El diputado José Martínez Olmos, autor del libro “Qué pasó con la Gripe A”, ha expresado, en la presentación de esta publicación, que la OMS debe “rendir cuentas” de lo que pasó con esta pandemia originada en 2009 y aboga para que se revisen los “procesos de autorización y evaluación de las vacunas porque nos han aportado muchas cosas”
Madrid, 1 de octubre de 2014 (medicosypacientes.com)
El diputado José Martínez Olmos, autor del libro “Qué pasó con la Gripe A”, ha expresado, en la presentación de esta publicación, que la OMS debe “rendir cuentas” de lo que pasó con esta pandemia originada en 2009 y aboga para que se revisen los “procesos de autorización y evaluación de las vacunas porque nos han aportado muchas cosas”.
Así se expresó el portavoz de Sanidad en el Congreso, José Martínez Olmos, en la presentación de su libro que asegura haber escrito con la intención de que sirva de reflexión para afrontar situaciones de crisis de salud pública como la que provocó esta pandemia, que él vivió intensamente desde la “sala de mandos” del Ministerio de Sanidad, cuando era secretario general de Sanidad.
Martínez Olmos presentó ayer su libro en la sede de la Organización Médica Colegial (OMC) en un acto en el que participó el presidente de la corporación, Dr. Juan José Rodriguez Sendin, y la periodista y colaboradora del libro, Maite Perea. Al acto asistieron profesionales que han colaborado en la publicación, representantes del sector sanitario y expertos en comunicación.
Abrió el acto el presidente de la OMC, para quien la pandemia de la Gripe A constituyó una “crisis de comunicación” para las autoridades sanitarias de lo que denominó “epidemia de miedo”, creada, en su opinión, gratuitamente -“prefiero creer que por ignorancia”, dijo- y que aumentó exponencialmente el problema de salud pública que la Gripe representa todos los años.
De esta “epidemia de miedo” que desencadeno la Gripe A, el Dr. Rodriguez Sendin destacó el reto que supuso la coordinación ante el Gobierno Central y las CC.AA, pero puso sobre la mesa “debates” aún no resueltos como la “sombra sobre la neutralidad de la OMS; la eficacia de la vacuna, la inutilidad de los antivirales, las presiones de la industria farmacéutica y la descoordinación entre los gobiernos de la Unión Europea”. De las lecciones de esta experiencia, dijo que “poco se puede aprender cuando los que generan y ofrecen respuestas falsas no tienen ninguna penalización por ello”.
Felicitó a Martínez Olmos por su trabajo porque, en su opinión, “hizo lo que creía mejor para abordar la crisis” y también por “someterse a escrutinio público” cinco años después. Expresó su deseo de que “todas los que tienen responsabilidades políticas y sanitarias en la toma de decisiones, hicieran lo mismo”.
Maite Perea, periodista que vivió la crisis desde el Gabinete de Prensa del Ministerio de Sanidad, resaltó, tal y como también recoge en el epílogo, las claves en las que se basó la estrategia de comunicación: respuesta rápida y portavoces solventes, trasparencia y veracidad, disponibilidad permanente y coordinación de la comunicación interna.
Y, como conclusiones, destacó que “la transparencia es el único camino para conseguir la credibilidad y confianza” de medios y ciudadanos; que la responsabilidad de los medios de comunicación y de las administraciones públicas en el tratamiento de la información es “piedra angular” para minimizar “escenarios innecesarios de alarmismo y pánico” y la necesidad de que el “rigor informativo” esté por encima de la celeridad por publicar. Sobre este último punto, se preguntó cómo hubiera sido la gestión de aquella crisis con la actual dimensión de las redes sociales, algo que, en su opinión, los organismos nacionales e internacionales deben de prever para situaciones de este tipo.
Finalmente el autor, José Martínez Olmos, recordó los momentos intensos vividos entonces y explicó que el motivo del libro es “extraer lecciones aprendidas sobre estrategia, planteamientos preventivos, asistenciales y de intervención” que sean de utilidad con el objetivo de estar mejor preparados ente nuevas situaciones que pongan en riesgo la salud global de la sociedad, como es el caso actual del Ébola.
Sobre esta nueva pandemia, criticó la política informativa de las autoridades sanitarias españolas por “falta de transparencia” que “todavía no han dado una información oficial a los grupos parlamentarios” y anunció que en la próxima comparecencia de la directora general de Salud Pública y Calidad e Innovación, Mercedes Vinuesa, prevista para el 7 de octubre, su grupo planteará “porqué no ha dimitido cuando el Presidente del Gobierno la ha desautorizado”.
Destacó la importancia de evaluar procesos de esta naturaleza que generan un “enorme esfuerzo” de la sociedad desde el punto de vista de la organización de servicios públicos y de gasto público y, tras poner de manifiesto que fue un ejemplo claro de como en España “somos capaces de responder a una situación de incertidumbre de una manera solidaria, coordinada y colaborativa”, abogó por hacer una “reflexión crítica” sobre si se hicieron bien las cosas o no, o si se destinaron más recursos de los necesarios o no.
