El secretario general de la Organización Médica Colegial (OMC), el doctor Serafín Romero, se mostró convencido de que la gestión clínica va a permitir impulsar un profesionalismo médico renovado». Así lo indicó durante su participación en la Jornada que sobre gestión clínica organizada ayer martes la Federación de Asociaciones Científico-Medicas (FACME) en el Colegio de Médicos de Madrid, en la que se expuso la visión que las instituciones tienen sobre este modelo asistencial
Madrid, 11 de junio 2014 (medicosypacientes.com)
El secretario general de la Organización Médica Colegial (OMC), el doctor Serafín Romero, participó en la Jornada sobre gestión clínica que organizó ayer martes la Federación de Asociaciones Científico-Medicas Españolas (FACME) en el Colegio de Médicos de Madrid. El doctor Romero se manifestó fiel defensor de la gestión clínica, ya que el beneficio que reporta puede, incluso, impulsar «un renovado profesionalismo médico», según indicó.
Su intervención partió de la definición de gestión clínica como «un modelo asistencial integrador, colaborativo y multidisciplinario que busca la mejora de la eficiencia y la calidad de la práctica clínica mediante la responsabilización de los médicos en la gestión de recursos utilizados en su ejercicio profesional, organizando y coordinando las actividades que se generan en torno a cada proceso asistencial», una definición, como señaló, ha sido consensuada en el Foro de la Profesión Médica y compartida con el Ministerio de Sanidad.
Este modelo, como indicó, pretende, además de «potenciar nuevos valores y competencias esenciales para impulsar un renovado profesionalismo médico», ser capaz de promover una forma de organización que oriente la actividad hacia el proceso asistencial y a la atención integral del paciente; y motivar a los médicos mediante su implicación en la gestión de los recursos de la unidad o servicio al que pertenecen.
El doctor Serafín Romero abogó por la gestión clínica desde «el compromiso y la responsabilidad», de la profesión médica, ya que como señaló, la voluntariedad del médico debería dirigirse más hacia la forma de organizarse» porque, como aseguró, «hacer en sí gestión clínica no es voluntario, puesto que el médico tiene la obligación deontológica de hacer gestión clínica», y así queda establecido en el Código Deontológico en sus artículos 7.2; 7,4; y 7.5.
En relación a los elementos necesarios para garantizar la calidad y eficiencia del servicio en el marco de una mayor autonomía de gestión indicó que ésta debe considerarse como «una estrategia proactiva de establecer un nuevo modelo organizativo para orientarse a la excelencia». Además, remarcó que en sí la gestión clínica «no es pública ni privada, ni mejor ni peor si se hace desde lo público o lo privado, ya que la gestión es gestión».
En otro momento de su intervención abogó por una práctica profesional de calidad ante la sociedad, con máximas garantías, en base a una lógica y racionalidad sanitaria, ética y científica, junto a un ejercicio profesional de calidad, «centrado en el paciente y en la defensa de sus intereses por encima de cualquier otro interés y condición».
Estos fueron algunos de los puntos abordados por el secretario general de la OMC en la mesa redonda sobre la «Gestión Clínica y las Instituciones», en la que también participaron otros ponentes, entre ellos, el consejero de Sanidad de Castilla y León, Antonio María Sáez Aguado; el vicesecretario de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), Tomás Toranzo; el presidente de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA), Joaquín Estévez; y el doctor Alfonso Castro Beiras, miembro de la Alianza para la Gestión Clínica en el SNS. La finalidad de esta sesión fue clarificar los aspectos claves sobre este modelo asistencial del que se lleva hablando durante casi dos décadas sin que, hasta el momento, haya logrado calar a fondo entre los profesionales sanitarios, al que se asoman con cierta desconfianza, en parte, como coincidieron en señalar los ponentes por la falta de información y de concreción en su desarrollo que se ha generado alrededor del mismo.
En este sentido, el vicesecretario de la CESM, el doctor Tomás Toranzo, puso en valor el documento elaborado, recientemente, por el Foro de la Profesión Médica, al tiempo que indicó que desde su sindicato se defiende la gestión clínica como «una exigencia de la profesión», y con dos premisas como son «calidad y eficiencia».
La principal meta de la gestión clínica, según Toranzo, es incrementar la eficiencia en la utilización de los recursos, siempre escasos, busca la implicación del profesional en este objetivo mediante la transmisión al mismo de la responsabilidad que hasta entonces residía en otros tales como gestores, autoridad sanitaria y políticos. De ahí que entre sus principales características destacó: modelo organizativo, la responsabilización de los profesionales, calidad asistencial y eficiencia, y la continuidad asistencial sustentada en la gestión por procesos, ésta «muy necesaria para el desarrollo de la gestión clínica», como apuntó Toranzo.
