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Dra. Regina Dalmau: “Ley de Tabaco, seis años después”

Desde el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, y tras seis años desde que entrara en vigor la actual Ley de Tabaco, se insta, a través de su presidenta, Dra. Regina Dalmau, a las autoridades sanitarias a seguir avanzando hacia un mundo sin tabaco. Son necesarias, como expone la Dra. Dalmau en este artículo, entre otras iniciativas, campañas de prevención del tabaquismo, articular una red estructurada de ayuda a las personas fumadoras, promover la ampliación de los espacios libres de humo, reforzar el cumplimiento de la Ley con especial atención a aquellos espacios en los que de forma ya normalizada se incumple, como las carpas de los bares y restaurantes

Han pasado seis años desde que entró en vigor la ley 42/2010 de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco. Mediante dicha Ley se modificaba la Ley 28/2005, que a pesar de que supuso ya un avance en términos de salud pública, al contemplar excepciones en determinados espacios de ocio, hacía que el cumplimiento y la protección de la salud fuera insuficiente.

 
El mensaje de fondo de nuestra Ley de tabaco (y no antitabaco como comúnmente se conoce) quedó mucho más claro a partir de enero de 2011: el tabaco produce enfermedad y muerte, tanto a los que fuman como a los que se exponen al humo ambiental. Regular el consumo de tabaco en lugares públicos no va en contra de nadie, sino a favor de la salud de todos, por ello creo que no es correcto hablar de Ley “antitabaco”, dado que es una Ley cuyo objetivo es mejorar la salud de fumadores y de no fumadores. No sin algunas resistencias al principio de su implementación, el mensaje fue calando en la población general, hasta los fumadores se dieron cuenta de que es mucho más agradable respirar un aire libre de humo en un espacio cerrado. ¿Y qué decir de los no fumadores, aquellos que no han elegido voluntariamente exponerse a un riesgo para su salud? Por fin se respetaba por Ley su derecho a la salud. Aunque inicialmente se vaticinaron grandes pérdidas para el sector de hostelería, la aceptación por parte de la población contribuyó a que esa debacle anunciada no se produjera. Sinceramente, creo que a día de hoy pocas personas, aún siendo fumadoras, desearían volver a exponerse a un local atestado de humo. 
 
El tabaquismo pasivo mata, es una realidad sobre la que se dispone de evidencia científica suficiente. Aumenta un 25-30% el riesgo de infarto agudo de miocardio, aumenta el riesgo de ictus, aumenta el riesgo de cáncer de pulmón y de reagudizaciones de EPOC, y en una población especialmente sensible como la infantil, el humo ambiental se ha relacionado con la otitis media, las reagudizaciones asmáticas, la ateroesclerosis precoz y la muerte súbita del lactante. Son argumentos de peso para apoyar este tipo de regulación e incluso para proponer que se amplíen los espacios libres de humo, sobre todo para ampliar la protección de la salud de los menores. Países vecinos como Reino Unido y Francia ya han implementado medidas de regulación del tabaquismo en vehículos privados en presencia de niños, y la Ley Vasca de Adicciones contempla convertir en espacios libres de humo las instalaciones deportivas, incluidas las zonas anejas cerradas, semicerradas y al aire libre. 
 
Existen datos contundentes y objetivos sobre los logros de la Ley de Tabaco. Tras su implementación, la exposición de la población al humo de tabaco ambiental se redujo en un 57%. La contaminación interior en los locales de ocio por partículas finas (PM2.5) se redujo un 90%. El número fumadores entre 2009 y 2014 se redujo en 1,2 millones, con una tendencia a la reducción del consumo en los que seguían fumando. En la línea de la experiencia de otros países que han implementado Leyes de Tabaco, y aún con algunas diferencias en los resultados y la metodología de los estudios realizados, la regulación del consumo de tabaco en lugares públicos contribuye a la reducción de los ingresos por infarto y a la disminución de las reagudizaciones de procesos respiratorios tanto en niños como en adultos. Pero en cualquier caso, el principal logro de la Ley de Tabaco ha sido su contribución al cambio de percepción social sobre el tabaquismo, pasando de ser considerado un hábito normal a un potencial riesgo para la salud.
 
No obstante, queda un largo camino por recorrer en la carrera de la prevención del tabaquismo, y los esfuerzos no deberían cesar mientras el tabaco siga siendo causa de enfermedad y muerte prematura. A pesar de que se mantiene la tendencia a la reducción del consumo, la prevalencia de fumadores diarios en España sigue estando por encima de la media europea (24 frente a 21%) según el último informe de la OCDE (DOI:10.1787/9789264265592-en). Según datos de la encuesta ESTUDES 2016 el 18,5% de los jóvenes de 15 a 24 años fuma a diario, con cifras más altas en mujeres en ese rango de edad. A pesar de una tendencia al descenso, siguen siendo alarmantes las cifras de consumo de cannabis entre adolescentes, con una prevalencia de consumo en los últimos 30 días de 18,6%. En el 86,5% de los casos el cannabis se consume con tabaco, creando un binomio entre dos sustancias potencialmente adictivas que no debe pasar desapercibido en los programas de prevención.
 
Desde el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo queremos instar a las autoridades sanitarias a seguir avanzando hacia un mundo sin tabaco. Son necesarias campañas de prevención del tabaquismo, articular una red estructurada de ayuda a las personas fumadoras, promover la ampliación de los espacios libres de humo, reforzar el cumplimiento de la Ley con especial atención a aquellos espacios en los que de forma ya normalizada se incumple, como las carpas de los bares y restaurantes. Quiero expresar mi agradecimiento a todas las personas que han dedicado su esfuerzo a sacar adelante la Ley de Tabaco, con un recuerdo especial por Manuel Oñorbe, epidemiólogo, ex Director General de Salud Pública y gran impulsor de nuestra primera Ley de Tabaco. Manuel Oñorbe nos ha dejado, pero su legado permanece imborrable. Descanse en paz.
 
 
 
 
 
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