En torno al 80 por ciento de los cánceres humanos podrían estar asociados a malos hábitos como dieta inadecuada, tabaquismo, exceso en el consumo de alcohol o sedentarismo, según expertos. Así, las muertes prematuras de menores de 65 años en Europa se producen como consecuencia de enfermedades en las que este tipo de hábitos de vida tienen una importante contribución, según se expuso en el curso “Alimentación y actividad física: su importancia en el proceso de atención a personas afectadas por cáncer”, que se celebra en la Universidad de Santiago de Compostela
Madrid, 18 de julio 2012 (medicosypacientes.com/E.P.)
En torno al 80 por ciento de los cánceres humanos podrían estar asociados con una dieta inadecuada, el tabaquismo, el consumo de alcohol o un estilo de vida sedentario, según los últimos estudios, según las conclusiones de la ponencia del doctor Salvador Ramos, director médico del Balneario de Guitiriz, y Lourdes Vázquez, profesora del Área de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Santiago de Compostela, en el curso ‘Alimentación y actividad física: su importancia en el proceso de atención a personas afectadas por cáncer, que se celebra estos días con la presencia de estudiantes, familiares, pacientes oncológicos y profesionales socio sanitarios.
En la conferencia ‘Alimentación y cáncer: de la sospecha a la evidencia’, Ramos insistió en la necesidad de prevenir y educar a la población para conseguir que adopte estilos de vida más saludables ya que la mitad de las muertes prematuras de menores de 65 años en Europa se producen como consecuencia de enfermedades en las que la dieta y los hábitos de vida tienen una importante contribución.
“Conviene tener presente que los alimentos tal y como los conocemos son en realidad mezclas complejas que contienen, además de nutrientes y aditivos, otras sustancias capaces de favorecer o inhibir el proceso de la carcinogénesis”, ha alertado.
Por ello, además de la prevención, una buena alimentación y una actividad física adecuada son también fundamentales una vez detectado el cáncer, y durante su tratamiento. “De hecho –ha indicado Vázquez– en un porcentaje elevado de pacientes, la enfermedad y sus tratamientos provocan alteraciones nutricionales que pueden comprometer el resultado final del tratamiento oncológico”.
Finalmente, se recomienda “una estrecha colaboración” entre oncólogos, nutricionistas, enfermeras, fisioterapeutas y especialistas en ejercicio físico, ya que reportará beneficios tanto para las personas sanas, previniendo, como para personas enfermas, “mejorando el resultado del tratamiento y disminuyendo el riesgo de patologías asociadas”.