Al menos una de cada cinco heridas no recibe el tratamiento adecuado, especialmente en casos de apariencia leve producidas en el entorno doméstico, según las conclusiones del Congreso Nacional de Heridas y Cicatrización organizado por la Sociedad Española de Heridas (SEHER)
Madrid, 7 de febrero de 2012 (medicosypacientes.com)
Al menos una de cada cinco heridas no recibe el tratamiento adecuado, especialmente en casos de apariencia leve producidas en el entorno doméstico, según las conclusiones del Congreso Nacional de Heridas y Cicatrización organizado por la Sociedad Española de Heridas (SEHER)
En este Congreso se ha aprovechado para desterrar las falsas creencias más comunes en torno a la cura de cortes, contusiones, quemaduras o úlceras y, de esta manera, impedir que a la larga un cuidado inadecuado pueda dar lugar no sólo a cicatrices que podían haberse evitado, sino incluso a determinadas disfunciones anatómicas (pérdida de movilidad, etc.).
Cada una de estas heridas tiene una especial prevalencia en algún grupo concreto de población. De esta forma, los niños son muy propensos a sufrir golpes por sus juegos o accidentes domésticos, mientras que enfermos y ancianos que se ven obligados a permanecer mucho tiempo en cama son muy proclives, por ejemplo, a padecer heridas crónicas por la presión de su cuerpo sobre una misma superficie durante largos periodos.
De hecho, según datos de la Sociedad Española de Heridas (SEHER) en el sector sanitario español se atienden diariamente 100.000 casos de úlceras por presión, siendo evitable el 95% con una correcta prevención.
Por este motivo, es recomendable que quienes convivan con personas pertenecientes a grupos de riesgo estén familiarizados con el tratamiento básico de las heridas y, sobre todo, que no caigan en los falsos mitos que puedan complicar el proceso de curación. A continuación se ofrece una relación de falsos mitos extraídos del Congreso Nacional de Heridas y Cicatrización:
“Es un rasguño sin importancia”
Falso. Todas las heridas precisan de atención de la posible hemorragia, el dolor y un tratamiento local que favorezca la cicatrización, de tal forma que incluso las de menor gravedad deben ser consideradas, aunque sea a menor escala.
El modo de atenderlo puede ser por primera intención -cierre de la herida con sutura- o por segunda intención -curas locales-. Este último procedimiento es más largo en el tiempo y habitualmente produce un peor resultado funcional y estético, por lo que generalmente sólo se realiza cuando no es posible el cierre mediante sutura.
“Las heridas no se lavan”
Otro de los errores más comunes cuando se produce una herida es pensar que no hace falta lavarla; nada más lejos de la realidad. El principal componente del cuerpo humano es el agua, y es por ello que la humedad en su justa medida ayuda a la cicatrización, además de impedir que se produzca una posible infección.
“Es bueno lavar las heridas con jabón de sosa”
El jabón casero es un estupendo producto para la vajilla pero un mal producto para la herida, ya que no solo altera el medio necesario para la cicatrización, sino que altera la flora habitual de la piel, muy necesaria para mantener el medio ácido de la piel que nos protege de las infecciones.
“Es bueno que se forme costra”
La costra no es más que el depósito de sangre y productos de la degradación de los tejidos, que se seca y se adhiere al lecho de la propia herida, formando un ambiente seco que retrasa la cicatrización. Por ello, es importante lavar frecuentemente la herida, evitando que se forme la costra.
“Las heridas se curan sólo una vez en semana”
El espaciamiento de las curas depende del tipo de herida, desde la menor atención que precisan las que han recibido puntos hasta las curas diarias que pueden requerir las de tipo crónico. Es cierto que existen casos especiales, como el de los injertos de piel, en los que la primera cura puede esperar entre cinco y seis días, pero aún así requiere siempre medios para mantener la humedad de la herida a un nivel aceptable. En este sentido, es importante recordar que un vendaje puede provocar que la herida se seque si no va acompañada de un apósito que la regule.
“Las heridas deben dejarse al aire”
Para cicatrizar correctamente una herida debe mantenerse inmovilizada durante dos o tres días, y para ello necesita estar cubierta por un vendaje adecuado. Estos apósitos cumplen además una segunda función, la de proteger la herida frente agresiones externas que pudieran provocar infecciones o afectar a la cicatrización.
“El sol es bueno para la herida”
Se trata de otro de los mitos más extendidos. En términos generales, la radiación solar es un factor negativo para la herida tanto cuando acaba de producirse -ya que favorece la inflamación- como durante el proceso de cicatrización, lo que puede afectar muy negativamente a su apariencia estética. De hecho, uno de los tratamientos recomendados para la fase de cicatrización es el uso de protección solar, que debe extenderse generosamente por toda la piel expuesta al sol, y no solo por la cicatriz de la herida.
Las quemaduras, el accidente doméstico por excelencia
Las quemaduras son el accidente doméstico por excelencia y el segundo tipo de herida más común en España, sólo por detrás de las causadas por cortes o contusiones, y sin embargo en muchos casos continúan siendo tratadas de forma inadecuada
De este modo, acciones tan habituales como ponerse pasta de dientes, aplicarse aceite de oliva o cubrir la zona con diferentes tipos de plantas como aloe vera o alimentos como rodajas de patata o piel de cebolla no sólo no tienen por qué contribuir a mejorar la quemadura, sino que pueden llegar a producir el efecto contrario e incluso resultar peligrosos.
Esta situación es particularmente delicada si tenemos en cuenta que las quemaduras son especialmente comunes entre los recién nacidos -normalmente por descuido al bañarlos- y la población infantil en general, ya sea por contacto con líquidos calientes (agua hirviendo, leche, sopa…) o por apoyarse en alguna superficie caliente (plancha, vitrocerámica…).
En caso de producirse una quemadura, ya sea por calor o por electricidad, existe una ‘hoja de ruta’ muy clara con los pasos a seguir para minimizar su daño y evitar que este tipo de lesiones puedan sobreinfectarse, un riesgo que podría traer consigo complicaciones para nuestra salud.
De este modo, lo más recomendable en el momento mismo en el que se produce el percance es liberarnos de las prendas y objetos que de alguna manera puedan continuar dañando nuestra piel, desde productos químicos o fragmentos de ropa hasta anillos o cadenas que puedan haber acumulado calor.
A continuación es conveniente lavar bien la zona con abundante agua fría; no obstante, si el daño lo ha causado algún agente químico -como puede ser la lejía u otros productos de limpieza- se debe tener mucho cuidado y evitar que el agua salpique la piel que rodea la quemadura, ya que es probable que arrastre consigo las gotas que pudieran quedar.
Una vez hecho esto, el paso siguiente es cubrir la zona con vendas y compresas estériles o, en su lugar, con el material más higiénico a nuestro alcance, como por ejemplo ropa recién lavada. A la hora de fijarlo hay que procurar que quede holgado para no presionar la zona, especialmente si la quemadura se ha producido en alguna extremidad.
Estos sencillos consejos son de gran utilidad en los primeros momentos, pero únicamente suponen los primeros pasos antes de trasladarnos al servicio de urgencias más cercano, ya que siempre debe ser el personal sanitario quien valore si es necesario poner en marcha otras medidas alternativas para tratar la quemadura con todas las garantías para nuestra salud.