Si uno de los derechos del ciudadano es tener la mejor salud posible, los datos básicos de su Historia Clínica deberían poder ser consultados por los médicos que le atienden, cualquiera que fuera el punto geográfico donde se encontrasen
Artículo de opinión realizado para ?Médicos y pacientes? por Juan Manuel Garrote Díaz, presidente del Colegio de Medicos de Segovia
¿ES LA HISTORIA CLÍNICA ELECTRÓNICA COMPARTIDA UN DERECHO FUNDAMENTAL DEL CIUDADANO?
Definimos la Historia Clínica como el conjunto de datos sobre una persona que nos informa sobre el estado de su salud. Si bien la Historia Clínica o patobiográfica se ha registrado desde al menos el Papiro de Edwin Smith, primer documento médico conocido que data del 3000 a.c., y que en la actualidad no se concibe que un paciente no tenga una Historia Clínica escrita, lo cierto es que estos relatos no se han cumplimentado de forma sistemática hasta hace apenas 60 años. Durante el siglo XIX los registros patográficos consistían generalmente en órdenes de tratamiento, y a principios del XX quizás se completaban con gráficas de constantes clínicas; casi llegando a la mitad del pasado siglo y comenzando en los hospitales, se afianzó la necesidad de dejar constancia de los hallazgos clínicos en cada persona tratada, y unos años después esta forma de actuar se impregnó en la Atención Primaria.
Juan Manuel Garrote Díaz
Con el advenimiento de la era cibernética, en la actualidad el soporte de la Historia Clínica ha dejado de ser el papel, y en general va siendo el mundo de los bits el que recoge nuestras impresiones clínicas. Pero al igual que el mundo de la comunicación informática se ha adueñado del quehacer ciudadano, y por supuesto del médico, también esta época se caracteriza por el incesante viajar de los habitantes terráqueos. No sólo se mueven los hombres de negocios y los políticos como hace 100 años, ahora toda la humanidad se desplaza continuamente, haciéndolo a cientos o miles de Km. por días, semanas o meses, y no importando casi nada el estado de salud del viajero, incluso a menudo por este motivo. A veces uno en agosto, piensa que la costa mediterránea va a quedarse por debajo del nivel del mar como consecuencia del incremento de peso que aportan los turistas que allí llegan. Pero al margen de esta pequeña broma, lo que no ha ido parejo a la revolución de la comunicación clínica, han sido las decisiones de los Administradores sobre la eficacia de ésta, de tal forma que se da la paradoja de que en una Comunidad Autónoma pueden cohabitar tres soportes informáticos diferentes e incompatibles para atender a los usuarios de los Centros de Salud, o que cada Hospital tenga un soporte informático distinto, aun estando en la misma ciudad, o que no haya un lenguaje informático que permita la conexión de las historias clínicas entre Atención Primaria y Hospitalaria.
Para este dislate no hay explicación plausible, pues si bien se han argumentado criterios de confidencialidad, o de ser los dueños de los software por parte de cada Administración, el tiempo ha desvelado que ha habido un exceso de protección que ha convertido la visión de los datos patográficos desde una óptica carcelera más que desde una óptica de mejorar la salud del paciente. Si les explicáramos a los ciudadanos que su Historia Clínica sólo puede ser leída en su Hospital o en la provincia donde habitualmente se le trata se quedaría perplejo; hagan la prueba, yo lo he hecho, y el paciente no llega a entender cómo los médicos nos ocultamos datos sobre su salud pudiendo compartirlos. Si uno de los derechos del ciudadano es tener la mejor salud posible, los datos básicos de la Historia Clínica de un paciente deben poder ser consultados por los médicos que le atienden, se encuentren en el punto geográfico que se encuentren.
Afortunadamente el pasado 1 de Diciembre, el Consejo de la Unión Europea publicó unas conclusiones sobre la sanidad electrónica que podrían ser el primer paso para componer este laberinto; sería deseable que en España, el Consejo interterritorial cogiera ese toro por los cuernos y le diera una solución, que es íntegramente política, para que ese derecho fundamental del ciudadano sobre su salud viera la luz pronto. Creo que éste es un buen deseo para las Asociaciones de Pacientes y la OMC para el año 2010.
Juan Manuel Garrote Díaz
Presidente del Colegio de Médicos de Segovia