En su reflexión de cómo se gestionó la pandemia desde el Ministerio de Sanidad, dijo que “hoy, volvería a hacer lo mismo” y aunque reconoció que “se compraron más vacunas de las necesarias” para un 20 por ciento de la población, que luego no se utilizaron y que se gastaron unos 300 millones de euros, “había motivos de preocupación objetivos” y un “precedente de que las consecuencias podían ser graves, por lo que era inevitable hacer un aprovisionamiento de todos los recursos que permitieran minimizar el impacto en la población”.
Para Martínez Olmos, España ofreció ante la pandemia una “respuesta prudente” gracias a que cuenta con los “mejores sistemas de salud pública de Europa” y unos “excelentes profesionales”, así como por el hecho de contar en aquellos momentos con el “respaldo y la lealtad” de todas las comunidades y partidos políticos, incluido el PP, a quienes agradeció su “postura constructiva”.
En su opinión hubo instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA) que cometieron errores a la hora de gestionar la pandemia. Cuestionó las “aletas excesivas” y la independencia de los miembros de la OMS que, a su juicio, “contaminaron” al resto de autoridades sanitarias. Y, como conclusión, consideró que la OMS está obligada a “rendir cuentas” y a que la EMA revise los “procesos de autorización y evaluación de las vacunas”.
Qué pasó con la Gripe A
El libro cuenta con el prologo de la entonces ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, quien tuvo que afrontar la gestión de una de las más importantes crisis de salud pública global de los últimos tiempos. La publicación incluye una introducción del entonces presidente de Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero, y el testimonio de más de cuarenta protagonistas de la realidad política, social, sanitaria y mediática de esos momentos, que aportan, desde su experiencia, una mirada crítica a la situación que provocó esta pandemia.
Qué pasó con la Gripe A describe como se organizaron los primeros momentos de una alerta tras la extensión de la gripe a raíz de casos originados en México; cuenta en qué criterios se basó la estrategia de comunicación; reflexiona sobre el papel de la recién nombrada entonces ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, sin experiencia en sanidad; la coordinación institucional con partidos políticos, organizaciones profesionales y empresariales, sindicatos y asociaciones de ciudadanos; como fue el proceso para acceder a las vacunas y aborda el debate de los antivíricos: el Tamiflú y Relenza.
Sobre la polémica de las vacunas, el libro plantea que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) debería ser mucho más exigente en cuanto a las garantías de seguridad porque, cuando como el caso de la vacuna de la Gripe A, se aprueba por necesidad urgente, lo que queda en el recuerdo es que “no hay suficientes controles sobre las vacunas, que no siempre son necesarias, que pueden hacer daño…” y, al final, lo que está pasando es que “está disminuyendo el crédito de las vacunas”.
Para el autor, la OMS necesita una “profunda reflexión” sobre cómo gestionar las crisis desde el punto de vista de la comunicación y de los excesos porque estas situaciones han generado un “enorme daño a la credibilidad de las políticas de salud pública”. Considera que esta organización no comunicó bien en la gestión de la pandemia y aboga para que “redefina de manera urgente” muchos de sus procesos de trabajo.
Entre sus conclusiones personales, Martinez Olmo, propone que, dado que “la alerta de pandemia decretada por la OMS generó la inversión de miles de millones de euros en todo el mundo en medicamentos y vacunas que finalmente no hubo necesidad de utilizar”, es imprescindible “rendir cuentas” y que, en esa evaluación, se “redefinan procesos de trabajo y de actuación de algunas compañías farmacéuticas”.
En esta crisis, resalta el papel de los profesionales sanitarios españoles, el de los medios de comunicación y la colaboración de todos los grupos parlamentarios. De los políticos, resalta en el libro que “las tentaciones de usar en términos partidistas la gestión de la crisis, que las hubo, quedaron pronto en un segundo plano”.
El libro aborda, de manera tangencial, la alerta sanitaria por la infección causada por el virus del Ébola en el continente africano y reflexiona sobre la forma de proceder de las actuales autoridades sanitarias ante esta crisis, como la repatriación del padre Miguel Pajares y cuestiona la “falta de trasparencia y los criterios de igualdad” con los que han actuado al “aplicarle un tratamiento experimental de inmediato, mientras se impide el acceso de enfermos graves a los mejores tratamientos porque es caro”.
“Qué pasó con la Gripe A” incluye testimonios de personas relevantes que participaron en el proceso de gestión de la pandemia de Gripe A, entre ellas, el entonces presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara; los consejeros de sanidad Juan José Güemes, Maria Jesús Montero, Marina Geli, Manuel Cervera o Vicenç Thomàs; portavoces de grupos parlamentarios como Gaspar Llamazares, Mario Mingo, Concepción Tarruella o Pilar Grande, así como altos cargos y miembros del Ministerio de Sanidad de la época, como Ildefonso Hernández, Rafael Matesanz o Roberto Sabrido.
Además, participan expertos sanitarios y responsables de organizaciones profesionales, como Juan José Rodriguez Sendin, Carmen Peña, Juan José Badiola, Josep Basora, José Luis Llisterri o Humberto Arnés; representantes sindicales, entre ellos, Antonio Cabrera o Carmen López. Y periodistas, especializados en sanidad, como Alipio Gutiérrez, Nuria Ramirez de Castro, Coral Larrosa, José María Catalán, Vanesa Pi, Emilio de Benito, María Sahuquillo y Francisco Fernandez Rodríguez.