La insuficiencia venosa crónica es una enfermedad de evolución lenta y progresiva, y con unos síntomas -cansancio de piernas, pesadez, calambres, edema, etc.- que evolucionan poco a poco desde mínimos síntomas larvados a molestias invalidantes. El periodo estival es el momento del año en el que suelen desarrollarse los primeros síntomas de la enfermedad o agravarse los ya presentes y, a su vez, el momento idóneo para adquirir hábitos de vida saludables
Madrid, 25 de julio 2009 (medicosypacientes.com)
“La insuficiencia venosa crónica (IVC) es una enfermedad frecuente, infradiagnosticada y por lo tanto poco tratada, que supone una merma importante de calidad de vida y que en gran parte se puede evitar”. La frase corresponde a Fidel Fernández Quesada, médico especialista en Angiología y Cirugía Vascular y miembro del Comité Científico del Capítulo Español de Flebología de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular y revela una situación deficitaria que afecta a una porcentaje cercano al cuarenta por ciento de la población.
El sobrepeso, el aumento de la presión intraabdominal y la falta de ejercicio físico comprometen el drenaje venoso, uno de los principales factores de riesgo de la IVC, “por lo que una dieta equilibrada puede mejorarla. La dieta inadecuada es fuente de muchas otras enfermedades, y su corrección incide en la salud de múltiples formas (evita la progresión de enfermedades cardíacas, diabetes, hipertensión, cáncer, arterioesclerosis,..). El cuidado e hidratación de la piel, los masajes o la natación son medidas asimismo muy beneficiosas”.
Una vez se ha iniciado la enfermedad, “el diagnóstico a tiempo evita que se desarrollen estadios más graves con medidas leves, enfocadas a los hábitos higiénico-dietéticos, y a la práctica de ejercicio físico. La consulta al médico de Atención Primaria y la eventual derivación al especialista (angiólogo y cirujano vascular), pueden frenar la progresión y estabilizar la situación. Dependiendo de la afectación y de la situación clínica, puede establecerse sólo profilaxis, instaurar tratamiento con venotónicos, compresión elástica o incluso tratamientos que mejoren, modulen o corrijan el drenaje venoso como la escleroterapia, el láser o la cirugía en sus múltiples variantes”.
Subraya Fidel Fernández que “para evaluar dichas opciones, el especialista se basará en la clínica (signos y síntomas), la exploración física y en estudios del sistema venoso, siendo el método más frecuentemente usado el eco-doppler color, que permite una evaluación funcional y anatómica global del drenaje venoso de las extremidades”.
Es importante recordar que “el periodo estival es el momento del año en el que suelen desarrollarse los primeros síntomas de la enfermedad o agravarse los ya presentes”. Sin embargo, “también es positivo pensar que las vacaciones son un momento adecuado para iniciar hábitos más saludables para la vida (dieta adecuada, ejercicio, dedicar más tiempo al cuidado del cuerpo) que luego, una vez instaurados, se continúen a lo largo del año y eviten o mejoren la evolución de la IVC”.
Enfermedad oculta
La insuficiencia venosa crónica (IVC) se define por la dificultad de drenaje de la sangre de los miembros inferiores en su camino de vuelta al corazón. El especialista advierte que “se trata de una enfermedad de evolución lenta y progresiva, y con unos síntomas -cansancio de piernas, pesadez, calambres, edema, etc.- que evolucionan poco a poco desde mínimos síntomas larvados a molestias importantes que, en algunos casos, pueden llegar a ser muy invalidantes. Dichas alteraciones, en muchas ocasiones, o bien no son diagnosticados o son achacados a otras patologías -problemas óseos, musculares o articulares, insuficiencia cardíaca, factores hormonales, edad, cansancio laboral?- e incluso a síntomas depresivos. Esta complejidad diagnóstica, unida a su carácter fluctuante (mayor por la tarde, tras días de bipedestación prolongada o que aumenta con el calor); hacen que en algunas ocasiones se dude del paciente cuando refiere su problema. Esto convierte a la IVC en una patología oculta”.
¿Cómo corregir el problema de la enfermedad oculta? El experto asegura que “lo primero es adoptar hábitos de vida más saludables para prevenir el desarrollo de la IVC. La sangre debe volver, en contra de la gravedad, desde los pies hasta el corazón. En este difícil camino es ayudada por una serie de válvulas que impiden que vuelva a bajar, y por la acción de los músculos de las pantorrillas y la acción de bombeo de la planta de los pies, que al andar realizan una compresión de las venas. Al estar tumbados y durante la práctica de ejercicio, el retorno venoso es óptimo. Por el contrario, se ve dificultado al sentarse o permanecer quietos en pié. Por lo tanto, hacer más deporte, andar frecuentemente, o realizar pequeñas pausas en el trabajo para activar el drenaje venoso pueden ser de gran utilidad”.