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Vicente Vicente recibe el Premio Hipócrates 2024 del COM Murcia a la dedicación y trayectoria profesional

Especialista en Hematología y Medicina Interna, profesor emérito de la Universidad de Murcia, promotor de los Servicios de Hematología y la actividad de la Oncología Médica en los hospitales Reina Sofía y Morales Meseguer y el Centro Regional de Hemodonación, recibe este reconocimiento por sus años de ejercicio.

Este año recibe el Premio Hipócrates 2024 del Colegio de Médicos a la trayectoria y dedicación profesional, ¿qué supone para usted este reconocimiento?

Actualmente, la gran mayoría de los trabajos profesionales son responsabilidad de grupos de trabajo y no de individuos aislados. Un rasgo que define la medicina moderna es precisamente el trabajo en equipo. Por eso, interpreto este reconocimiento del Colegio de Médicos de Murcia como una distinción a todos los profesionales sanitarios que han tenido y sabido tirar del carro en la creación y desarrollo del Servicio de Hematología y Oncología Médica, primero en el antiguo Hospital General universitario y Centro Regional de Hemodonación, y más tarde en los hospitales universitarios Morales Meseguer y Reina Sofía.

Siempre hemos buscado aportar el mejor cuidado médico a las personas que lo han necesitado en estas áreas de la medicina. Mi gran suerte ha sido estar al frente de esos magníficos profesionales que desde el inicio no dudaron en apoyar las iniciativas que nos parecieron adecuadas para lograr esos objetivos.

Su trayectoria profesional está ligada a los inicios del Servicio de Hematología en los hospitales Reina Sofía y Morales Meseguer y al Centro Regional de Hemodonación. ¿Cómo fue ese inicio?

Mi vuelta a Murcia, que es donde nací y crecí, estuvo propiciada por haber obtenido en 1991 la Cátedra de Medicina de la Universidad de Murcia.  Yo había iniciado la carrera en la Universidad de Navarra en 1968, pues en la Región todavía no había Facultad de Medicina, y alcancé la especialidad de Medicina Interna en su entonces Escuela Profesional.

Después seguí a mi maestro, el Prof. López Borrasca, al Hospital Clínico de Salamanca, donde hice la especialidad de Hematología y el doctorado. Inmediatamente después, realicé una estancia de año y medio en la universidad de Milán (Italia), y más adelante dos años y medio en La Jolla (San Diego, Estados Unidos).

Mi vuelta coincidió con la obtención de la cátedra en la UMU, lo que me ofrecía un atractivo reto para desarrollar un Servicio de Hematología moderno y con visión de futuro. Ese plan se lo propuse al entonces consejero de Sanidad, Miguel Ángel Pérez Espejo, que lo acogió y apoyó con la publicación en el Boletín Oficial de la Región de Murcia de la creación de una Unidad de Hematología que también contaría con el soporte fundamental de la Universidad de Murcia, quedando establecida su vinculación universitaria.

La puesta en marcha del Centro Regional de Hemodonación y el Servicio de Hematología imagino que requirió mucho esfuerzo y trabajo. También iniciaron la actividad de la Oncología Médica. ¿Cómo fue ese proceso?

Fueron años intensos pero llevados adelante con una gran ilusión profesional por todos los que se fueron incorporando a este proyecto. Se inició el Programa de Trasplante de Médula Ósea en la Región, con no pocas dificultades, y más adelante se fueron estableciendo las bases de lo que hoy entendemos como Medicina Personalizada y de Precisión, poniendo en marcha un laboratorio de diagnóstico molecular que continúa desarrollándose desde entonces. Por otra parte, el Centro Regional de Hemodonación (CRH) fue adquiriendo la responsabilidad de obtener y ofrecer todos los hemoderivados a los centros sanitarios regionales, públicos y privados. Este centro presume, y creo que muy justamente, de que desde que abrió sus puertas nunca ha habido que suspender una intervención quirúrgica por falta de sangre.

En 1996, entendimos que el hospital general tenía que cubrir una importante necesidad asistencial, como es la de los pacientes oncológicos. Dada la cercanía de la Oncología Médica y la Hematología, en cuanto a cuidado de pacientes y tratamientos, incorporamos la Oncología a nuestro Servicio, hasta hace un par de años que, por su enorme desarrollo y complejidad, ya gozan de autonomía como Servicio de Oncología Médica en el hospital Morales Meseguer.

¿Por qué eligió estudiar Medicina?

