La prevención y la integración de los servicios sanitarios con los sociales son los dos grandes retos que hay que conquistar para el anciano. Según los expertos se deberían destinar más recursos a la prevención de la demencia, de las caídas, de la osteoporosis y de las enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares del anciano. Esta sería otra manera de ahorrar en gasto sanitario y mejorar la calidad de vida de los siete millones de ancianos que hay en nuestro país
Bilbao, 4 de junio 2009 (medicosypacientes.com)
Juan José Calvo, presidente de la Asociación Vasca de Geriatría y Gerontología (Zahartzaroa), asume que “la cronicidad es la mayor víctima de un sistema sanitario que no está preparado para dar respuesta a algo así”. Según el informe “Análisis de situación y propuestas de mejora en la atención geriátrica y gerontológica en la Comunidad Autónoma Vasca” realizado por el Instituto Catalán del Envejecimiento, se produce una buena atención al paciente cuando surgen momentos de crisis, pero una vez que éste supera la fase aguda y la hospitalización, la atención disminuye una barbaridad”.
El informe refleja que el 15% de las personas mayores de 65 años en Euskadi tienen diversos niveles de dependencia. Y que por encima de los ochenta años, el nivel supera el 50%. “Estas cifras”, subraya Juan José Calvo, “permiten realizar un diagnóstico claro en torno al consumo de recursos sanitarios. Los ancianos dependientes generan un consumo de recursos muy importantes y éstos están mal distribuidos; no hay que centrarse tanto en los gastos de hospitalización como en la continuidad de atenciones al enfermo crónico. A la larga ahí se ahorraría en gasto sanitario. No se puede resolver el problema en el Hospital y devolver al anciano a la jungla”.
Entiende el experto que “resolver esa situación por parte de la sociedad es bastante complicado. Es una tierra de nadie y desconocemos de quién es la responsabilidad o incluso si estamos ante un problema de salud o social. En la actualidad, incluso muchas residencias no están bien dotadas como para poder atender a una persona que sale del hospital, que ya ha superado el problema agudo, pero tiene un grado de dependencia importante -sondas, oxígeno o incluso lesiones cutáneas, tan comunes entre las personas mayores por sus problemas de movilidad- que requiere una atención continuada”.
El presidente de la Asociación Vasca de Geriatría y Gerontología (Zahartzaroa), Juan José Calvo, recuerda que el informe recoge “algunas fórmulas de mejora. El papel de la enfermería domiciliaria o la formación de cuidadores profesionales son dos recursos que están poco explotados por la Administración. Eso, por no incidir en la denuncia, largo tiempo cursada, de la falta del reconocimiento de la especialidad de geriatría en el País Vasco”.
El anciano frágil requiere máxima atención del sistema sanitario
El presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Gerontología (SEGG), Pedro Gil, aborda el comienzo del 51º Congreso Nacional de la SEGG desde la percepción de que “la actual situación de la geriatría española se caracteriza por la escasez de unidades. Es algo incomprensible, toda vez que la Geriatría aparece entre las cinco especialidades con mayor proyección de desarrollo, según el documento publicado por el Ministerio de Sanidad y Política Social”.
La atención especializada al anciano se sitúa “en el mismo plano que la oncología, la radiología, la psiquiatría o la medicina familiar”. Es por ello que Pedro Gil considera que “la ausencia del reconocimiento de la especialidad comienza en la Universidad, donde no se imparte la materia como tal, y continúa en la acción obstruccionista de otras especialidades en defensa de sus cuotas de poder. Hay que ser sensatos y pensar que los ancianos con pluripatologías, polimedicados y con un diagnóstico complejo son pacientes propios de la geriatría, lo que se conoce por ancianos frágiles”.
Subraya el experto que “más allá de los siete millones de españoles ancianos que superan los 65 años de edad, la geriatría ha de dar respuesta a estos casos más complejos. No se trata de quitar pacientes a otras especialidades sino de ofrecer un servicio integral al anciano para que tiene ciertas complejidades que deben abordarse de una manera interdisciplinar pero coordinada”.
Entiende el presidente de la Sociedad que “la prevención y la integración de los servicios sanitarios con los sociales son los dos grandes retos que hay que conquistar para el anciano”. En este sentido, Pedro Gil asume que “En España debiera destinarse más dotación económica a la prevención de la demencia, de las caídas, de la osteoporosis y de las enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares del anciano. Es otra manera de ahorrar en gasto sanitario y mejorar la calidad de vida de la población anciana”.
Diagnóstico del anciano dependiente
En opinión de Lourdes Zurbanobeaskoetxea, presidenta del comité organizador de este congreso, la atención a las personas mayores con dependencia requiere “un especial compromiso de los profesionales, la intervención adecuada, ajustada a las necesidades particulares de cada caso, una correcta gestión de la calidad y determinado compromiso ético y moral”.
Ahora bien, ¿dónde se establece la frontera de la dependencia? La especialista desgrana una serie de parámetros para medir esta cuestión, “aunque siempre ha de matizarse en qué grado. La toma de decisiones cotidianas, el número de horas de actividad física realizada en los últimos tres días, la preparación de la comida, la realización de tareas domesticas, el uso del transporte o la higiene personal son algunos de los puntos que marcan el baremo para determinar quién y en qué grado es una persona dependiente”.
Entiende esta experta que “a día de hoy, los retos a corto plazo son desarrollar la figura del asistente personal, extender el programa Zainduz a todos los municipios, ampliar el programa de Respiro a algo más que las estancias temporales en residencias y superar las barreras de edad, tanto en centros de día y residencias como en las ayudas técnicas y las adaptaciones del hogar”.