Los animales no pueden suplir totalmente la falta de afecto de una persona, como tampoco sustituyen una terapia médica. Los animales sólo ayudan, a veces de un modo increíble, en un mundo bastante imperfecto
No hablo del contacto con personas sino de mascotas, que se comportan como verdaderos amigos ya que no hacen preguntas y tampoco critican, por ello los animales a través de mensajes “subliminales” nos pueden enseñar a valorarnos, a relajarnos y a superar situaciones difíciles.
Está comprobado que la convivencia con “ellos” puede mejorar el estado anímico de los pacientes en situación irreversible o el de los ancianos, ya que “recorren” con ellos la parte del camino más complicada, por lo tanto, en estas situaciones pueden ser una fuente de equilibrio tremendamente positiva.
Por cierto, pongo un ejemplo muy significativo, los que han acogido a perros callejeros han comprobado su completa fidelidad, basada en una especie de agradecimiento que perdurará durante toda su vida,… ¡por darles un hogar!. Hace ya muchos años que se comprobó la connotación positiva del animal de compañía, parece ser que la primera utilización terapéutica de animales de compañía en una Institución que se conoce fue en 1792, en el asilo de York, Gran Bretaña.
En 1867, una Institución alemana empezó a utilizar animales, especialmente con enfermos epilépticos. Ya sabemos que en los países desarrollados la expectativa de vida es cada vez mayor pero, en gran parte de los casos, eso va unido a padecimientos crónicos más soledad.
Además el hecho de que las familias se han reducido de forma espectacular en los últimos años hace que el número de personas mayores que viven solas vaya en aumento, hecho que va a ir a más en las próximas décadas.
Los animales de compañía son un óptimo revulsivo para la soledad de estas personas. En Estados Unidos se realizó una encuesta donde se percibía que las personas de más de 65 años que compartían casa con un animal de compañía sufrían menos depresiones, posiblemente porque estas personas tienen en el animal al receptor ideal de gran cantidad de su afecto, al mismo tiempo que lo reciben, por otra parte, también las personas hospitalizadas se recuperan con más prontitud cuando saben que tienen a ese “amigo” esperándoles para cuando regresen a casa.
En definitiva, llegamos a la conclusión de que un animal de compañía mejora la salud física y psíquica de las personas mayores o enfermas, aumenta su autoestima, llena los vacíos y la soledad, ofreciendo gratuitamente enormes dosis de cariño, además, solo piden a cambio un poco de responsabilidad, mimos y alguna que otra golosina como premio.
Pero que nadie se confunda, los animales no deberían sustituir a las personas ya que los ancianos y pacientes de enfermedades crónicas y degenerativas necesitan que sus seres queridos estén con ellos, se preocupen por ellos y les den el afecto necesario.
La conclusión es muy fácil, la relación con un animal favorecerá y ayudará cada día a las personas enfermas y solitarias para poder enfrentarse a los días difíciles, porque en determinados momentos, aunque éstos sean puntuales, les alegraran algo su existencia.
Fuente: Dr. Juan Carlos Moreno
para medicosypacientes.com