Soy el mayor de cinco hermanos, mi padre era médico y algo de ejemplo nos tuvo que dar para que tres hermanos siguiéramos sus pasos. Recuerdo como de niño le acompañaba en alguna ocasión, sentado en la parte delantera de una moto para visitar a algún enfermo en la huerta. La admiración que todos sus hijos tuvimos por él, en parte por el trato y disponibilidad que tenía con todos los enfermos, creo que fue el motivo principal de nuestra vocación a la Medicina.

Y dentro de la Medicina, ¿por qué la especialidad de Hematología y Hemoterapia?

En la vida se dan circunstancias que, en principio, parecen irrelevantes y luego son determinantes. En quinto curso de medicina perdí el primer trimestre por estar en la “mili”. En ese periodo, se daba la Hematología, y el Dr. López Borrasca se ofreció a darnos la asignatura, delante del enfermo y en el laboratorio, al volver de nuestras obligaciones militares. Esas clases particulares abrieron el interés de muchos de nosotros por la especialidad. El verla de cerca nos hizo entender que era una especialidad muy completa, una especialidad bilingüe, pues es necesario tener una sólida formación clínica pero también cimentada en conocimientos biológicos. Por entonces, Hematología era la única especialidad clínica con esa dualidad tan atractiva. 

La pasión y el entusiasmo del Dr. López Borrasca nos empujó a cinco de los “alumnos de la mili” a hacer esa especialidad.

De los años que lleva en el ejercicio activo… ¿algún recuerdo o etapa especial?

Precisamente en 2024 cumplo los cincuenta años de mi final de carrera. Todas las etapas vividas han sido apasionantes, posiblemente por vivirlas con una gran ilusión profesional. Es difícil distinguir un periodo, el de la residencia, formación de posgrado en Milán y en San Diego, las oposiciones a Cátedra, etc., pero si tuviera que decantarme por una etapa, sin duda es la vivida en mi tierra, en Murcia.

Poner en marcha y desarrollar la actividad de la Unidad de Hematología sabiendo que teníamos el objetivo prioritario de proporcionar bienestar y esperanza a los pacientes, y también poder cumplir los compromisos que todos tenemos con la sociedad, es muy bonito.

Y de todo ese periodo destacaría la confianza, la ayuda, amistad y también hasta el cariño recibido del grupo de personas que me han acompañado durante ese periodo. Algunos colegas me han recordado en diferentes ocasiones que no tenía un equipo, que lo que tenía era una guardia pretoriana. Oír y vivir esa realidad proporciona una satisfacción enorme. Gracias, de corazón, a todos ellos.

Además de su dedicación asistencial, también ha hecho investigación y pertenece al grupo de investigación en hematología y oncología médica clínico-experimental del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB). ¿Cómo valora el nivel de investigación: recursos, tiempo, inversión, etc. en la Región de Murcia?

Desde que inicié la formación profesional me caló profundamente que para realizar una mejor actividad en Hematología era imprescindible adquirir una sólida formación asistencial e investigadora. Posiblemente por eso realicé la carrera universitaria. Suelo decir que yo estudié la carrera de medicina no la de catedrático, con el objetivo de ser mejor médico. Lo integrado en Navarra, Salamanca, Milán y San Diego me dejó claro que el rigor asistencial en el estudio de un paciente se beneficia notablemente si somos capaces de hacernos preguntas e intentar resolverlas, que en definitiva es la investigación.

Desde que llegué a Murcia, ese fue un objetivo prioritario: hacer una buena asistencia sustentada en una sólida investigación clínica. Afortunadamente, tenemos desde hace muchos años un grupo de excelencia de investigación multidisciplinario en la universidad de Murcia e IMIB. Precisamente por la experiencia acumulada tuvimos la responsabilidad de poner en marcha junto al Prof. Pascual Parrilla el IMIB, en mi caso como subdirector científico.

¿Qué consejo les daría a los residentes que empiezan ahora su periodo de formación como especialistas?

Dar consejos a personas que les llevas varias decenas de años es complicado, pero sí me atrevería con algunas sugerencias. En primer lugar, que tienen que luchar por las cosas, que no caen del cielo; lo que uno quiere y persigue generalmente acaba consiguiéndose, o al menos se tiene la satisfacción de haberlo intentado. En segundo lugar, que hay que buscar y tener ilusión en la vida: es uno de sus motores y la ilusión profesional es crucial. Que no sean cortos de miras a la hora de elegir la especialidad que tendrán durante toda su vida. Que hagan la especialidad que les guste, no la de moda. Hacer toda la vida algo que no satisface no da calidad de vida. La satisfacción por el trabajo bien hecho y con ilusión, es más gratificante que tomar la profesión como herramienta exclusiva para ganar dinero. Finalmente, que a la hora de elegir lugar de especialidad que tengan en cuenta el viejo refrán español: “A quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.

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