El presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Castellón (COMCAS) y experto en Sanidad Penitenciaria, el doctor Julio García Guerrero, dirigió en el I Congreso Nacional de Deontología, celebrado recientemente en el Colegio de Médicos de Bizkaia, un taller sobre “La deontología en prisiones. La huelga de hambre”. Se trata de un tema de gran trascendencia en dicho ámbito asistencial por todos los aspectos deontológicos que lo rodean. No en vano, el 85 por ciento de los médicos de prisiones se enfrentan a problemas deontológicos en su práctica clínica diaria
Bilbao, 27 de mayo 2014 (medicosypacientes.com)
El presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Castellón y experto en Sanidad Penitenciaria, el doctor Julio García Guerrero, dirigió en el I Congreso Nacional de Deontología, celebrado recientemente en el Colegio de Médicos de Bizkaia, un taller sobre “La deontología en prisiones. La huelga de hambre”. Se trata de un tema de gran trascendencia en dicho ámbito asistencial por todos los aspectos deontológicos que lo rodean. No en vano, el 85 por ciento de los médicos de prisiones se enfrentan a problemas deontológicos en su práctica clínica diaria, según ha explicado en una entrevista concedida a “MedicosyPacientes”.
-En el marco del I Congreso Nacional de Deontología Médica, celebrado por el Colegio de Médicos de Bizkaia, se ha abordado, desde el punto de vista deontológico, la problemática de la huelga de hambre y el tratamiento forzoso en las instituciones penitenciarias. ¿Qué aspectos destacaría del contenido de este taller?
–Se debatieron ampliamente las controversias éticas, deontológicas y legales a las que se enfrentan los profesionales de la Sanidad penitenciaria, en este caso, ante la huelga de hambre llevada a efecto por los presos. El punto álgido de la Jornada se focalizó en el dilema que suscita a los médicos de prisiones tener que optar entre el tratamiento médico forzado o respetar la voluntad del paciente.
-¿Qué respuesta ofrece la Deontología Médica en temas tan sensibles como éste de la huelga de hambre de un preso?
-Con respecto al tema concreto de la huelga de hambre, la ética y la deontología chocan, en lo esencial, con las disposiciones y doctrina legales, y es ahí de donde surge el problema. Tanto los postulados éticos como deontológicos mantienen que no se puede intervenir en el cuerpo de una persona en su sano juicio en contra de su voluntad, a no ser que haya daño a terceros. Sin embargo, las resoluciones judiciales imponen los tratamientos médicos forzosos a los presos, en este caso la alimentación forzosa cuando haya peligro para la salud o vida del huelguista, con el agravante de que endosan al médico la responsabilidad de decidir cuando llega el momento en que hay que actuar de forma obligatoria.
-¿Cómo suele reaccionar el médico de prisiones ante un conflicto moral de estas características?
-Cuando hay que tratar a una persona de forma forzosa porque la ley o las resoluciones administrativas lo imponen, la sorpresa inicial es mayúscula y la negación también porque no es posible. La huelga de hambre, si algo “bueno tiene” es que, más o menos, sabemos cómo va a evolucionar el estado de una persona en ayunas. A medida que pasan los días y el preso ha perdido peso se sabe de antemano el pronóstico, por tanto, problemas médicos propiamente dichos no hay más de los que ya sabemos. Sin embargo, los dilemas morales al facultativo de prisiones le surgen cuando tiene que dirigirse a la Administración, al director de la prisión o al juez porque la vida del preso comienza a correr peligro, puesto que este médico sabe que la resolución judicial va a determinar que se le alimente si en realidad la vida corre peligro. En este sentido, he detectado en los asistentes a este taller una cierta frustración o desazón ante casos de este tipo que, con frecuencia, se convierten en un conflicto muy importante.
-Casos de este tipo ¿marcan una gran diferencia entre el ejercicio de la Medicina dentro de la prisión con respecto al exterior?
-Evidentemente, la prisión es un mundo muy pequeño, aislado, desconocido, donde nos enfrentamos a problemas deontológicos de diversa índole como, por ejemplo, la salvaguarda del secreto profesional, los conflictos de doble fidelidad que se dan, la objeción de conciencia. No en vano, más del 85 por ciento de estos profesionales tienen habitualmente problemas deontológicos en su práctica clínica habitual.
-Como presidente de la Comisión Deontológica de un Colegio de Médicos, en este caso el de Castellón, ¿qué ayuda pueden prestar estos órganos a colectivos de este tipo?
-Cuando en las Comisiones Deontológicas recibimos sus consultas procuramos contestarlas de la manera más amplia y adecuada posible e, incluso, nos ponemos en contacto con el interesado e intentamos darle todo el apoyo posible. De cualquier forma, los médicos de prisiones, por lo general, suelen tener una amplia experiencia en Medicina Legal que, en buena parte, compensa la falta que pudieran tener en formación deontológica.
-Además disponen de herramientas como el Código Deontológico de la Organización Médica Colegial, ¿qué valor les aporta a la hora de enfrentarse a su ejercicio clínico con las peculiaridades que Vd. ha explicado?
-Desde luego, el Código Deontológico vigente nos ha prestado a los médicos de prisiones un apoyo moral y deontológico muy importantes, ya que nos hace sentir amparados por nuestras instituciones ante casos dramáticos como este que hemos abordado de la huelga de hambre. En concreto, su artículo 12 lo deja meridianamente claro: “El médico respetará la libertad de quienes decidan de forma consciente y libre realizar huelga de hambre, incluidas las personas privadas de libertad”.