La periodista Laura García Merino, responsable en funciones de Maldita Ciencia, ha sido la encargada de ofrecer la conferencia inaugural del Congreso de Responsables de Comunicación que se celebra hoy y mañana en el Colegio de Médicos de Cáceres. Esta conferencia ha sido moderada por Teresa Pérez Alfageme, exdirectora de Comunicación del Consejo General de Médicos
En primer lugar, ha explicado que existen dos tipos de conversaciones, las que se dan en los medios de comunicación convencionales y aquellas que suceden en las redes sociales. El riesgo mayor se encuentra en las segundas, ya que estas son incontrolables y, en muchas ocasiones, desconocidas.
Asimismo, ha destacado que para los periodistas “la riqueza de fuentes es un beneficio que tenemos inaudito”. Todo ello en un entorno lleno de nuevas voces y diversidad en la comunidad global, es clave para ofrecer información fiable, verídica y de calidad. En concreto, en el ámbito de la salud y la ciencia, desde Maldita tienen como principales objetivos: “monitorizar y controlar el discurso político, verificar y luchar contra la desinformación y promover la alfabetización mediática”.
En este entorno, el más importante es el segundo de los objetivos, combatir la desinformación y los bulos sobre salud y ciencia. Los productos que ofrecen resultados milagrosos son uno de los principales riesgos de los bulos de salud: súper alimentos, alternativas a la Medicina tradicional, etc. Además, ha destacado cinco claves para diferenciar las pseudociencias de la ciencia:
- Las pseudociencias utilizan palabras y lenguaje ambiguos, que no son claros
- Las pseudociencias no se basan en datos experimentales o científicos, ni utilizan muestras de análisis
- Las pseudociencias se refuerzan a través de testimonios
- Las pseudociencias no avanzan
- Las pseudociencias no ofrecen una explicación de por qué o cómo funcionan
Desinformación durante la COVID-19
Además, Laura García ha explicado que “en las situaciones de alerta se gesta un entorno que favorece la desinformación”. En Maldita Ciencia, por ejemplo, pasaron de recibir unas 200 consultas diarias acerca de informaciones, a recibir hasta miles a lo largo de un día. “Existía una sensación de ansiedad ante el panorama que se había generado por un virus completamente nuevo que requería respuestas inmediatas”, ha afirmado. La población intentaba buscar soluciones a toda costa, y entonces, “se generaba gran contenido que muchas veces ni siquiera la ciencia era consciente de que se estaba moviendo”.
