preferencia. Sin embargo, el médico no puede limitarse a una acción técnica o informativa, dejando de lado el acompañamiento y el asesoramiento al paciente, que puede necesitar su ayuda y consejo. Por eso debe encontrar un equilibrio entre el respeto a las preferencias del paciente y un intento por ayudar y velar por su bienestar, midiendo su intervención en función del espacio que el propio paciente marque. Esto es, habrá pacientes que prefieran una acción más “paternalista” en el sentido de pedir mayor asesoría del médico para tomar decisiones, mientras que otros preferirán ser más independientes. El médico debe comunicarse con el paciente e intentar comprender su perspectiva, para dialogar con ella o él a fin de encontrar la mejor solución. Esto supone implicación y diálogo, equilibrando el respeto a la autonomía con la beneficencia.
¿Cómo puede un profesional de la Medicina evitar caer en la pérdida de objetividad? ¿Dónde debe poner sus límites o barreras para que esto no ocurra?
Como se dijo anteriormente, se trata de encontrar un equilibrio entre la implicación compasiva y el respeto al paciente, tratando de que lo afectivo o emocional no le haga perder su capacidad de juicio. Aunque la objetividad absoluta no es posible, pues el médico tiene, además de una formación técnica, una visión personal sobre la realidad y unos valores propios, debe intentar mantenerse en una neutralidad beneficente, es decir, compasiva.
¿Es recomendable tratar a personas cercanas como familiares o amigos?
Es difícil pensar que un médico pueda mantener cierta distancia emocional al tratar a personas queridas. Especialmente cuando se trata de tomar decisiones complejas con consecuencias graves. Sin embargo, también pueden conocer mejor las preferencias de los pacientes por ser cercanos. Lo más prudente es que los trate otro médico o, al menos, que haya otros profesionales que los trate con ese médico, a fin de poder tener un juicio consensuado.