Coincidiendo con el Día Internacional contra la Violencia de Género, en el XXIX Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, que se inicia hoy en Barcelona, se aborda, a través de distintos estudios, el papel del profesional de Atención Primaria ante los malos tratos
Barcelona, 25 de noviembre 2009 (medicosypacientes.com)
Cuando las víctimas de la violencia doméstica deciden pedir amparo, protección o asistencia no siempre reciben la información adecuada, dichas ayudas no están precisamente adaptadas a sus necesidades y en algunos casos perciben una falta de sensibilidad y empatía con su situación por parte de quienes prestan ese apoyo. Son algunas de las conclusiones de un estudio cualitativo incluido en el XXIX Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), que se celebra estos días en Barcelona.
Hoy se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género y en dicha reunión científica se van a manejar varios trabajos sobre el papel del profesional de atención primaria frente a los malos tratos.
La doctora Carmen Fernández, experta en violencia doméstica de semFYC, ha subrayado que, cuando reciben la ayuda necesaria, estas mujeres son las primeras que lo valoran después como un elemento esencial en su recuperación. ?Eso sucede cuando hay una verdadera implicación y se informa y orienta correctamente?. Pero no siempre es así y las dificultades que mencionan como más recurrentes en relación con el acceso a recursos de ayuda son una información pobre y/o fragmentada, el verse obligadas a recorrer distintos dispositivos institucionales fatigosos, no siempre bien coordinados. También citan la escasez de recursos adaptados a sus necesidades (vivienda, ayudas económicas, trabajo) y una falta de sensibilidad y empatía en parte del personal que las atendió.
En este sentido, las experiencias más negativas se localizan en relación con los recursos judiciales. Según la doctora Fernández, muchas mujeres relatan su paso por las instituciones judiciales con ?auténtico pavor?. ?Critican el trato recibido y afirman haberse sentido tratadas en ocasiones más como culpables que como víctimas. Aluden igualmente a una falta de asesoría jurídica previa adecuada que les sirva para hacer frente al proceso?, según esta experta. No son las únicas quejas en este ámbito: también refieren la insuficiencia de las valoraciones forenses sobre el impacto del maltrato, sobre todo cuando las consecuencias son emocionales, y la frecuencia con la que las sentencias judiciales resultan laxas y ?comprensivas? con el maltratador.
?Muchas de estas mujeres tienen miedo y se sienten amenazadas porque en los núcleos pequeños es difícil garantizar que el maltratador no sepa que ella está pidiendo ayuda. Las que viven en ciudades pueden contar además con el apoyo de asociaciones de afectadas, que las acompañan y asesoran, aunque no todas las conocen ni las tienen cerca de su lugar de residencia. Sólo existen en algunas provincias?.
Ayuda médica
Los profesionales sanitarios formados en la detección y manejo de la violencia doméstica pueden contribuir de forma muy significativa a mejorar la situación de estas mujeres. Según la doctora Fernández, la formación se traduce en más casos detectados y de forma más precoz, pero también a una mejor respuesta del profesional ante una situación de malos tratos. ?Todas las comunidades autónomas están realizando un esfuerzo en esta dirección, pero aún queda mucho por hacer. En algunas como Cantabria, en las que los programas de formación se iniciaron antes y además al no ser muy grande llegaron a la casi totalidad de los profesionales, se ha podido medir este impacto en la práctica comprobándose un incremento notable de la detección y un adelanto en el diagnóstico?.
El médico de familia juega un papel crucial porque muchas mujeres van a ir al centro de salud o a los servicios de urgencias en busca de ayuda. ?Los médicos deben tener en cuenta que la paciente acude a la consulta sin levantar sospechas. Es fundamental saber escuchar sus necesidades y transmitirles información básica y útil, identificándoles el recurso más adecuado. Los trabajadores sociales del Equipo de Atención Primaria y de los Centros de Acción Social suelen ser los profesionales que mejor conocen los recursos de este tipo y quienes mejor pueden informar a la mujer y derivar, si es preciso, a los servicios sociales?, asegura la doctora Fernández.
Abuso sexual en la infancia
Uno de los trabajos presentados en Barcelona ha descrito el perfil de la mujer que sufrió abuso sexual en la infancia o en la adolescencia y ahora, en la edad adulta, solicita ayuda psicológica. Sobre un total de 1.015 mujeres, con una media de edad de 40 años, atendidas por este motivo, se descubrió que un 37 por ciento refería algún tipo de abuso sexual durante la edad infantil. El 32 por ciento sufrió tocamientos, el 16 por ciento se vio obligada a tocar y un porcentaje similar vivió un intento de relación con penetración. El 9 por ciento padeció una penetración no consentida. En más del 80 por ciento de los casos, el responsable del maltrato fue un familiar o un conocido. Contaron el problema el 34 por ciento y de ellas la mitad (49 por ciento) recibió apoyo de la familia. Un 18 por ciento se sintió culpabilizada.
La doctora Fernández explica que es lógico que estas personas pidan ayuda en la edad adulta. ?Cualquier forma de abuso y violencia genera un impacto, una huella en la esfera psicológica. Son abusos que con frecuencia se ocultan, sin permitir que la persona pueda elaborar esa experiencia traumática. Por ello es fundamental detectarlo. Las consultas de pediatría y de medicina de familia pueden ser clave para intervenir precozmente?.