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Rincón del paciente: Estornudos

Es un reflejo involuntario, violento y escandaloso del organismo como respuesta respiratoria defensiva a una irritación nasal inespecífica y que nos produce cierto alivio, otra cosa es el estornudo frecuente rebelde al tratamiento o la incapacidad de estornudar

El estornudo ha tenido altibajos apreciativos como salud o enfermedad desde hace unos cuantos milenios, así cuentan que el primer estornudo corrió a cargo de Adán, quedando reflejado posteriormente como malignidad cerebral porque expulsaba el alma, lo que determinaba el final del sujeto que lo ejecutaba, hasta que un párrafo del Génesis determinó su aparición como salud y felicidad hablándose entonces de su naturaleza sagrada, por lo que, en la Edad Media surgió la respuesta de ¡Jesús! ante su aparición para desear suerte futura.

Curiosamente, en otras áreas geográficas como la africana por ejemplo se mantuvo siempre que lo dañino era no poder estornudar, sin olvidar que en su momento ya se le relacionó con la epilepsia.

Existen cuatro causas, en primer lugar el problema nasal por alergia ambiental, cambios de presión o de temperatura más el archiconocido catarro, en segundo lugar la reacción autónoma a la luz que conllevaría una estimulación e irritación de determinados nervios que desencadenarían una congestión nasal y dentro de este grupo podemos citar también su aparición al orinar o tiritar, ante la toma de determinado medicamento o tras la excitación sexual, pasamos en tercer lugar a implicar como origen la ansiedad y finalizamos comentando de nuevo su relación con procesos epilépticos sobre todo en la afectación del lóbulo temporal.

El proceso comienza tras la estimulación de determinados receptores de la parte anterior de la nariz que generan impulsos que alcanzan el centro del estornudo que, a su vez, genera una secreción de ¿ placentera sensación ? que vuelve a estimular las terminaciones ya mencionadas retornando de nuevo los impulsos a dicho centro del estornudo, lo que desencadena la fase de expulsión ejecutada por el nervio facial que provoca que las glándulas lacrimales, la nariz, la faringe y el paladar produzcan una secreción que definitivamente conlleva al cierre involuntario de los ojos y la inspiración seguida de la contracción generalizada de los músculos liberándose el aire por la nariz y la boca a una velocidad no permitida por los controles de tráfico, por cierto, algunas de estas gotas que son expulsadas y que todos hemos padecido en alguna ocasión pueden quedar suspendidas en el aire hasta 40 minutos.

El centro referido de coordinación está en la protuberancia cerebral regulando, asimismo, la tos o la apnea y en personas con lesión en esta zona la fase de expulsión no se lleva a cabo, a lo que podemos añadir que maniobras como presionar los labios o la nariz, la depilación de las cejas, frotarse el ojo o la toma de determinados alimentos pueden provocar el estornudo en determinadas circunstancias y, al contrario, algunas personas debido a la influencia de la corteza cerebral pueden suprimir este reflejo voluntariamente.

Ante la aparición de cierta persistencia, una vez descartada la etiología alérgica o respiratoria, o la ausencia absoluta hay que echar mano de pruebas específicas como la resonancia magnética.

La utilización de los tratamientos oportunos en los casos de rutina suele bastar para la supresión del cuadro y podemos relatar un caso de un niño que estuvo 18 días estornudando con exploración normal y sin respuesta al tratamiento lógico que mejoró gracias a los efectos secundarios de un antiemético.

Fuente: Dr. Juan Carlos Moreno
para medicosypacientes.com

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