El profesor Moya, fallecido el pasado mes de abril, tuvo una presencia profesional en ámbitos y estamentos distintos, que conjugó siempre con la cátedra y la dirección de la Escuela de Medicina Legal de Madrid. Era académico de número de la Real Academia de Medicina desde 1993 y estaba en posesión de diversas condecoraciones. Desde 2006 presidía la Comisión Deontológica del Icomem
Madrid, 11 de junio 2010 (medicosypacientes.com)
El profesor Moya falleció el
pasado 16 de abril.
El Colegio de Médicos de Madrid ha rendido un homenaje al que fuera presidente de su Comisión de Deontología, el profesor Vicente Moya, fallecido el pasado 16 de abril, al que asistieron su viuda y sus tres hijos, además de más de un centenar de médicos, muchos de ellos discípulos del homenajeado. El acto comenzó con la celebración de una misa cantada por el Coro del Icomem, al que siguió un discurso de homenaje de la presidenta Juliana Fariña.
Nacido en Cuenca en 1933, el profesor Moya acababa de cumplir 77 años en el momento de su fallecimiento. Como hombre de su tiempo, había aprobado diversas oposiciones que le incorporarían al Cuerpo de Médicos titulares, de Médicos Forenses y sobre todo a la Universidad. Catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Salamanca en 1981, pasó a serlo de la Universidad Complutense en 1982, ámbito donde desarrollaría toda su brillante trayectoria profesional.
En dicha Universidad ocupó diversos cargos hasta ser constituido decano de la Facultad de Medicina en 1982, cargo que ocuparía con el reconocimiento de sus colegas, tras sucesivas elecciones, hasta mayo de 2003; fecha de su jubilación, cuando fue nombrado catedrático emérito de la citada Facultad.
El doctor Moya tuvo una presencia profesional en ámbitos y estamentos distintos, que conjugó siempre con la cátedra y la dirección de la Escuela de Medicina Legal de Madrid. Era académico de número de la Real Academia de Medicina desde 1993 y estaba en posesión de diversas condecoraciones (cruz de honor de San Raimundo de Peñafort, cruz al Mérito Aeronáutico y cruz al Mérito Policial).
Desde 2006 presidía la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Madrid, y por votación unánime confirmado ulteriormente en el cargo. Desde este cargo, organizado y dirigido las VII Jornadas Deontológicas, que concitaron en Madrid a los más significados médicos deontólogos. En estas jornadas se hizo público el libro Deontología Médica en el siglo XXI. Su carácter formal y responsable, su indudable autoridad moral y su bondad natural le habían granjeado el cariño y la simpatía de la comisión.
Palabras de la profesora Juliana Fariña, presidenta del Colegio de Médicos de Madrid, en el homenaje al profesor Vicente Moya:
El Colegio de Médicos de Madrid rinde un homenaje al profesor Vicente Moya Pueyo, un médico y un científico en el amplio sentido de la palabra, y nuestro presidente de la Comisión Deontológica. Muchas gracias y mi más sentido pésame a la familia de Vicente Moya, y a quienes fueron sus amigos, entre los que me incluyo, y a sus discípulos.
La noticia de la enfermedad del profesor Vicente Moya nos cogió a todos a trasmano por lo inesperada en un hombre tan vital como él era. Habíamos hablado hacía pocos días, y conservaba su energía sorprendente, su curiosidad infinita y las ganas de siempre de hacer cosas y de ayudar, que en el Colegio llamaban la atención a todos los que teníamos el gusto de tratar con él.
Mi relación más estrecha con Vicente Moya comenzó cuando ambos coincidimos en las oposiciones a cátedra, él a Medicina Legal y yo a Anatomía Patológica, y debo decir que fue un compañero extraordinario, generoso y seguro, que siempre me animaba y trataba de quitarme el miedo que a mí me daba ese paso tan importante, y él en cambio lo allanaba con risas y optimismo.
Cuando llegué a la presidencia del Colegio de Médicos, pensé desde el principio que no habría nadie mejor que Vicente Moya para presidir la Comisión Deontológica, porque pocos tenían su experiencia en Medicina Legal, e igualmente en peritaciones. Cuando por fin pude llamarle, el año 2006, para que viniera a esta casa de Santa Isabel, formó un equipo poderoso y entusiasta con el resto de los componentes de la Deontológica, que se ha traducido en varias resoluciones sobre asuntos muy relevantes de la Medicina actual, y entre sus logros es de destacar la publicación del libro ?Deontología Médica en el Siglo XXI?, una obra básica en la actualización de las normas que conforman la ética y deontología de nuestra profesión, que ha cambiado tanto en tan pocos años.
