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Los europeos, cada vez más conscientes de los perjuicios del cigarrillo electrónico

Aumenta el número de europeos que consideran el cigarrillo electrónico perjudicial para su salud, según las conclusiones de un estudio publicado, recientemente, en la Revista "Tobacco Control", aunque también pone de manifiesto un incremento del consumo de este producto entre la población, sobre todo joven 

Los investigadores analizaron las respuestas a dos Eurobarómetros sobre cuestiones relacionadas con el tabaco, como las percepciones y el consumo de los cigarrillos electrónicos, realizados a principios de 2012 y finales de 2014, entre una muestra representativa de adultos (15 años) de los 27 estados miembros de la UE, menos Croacia.

 
Casi 27.000 personas  respondió a las preguntas sobre la frecuencia de uso; razones para su consumo; percepción de los daños; el consumo de tabaco actual; y proporcionó información sobre la edad, el sexo, el nivel de educación, y la seguridad económica de los hogares.
 
La proporción de personas que dijeron que nunca habían probado un cigarrillo electrónico aumentó del 7,2 por ciento en 2012 al 11,6 por ciento en 2014 en los Estados miembros, aunque esta cifra varía mucho según los países, que van desde el 5,7 por ciento de los encuestados en Portugal hasta el 21,3 por ciento en Francia, por ejemplo. Y en Malta, los encuestados eran más de cinco veces más propensos a decir que habían probado un cigarrillo electrónico en 2014 que en 2012.
 
Por otra parte, en 2014, alrededor de una de cada siete personas que dijeron que habían probado alguna vez un cigarrillo electrónico se define a sí misma como un usuaria actual de estos dispositivos, lo que indica que habían pasado de probarlos a consumirlos, dicen los investigadores. Pero una vez más, esto varía según el país, desde el 1,7 por ciento de Eslovenia al 28,9 por ciento en Portugal.
 
Los fumadores actuales eran 23 veces más propensos a decir que alguna vez habían probado un cigarrillo electrónico, mientras que los exfumadores tenían más de 6,5 veces más probabilidades de haberlo hecho. Estar en el rango de edad de 18 a 24 años, vivir en un pueblo/ciudad y estar más alto en cuanto a nivel educativo también se relacionó con mayores probabilidades de haber probado alguna vez un cigarrillo electrónico.
 
Los que se definen a sí mismos como fumadores actuales del e-cigarrillo eran más propensos a ser mayores y eran casi tres veces más propensos a decir que habían comenzado a consumirlo porque pensaban que los cigarrillos electrónicos podrían ayudarles a dejar de fumar. El atractivo de los cigarrillos electrónicos no influía en la decisión de convertirse en fumador regular.
 
Pero a pesar de la popularidad global creciente de los cigarrillos electrónicos, la proporción de los que opinaban que estos dispositivos plantea un riesgo para la salud casi se duplicó entre 2012 y 2014. En 2012, aproximadamente una de cada cuatro personas (poco más de 27 por ciento) pensaba que representan un riesgo para la salud, cifra que para 2014 había aumentado a más del 51,5 por ciento.
 
Una vez más, esta cifra varió ampliamente, desde poco más de 31 por ciento de los encuestados en Hungría a poco más de 78 por ciento en los Países Bajos. Reino Unido tiene una de las proporciones más bajas de ciudadanos que consideran que los cigarrillos electrónicos son perjudiciales para la salud.
 
Sin embargo, casi un tercio de los encuestados (29 por ciento) dijeron que no sabían si los cigarrillos electrónicos son perjudiciales, lo que indica niveles de incertidumbre reinante sobre su seguridad, sugieren los investigadores. Señalan que como su estudio fue transversal, lo que significa que los datos se recogieron de cada participante en un único punto en el tiempo, se debe tener precaución sobre posibles hipótesis de relaciones causales.
 
Las variaciones en las respuestas pueden explicarse en parte por las diferentes tasas de fumadores entre los estados miembros de la UE, ya que los fumadores actuales y anteriores eran mucho más propensos a haber probado los cigarrillos electrónicos. Otros factores, como la forma en que los cigarrillos electrónicos son anunciados y/o promovidos como ayuda para dejar de fumar, y su asequibilidad, también pueden influir, añaden los autores del trabajo.
 
 
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