En el presente reportaje se repasa el estado actual de conocimientos sobre las alergias al polen y las mejores formas de prevenir sus consecuencias. Es importante conocer el polen al que se es alérgico y seguir los datos sobre su concentración atmosférica a través de los diferentes medios de comunicación
Madrid, 23 de mayo 2009 (medicosypacientes.com)
En estos día, los alérgicos al polen afrontan la peor de sus pesadillas, por eso conviene recordar la realidad de este problema y poner las medidas preventivas o de protección necesarias. El presente reportaje que ?Médicos y Pacientes? ofrece a sus lectores esperamos contribuya a ello.
La alergia al polen es cosa de jóvenes y de grandes ciudades
La alergia a pólenes es un patología de edades jóvenes, predominando entre los 10 a 30 años, y afectando a una de cada 10 personas. Al igual que el resto de las enfermedades alérgicas presenta una tendencia al alza, como en todos los países desarrollados. Este incremento en la prevalencia se relaciona básicamente con dos factores, por una parte, se debe a un mejor control de los procesos infecciosos (teoría de la higiene: a menos infecciones más alergia); y por otra parte, a la evidente implicación de la contaminación ambiental.
El binomio contaminación – alergia al polen
La interacción entre pólenes y contaminación ambiental está ampliamente documentada, habiéndose demostrado que los contaminantes provocan inflamación bronquial, aumentan la potencia alergénica d e los pólenes y sirven de transporte a las partículas polínicas, formando los denominados ?aerosoles alergénicos?.
La relación entre polinosis y contaminación ambiental se inicia con el clásico estudio llevado a cabo en Japón hace tres décadas. Los autores comparan la prevalencia de polinosis entre zonas rurales y áreas contaminadas, concluyendo que la polinosis por cedro es más elevada en la proximidad de las autopistas, que en zonas rurales con similares concentración de polen. En el mismo sentido, Beherendt demuestra que la liberación de sustancias proinflamatorias es mayor en el polen recolectado en zonas de alta densidad de tráfico, que el recolectado en zonas rurales. Por este motivo, cuando recomendamos evitar salidas al campo, debemos precisar que las zonas rurales sí son recomendables; al contrario que las ciudades, muy contaminadas por el tráfico de vehículos.
El caso Ciudad Real ? Puertollano
Durante los años 2000-2001 se llevó a cabo un estudio sobre la descompensación del asma alérgico a pólenes en dos ciudades con distinto nivel de contaminación: Ciudad Real y Puertollano. Los pacientes asmáticos de Puertollano (ciudad industrial con refinería petroquímica, fábrica de fertilizantes y dos centrales térmicas) presentaron una mayor descompensación clínica (superior puntuación en la intensidad de los síntomas, más uso de medicación de rescate, mayo número de asistencia a urgencias) que el grupo de Ciudad Real. Esta peor evolución en el grupo de Puertollano se relacionó con el ozono como contaminante.
Por estos antecedentes, es recomendable que en zonas dónde el ozono pueda exceder los niveles recomendados por la Agencia Europea de Medio Ambiente (180 mg/m 3 de aire), se faciliten a la población las superaciones de ozono, pues suponen un riesgo para las personas alérgicas a pólenes. Mientras persista la superación del ozono, los alérgicos a pólenes deben permanecer dentro de las viviendas y con las ventanas cerradas.
Las medidas que de verdad son eficaces
La evitación de alergeno es la primera medida de actuación en el tratamiento integral de las enfermedades alérgicas. Sin embargo en algunos casos, como en la alergia a pólenes, su eficacia es más limitada, por lo que son necesarias medidas complementarias que eviten parcialmente el contacto con estos aeroalergenos.
Las más eficaces
Evitar permanecer mucho tiempo al aire libre, especialmente en parques, jardines y campo, sobre todo en los días de viento y de máxima concentración polínica.
Disminuir las actividades al aire libre en día secos o ventosos, especialmente entre las 5 y 10 h. de la mañana (emisión de pólenes) y entre las 7 y 10 h. de la tarde (período de descenso del polen desde lo alto de la atmósfera, al enfriarse el aire).
Cuando se viaja en automóvil durante la temporada de polinización, llevar siempre las ventanillas del vehículo cerradas.
Las gafas de sol benefician, pues además de su acción barrera, reducen la irritación conjuntival y el lagrimeo.
Las de eficacia intermedia
El uso de mascarillas, pues si bien evitan la inhalación de esporas de polen (diámetro 20-30 m), no evitan las partículas antigénicas (2-3 m), muy abundantes en situaciones de mayor riesgo (p.e., en tormentas primaverales).
El polen también entra en las casas
En días álgidos de polinización, no sólo se encuentran concentraciones altas de polen en la atmósfera, sino también en el interior de las viviendas, formando parte del polvo doméstico. Así, un estudio llevado a cabo en el estado de California (Estados Unidos), ha demostrado la presencia de cantidades reactivas de gramíneas en las alfombras, ropa de la cama y muebles. La presencia de polen en el interior de las viviendas se relacionó con una mayor ventilación a través de ventanas y claraboyas.
La altura de la vivienda parece también influir en la prevalencia de polinosis, según el estudio llevado a cabo en Valladolid. Los autores encuentran una diferencia significativa entre los pacientes afectados de polinosis que viven en plantas bajas y los pisos altos (4ª, 8ª). En este sentido, una medida de prevención primaria de polinosis sería el indicar a las familias atópicas la conveniencia de vivir en pisos bajos.
Mejor vivir en el campo y en pisos bajos
Las esporas polínicas, al igual que las partículas antigénicas forman parte del aire que respiramos, por lo que es inevitable nuestro contacto con estos alergenos. No obstante, se ha demostrado que el polen de zonas rurales es menos alergénico, por lo que sería recomendable para los alérgicos residir en viviendas de planta baja y en zonas rurales, pues la altura de la vivienda también parece asociarse con una mayor prevalencia de polinosis.
El diagnóstico
El diagnóstico se realiza mediante los datos clínicos incluidos en la historia del paciente (síntomas, época del año, si empeora al aire libre o en días secos y ventosos), y la realización de test cutáneos mediante una leve puntura en antebrazo que se valora a los 15 minutos.
Síntomas característicos
Los síntomas más habituales provocados por el polen son picor de ojos, nariz, estornudos, congestión nasal y la conjuntivitis. En los casos más graves se producen tos, opresión en el pecho o dificultad al respirar.
Un consejo: informarse de las concentraciones de pólenes a los que se es alérgico antes de salir al exterior
Se debe conocer el polen al que se es alérgico y seguir los datos sobre su concentración atmosférica a través de los diferentes medios de comunicación (prensa, TV, Internet, para extremar las medidas ambientales.