Momento del homenaje celebrado
en el Icomem.
Yo siempre vi a Vicente Moya como un hombre lleno de esperanza y un hombre que transmitía confianza. Cuando hablábamos de algún proyecto, y yo no veía muy bien cómo organizarlo, él decía je, je, je, y detrás de esa risa apuntaba una solución, una forma de hacer lo que queríamos, y puedo decir que casi siempre era una solución lógica, coherente, ética, y, por supuesto, legal, y posible.
Por otro lado, la sabiduría de Vicente Moya era casi proverbial: médico, especialista en Medicina del Trabajo, Psiquiatría y Estomatología, se hizo incluso óptico, y en los inicios de su ejercicio profesional fue también médico rural en el pueblo conquense de Las Majadas. Trabajó en un centro de urgencias infantiles y hasta fue médico de empresa, así que pocos campos de la Medicina se puede decir que no hayan sido explorados en algún momento por él.
Su trayectoria profesional, llamativa en estos tiempos que corren porque hizo tres especialidades, las múltiples oposiciones que tuvo que aprobar, y todos los caminos que siguió en el Hospital Gregorio Marañón, la Universidad, el Decanato de Medicina, y tantos otros, pueden muy bien llevar a decir que Vicente Moya fue un médico que tocó todos los palos y, lo que es más difícil, todos bien. Y además, con una bonhomía y una elegancia excepcionales.
Imagino que su faceta como docente, y aquí hay muchos médicos que se consideran muy honrados de haber sido sus discípulos y también sus amigos, le venía de familia por parte de padre y madre, ambos maestros nacionales, y el progenitor además pequeño terrateniente, porque las tierras del abuelo hubo que dividirlas en más de 20 hijos. Es así como Vicente Moya, fue niño de pueblo hasta casi la preadolescencia, y combinó la escuela de los padres con echar una mano en el campo en tiempos de recolección. En esto ambos coincidíamos, y nos gustaba hablar de cuando éramos niños del campo.
Puede que también de entonces le viniera el amor y la entrega al trabajo, porque quienes le conocieron coinciden en muchas cosas, y sobre todo, en que siempre fue un trabajador infatigable. Aquí, en el Colegio de Médicos de Madrid, dio buena muestra de ello agilizando los trabajos de las subcomisiones de la Comisión Deontológica, cuyos expedientes dejó prácticamente al día. También fue suya la idea de organizar la Academia de Medicina de Madrid, que presentamos en 2007.
Como dirigente universitario, Vicente Moya fue una de las personalidades que más han contribuido a formar la universidad tal y como la conocemos ahora. Él, como secretario y luego como decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense fue uno de los principales valedores de los títulos propios de la Universidad, y ahora, a bastantes años de haberse jubilado, seguía día a día los avatares del Pacto de Bolonia y la reforma universitaria que estamos afrontando. Es una pena que ya no se le pueda escuchar dando su punto de vista, siempre pleno de experiencia, honradez y búsqueda y hallazgo de soluciones.
Vicente Moya creó escuela, y esta frase que se utiliza mucho, a él le cuadra perfectamente, porque fue el promotor de varias, entre ellas la de Medicina Legal y Forense, a cuyo frente se encuentra ahora el Dr. José Antonio Sánchez, apoyada por la Dra. María José Anadón, como directora del Departamento de Toxicología y Legislación Sanitaria.
En cualquier otra persona la jubilación hubiera puesto por lo menos un punto y aparte en una vida profesional tan plena, pero la de Vicente Moya supuso una entrega casi total al área de las peritaciones, de tal manera que un peritaje firmado por él tenía siempre la más alta solvencia y reconocimiento, y nuestra profesión le debe mucho, porque también en este campo fue un gran defensor de las causas justas en las reivindicaciones jurídicas de los médicos.
Vicente Moya ya no está, pero ha dejado tras de sí una gran obra que sigue creciendo, y desde aquí ayudaremos a que sus discípulos y compañeros la continúen. Descansa en paz amigo, profesor y compañero.