El control de las enfermedades asociadas es vital en el éxito de la cirugía, por ello es necesaria la conexión con el resto de especialidades para programar una acción multidisciplinaria en el diagnóstico y en etapas preoperatorias más postoperatorias
Asistimos a un envejecimiento progresivo de la población, por la mejora en las condiciones socio-sanitarias, siendo cada vez más frecuente encontrarnos con septuagenarios y octogenarios con excelente salud, activos e independientes. Por ello el anciano es cada vez más protagonista en consultas externas, urgencias y quirófanos, tanto en procesos banales como en procedimientos graves.
En el anciano cobra máxima importancia la valoración del riesgo quirúrgico, mediante el estudio de su función cardiorrespitatoria, renal, neurológica o presencia de enfermedades degenerativas que influyan en todo lo anterior.
En la actualidad es posible conocer tanto el diagnóstico preciso de la enfermedad como su extensión, gravedad y enfermedades asociadas para realizar un estudio preoperatorio de las funciones vitales para afrontar la cirugía en las mejores condiciones de seguridad, las mínimas complicaciones y el mejor resultado para la función y la vuelta a la vida ordinaria del paciente anciano.
En el quirófano, por otro lado, el cirujano debe llevar al límite la pulcritud y limpieza en el desarrollo de las técnicas quirúrgicas, por ello es un reto devolver a los ancianos tras cirugía a su vida ordinaria, contribuyendo a que el quirófano no sea una suerte de “estación final”, sino tan sólo “de paso”.
Fuente: Dr. Juan Carlos Moreno
para medicosypacientes.com