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Dra. María Castellano: “In memoriam a Enrique Villanueva Cañadas»

La Dra. María Castellano Arroyo, Catedrática de Medicina Legal y Vocal de la Comisión de Deontología del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos, realiza un obituario en memoria del Dr. Enrique Villanueva Cañadas, fallecido la semana pasada y quien fue presidente de la Comisión Central de Deontología del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM)

Decía Séneca “Este día que tanto temes por ser el último, es la aurora del día eterno”.  Parafraseando a Henry Adams, esta frase se llena de sentido cuando quién vive ese último día es un “maestro”, porque quién lo es, cada día de su trabajo lo es para la eternidad, ya que sus huellas hacen perpetua su influencia en sus discípulos.

El pasado día 8 de septiembre fallecía, en Granada,  Enrique Villanueva Cañadas, médico y catedrático de Medicina Legal, maestro sabio, brillante y generoso, símbolo  de la Universidad española desde los años 60.

Nacido en Órgiva, vivió la genuina medicina rural en el ejemplo de su padre, que le inspiró vocación   y entrega. Se interesó por  la Medicina Legal y Forense al conocer a Don Juan Antonio Gisbert Calabuig, catedrático recién llegado a Granada y al que ayudaba en las autopsias que éste realizaba como Médico Forense de Órgiva.  Fue el alumno perfecto que de la mano del maestro se empapó de conocimientos y se abrió a la Medicina Legal europea a través de los Congresos de Lengua Francesa, de la Academia Internacional de Medicina Legal o de la Sociedad Mediterránea de Medicina Legal. Amplió estudios en el Instituto de Medicina Legal de Lille y en 1975 ganó la cátedra de Granada. Con la referencia del maestro continuó la estela de la escuela valenciana,   engrandeciendo su prestigio en Granada y llevándolo a las cátedras de España e Institutos de Medicina Legal de Europa.

Siempre me he sentido orgullosa y afortunada de ser su primera discípula y de que, desde el principio su familia fuera mi familia. Con él, en los años 70, desarrollamos un laboratorio dotado de la instrumentación más moderna capaz de dar respuesta a la investigación científica en el ámbito de la criminalística, la tanatología o  la toxicología. Las nuevas tecnologías aplicadas a la tanatoquimia (data de la muerte), lo señalaron  entre los expertos más reconocidos; el desarrollo de la genética forense que ya se vislumbraba como la panacea de la criminalística y la  identificación médico-legal o la investigación toxicológica en todos sus aspectos fueron àreas de referencia en la cátedra. Bajo su dirección a finales de los años 70 y principio de los 80 organizamos en Granada los Cursos de Técnicas Instrumentales, a los que acudieron profesores de todas las cátedras de España, lo que significó un estímulo científico  para todos y una amistad para siempre; profesores como Angelo Fiori o Armand André se hicieron habituales entre nosotros y los médicos legistas españoles éramos recibidos en Europa con el mayor de los respetos.

La cátedra de Medicina Legal de Granada (después Departamento), con sus Escuelas Profesionales de Medicina del Trabajo y de Medicina Legal, era el faro que atraía a quienes se interesaban por estas especialidades o por preparar la oposición para Médicos Forenses, actividad que el Ministerio de Justicia ha mantenido al margen de la Universidad hasta muy recientemente. Precisamente, uno de los objetivos de Enrique Villanueva  en el que volcó esfuerzo e ilusión fue conseguir esta unificación, proyecto en el que nos comprometió a todos sus discípulos. Después de muchos años, algo se ha logrado, aunque a través de un modelo, bastante mejorable.

Pero junto a los temas médico-legales más clásicos, Enrique Villanueva dirigió su interés a aspectos de la Medicina Legal “de los vivos”, más amplia, más dinámica y muy necesaria:  la Medicina del trabajo y la salud laboral,  la violencia familiar y de género,  los aspectos legales de los trastornos mentales, los derechos de los pacientes y  la Ética y Deontología profesional, entre otros. El libro de texto “Medicina Legal y Toxicología, del profesor Gisbert  Calabuig, fue conociendo nuevas ediciones, hasta la de 2018 (de la que E. Villanueva es el editor); en los últimos 25 años amplió la parte de Derecho sanitario con capítulos sobre el Secreto profesional, la Historia Clínica, el derecho a la Información, o el Consentimiento para la actuación médica, textos que  han sido referencia obligada para la, tan necesaria, formación médico-legal de los médicos actuales.