El representante de CESM también habló de liderazgo médico, como otro requisito más a contemplar respecto a la gestión clínica, para aquellas estructuras donde el objetivo fundamental sea «el diagnóstico y el tratamiento, que son competencias única y exclusivamente del médico, por lo cual dichas estructuras tienen que estar lideradas por un profesional que pueda asumir con conocimiento este tipo de responsabilidades».
Desde el punto de vista de su organización, los requisitos que se precisan para la implantación de una unidad gestión clínica pasan por: una personalidad que no sea jurídica propia; que no haya cambio en la relación laboral; que se le dote de una financiación realista y suficiente; que posea un sistema de información adecuado; que se le practique una evaluación de resultados en salud; que sea voluntaria por parte del profesional que opte por adscribirse a una unidad de gestión clínica; que los incentivos no salgan del ahorro; y sobre todo que predomine el liderazgo médico.
Entre los principales inconvenientes que observa para su implantación destacó: una escasa formación en gestión; la desconfianza de los profesionales en los gestores; y un sistema retributivo que no reconoce los méritos adecuadamente.
El presidente de SEDISA recordó, por su parte que la meta de la gestión clínica es la mejora de la eficiencia en beneficio del paciente, lo cual implica la necesidad de una evaluación permanente, que requiere la intervención de un órgano independiente de políticos, profesionales y directivos, que sistemáticamente comparen los resultados con objetivos determinados de forma previa».
En opinión de Estévez, «La gestión clínica implica a políticos, directivos y profesionales de la sanidad. Se trata de establecer un sistema que facilite la participación de los clínicos en la mejora sistemática de la eficiencia, mediante el desarrollo de prácticas de gestión adecuadas».
Desde su punto de vista, para que la gestión clínica tenga éxito, los centros no deben enfocar su esfuerzo solo hacia el desarrollo de la estrategia pertinente, sino que es necesario trabajar en el desarrollo de la cultura corporativa en torno a este concepto, debido a que si cualquier estrategia, por adecuada que sea, choca contra la cultura, fracasará. En este marco, el presidente de SEDISA incidió en que «misión, visión y valores deben ser adoptados por todos los agentes implicados, y que éstos asuman los principios éticos de integridad, profesionalidad y ética empresarial bajo los valores de la Gestión Clínica».
Por su parte, el profesor Alfonso Castro Beiras criticó que se lleve haciendo análisis sobre los modelos sanitarios desde 1990 y, sin embargo, poca acción, advirtiendo, que «los elementos que han dado éxito hasta ahora al sistema sanitario español pueden no ser los que se requieren para el SNS del mañana».
A su juicio se precisa involucrar a los profesionales en la gestión clínica y recuperar su confianza. Castro Beiras percibe en la gestión clínica una oportunidad, dado que «se requiere una metamorfosis, que puede venir de la mano de la gestión clínica».
La visión de la Administración sanitaria
El consejero de Sanidad de Castilla y León, Antonio María Sáez Aguado, recordó que en su Comunidad Autónoma se lleva trabajando más de un año en la implantación de Gestión Clínica, que estará regulada normativamente a través de un R.D. Su intención es despejar, en la medida de lo posible, todas las dudas que ha suscitado el debate que se viene generando sobre gestión clínica, que, a su juicio, han influido en su desarrollo, al haberse asociado más con riesgos que con beneficios.
Aseguró que sus planteamientos coinciden plenamente con el documento del Foro de la Profesión Médica, en lo que respecta a la definición y principales características de la gestión clínica: ámbito público, sin cambios en el régimen laboral; y sin personalidad jurídica propia.
Durante su intervención también expuso algunas dificultades que, desde su punto de vista, acechan a este modelo asistencial. Se refirió a «la organización burocrática que predomina en el sistema sanitario, así como una serie de fuerzas inmovilistas, entre las que incluyo a gran parte de las organizaciones sindicales, que está añadiendo riesgos a la sostenibilidad del sistema». También genera resistencia por parte de ciertos grupos de profesionales que puede «provocar una organización con dos velocidades, cuando lo deseable es que este cambio organizativo tienda a generalizarse».
En definitiva, como concluyó el responsable de la Sanidad castellano-leonesa, «poner la gestión en manos de los profesionales es una obligación desde la perspectiva de la eficiencia y eso nos compete a todos».