En este ámbito, a sus discípulos nos transmitió la importancia de los Colegios Profesionales como instrumentos de defensa de la Deontología profesional. La relación médico-enfermo en respeto, dignidad e igualdad debía ajustarse a normas éticas que generaran confianza y respeto mutuo, y esto debían promoverlo y cumplirlo los Colegios. Por ello nos animó a comprometernos en la tarea de las Comisiones de Deontología Médica y todos lo hemos hecho así en los Colegios a los que hemos pertenecido y en todos aquellos en los que se nos ha invitado y ofrecido un foro de comunicación.

Esta faceta la ha culminado el profesor Villanueva ya en el siglo XXI perteneciendo a la Comisión Central de Deontología en la que coincidió con el profesor Gonzalo Herránz que le produjo un profundo respeto y se convirtió para él en un referente al que imitar. Su segundo periodo en la Comisión coincidió con la Presidencia del Dr Marcos Gómez Sancho, al que sucedió como presidente; esta etapa fue especialmente fructífera para todos los que tuvimos la suerte de formar parte de la misma, ya que pudimos trabajar en el proyecto de Código de Deontología Médica, aprobado en 2011 por el CGCM. Precisamente en 2016 y 2017, trabajamos en la revisión de este Código, conscientes de que había nuevas formas de medicina (telemedicina) y nuevas organizaciones asistenciales, que hacían necesario nuevos capítulos que establecieran las normas a seguir para garantizar una asistencia sanitaria y una relación médico-paciente ajustada a los nuevos tiempos y que continuara con el respeto a la dignidad de las personas y de sus derechos en el ámbito asistencial y cuidado de su salud. Esa revisión se está realizando por la Comisión actual.

Al dejar la Comisión Central nos  llegó la etapa de Andalucía, y los esfuerzos, ideas y tareas se dirigieron al Consejo Andaluz de Colegios Médicos, donde el profesor Villanueva y varios de sus discípulos volvimos a encontrar, en la Comisión de Deontología de este Consejo, un ambiente profesional y humano extraordinario en el que abordar problemas diversos que han culminado con los derivados de la pandemia que padecemos y sus consecuencias. También formó parte el profesor Villanueva del Comité Andaluz de Bioética  en el que ha aportado sus opiniones derivadas de una formación ética-deontológica sólida y un convencimiento moral inamovible. Su último disgusto ha sido la Ley de Eutanasia cuyo contenido  no compartíamos; aunque no fue posible llevar al ánimo social y profesional un debate que habría sido tan necesario para tratar un tema tan sensible, desde una auténtica opinión de consenso colectivo.

La vida no se mide por la extensión, sino por el contenido. Los encuentros con  personas ricas en valores, virtudes, experiencias y vivencias dejan caer semillas que después fructifican con vida propia en el otro, por eso dice un proverbio japonés que “vale más un día con un gran maestro que mil días de estudio diligente”.   Por todo ello, desde 1980 hemos sido muchos los catedráticos y catedráticas que como discípulos directos suyos o de segunda generación nos hemos dedicado a la Medicina Legal intentando seguir el ejemplo del maestro. Igual sucede con los Médicos Forenses, entre los que se cuenta su hija Herminia, éstos optaron por la práctica forense en los Juzgados y ahora en los Institutos de Medicina Legal, así como con los especialistas que desempeñan el ejercicio privado de la especialidad. Somos legión los que le reconocemos como maestro extraordinario, pero aún es mayor nuestro agradecimiento porque supo llegar y tocar nuestros sentimientos.  En ese sentido, su biografía puede reconstruirse a través de la de todos los que aprendimos a su lado e hicimos nuestros sus proyectos y sus ideales.

Su enfermedad ha sido una sorpresa. Sus últimas conferencias han sido en las actividades de la cátedra Maimónides (CACM) y la Escuela Andaluza de Salud Pública y la científico-lúdica para clausurar el año de la Asociación San Cosme y San Damián, de Médicos jubilados en el Colegio de Médicos de Granada, en todas ellas nos dejó la satisfacción de haber compartido con él aquél tiempo precioso. El día 7 de julio ambos explorábamos juntos a un paciente sobre el que hacer un dictamen pericial psiquiátrico. Hasta el final, compartiendo amistad, magisterio, afecto y tantas cosas para las que después de 50 años de camino recorrido, las palabras no son suficientes.

Gracias por su vida. Siempre estará con nosotros. Descanse en Paz

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