La implantación del nuevo régimen de copago farmacéutico contribuye al incumplimiento de la prescripción médica entre los pacientes ancianos, debido a las dificultades económicas que derivan de esta medida. Este incumplimiento, también asociado a olvidos y confusiones, puede conducir a una pérdida de eficacia o un incremento de la toxicidad de los tratamientos, que se agrava principalmente entre el sector de la población de mayor edad, según expertos de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG)
Madrid, 25 de julio de 2012 (medicosypacientes.com)
La implantación del nuevo régimen de copago farmacéutico contribuye al incumplimiento de la prescripción médica entre los pacientes ancianos, debido a las dificultades económicas que derivan de esta medida. Este incumplimiento, también asociado a olvidos y confusiones, puede conducir a una pérdida de eficacia o un incremento de la toxicidad de los tratamientos, que se agrava principalmente entre el sector de la población de mayor edad, según expertos de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG).
El Doctor Juan Macías, presidente de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) explica que el incumplimiento de la prescripción es un hecho conocido, especialmente en las enfermedades crónicas, aunque sus consecuencias clínicas y socioeconómicas no suelen ser valoradas. Otros motivos de incumplimiento entre la población anciana, según este geriatra, son “el incumplimiento no intencionado debido a olvidos y confusiones en los regímenes de dosificación y el incumplimiento intencionado debido a una mayor frecuencia de efectos adversos”.
Las consecuencias que se derivan del incumplimiento del régimen de dosificación dependen de las características del fármaco y del tipo de enfermedad, y pueden conducir a una pérdida de eficacia o un incremento de la toxicidad. “Los pacientes con enfermedad coronaria que interrumpen bruscamente el tratamiento con betabloqueantes pueden sufrir un fenómeno de rebote con aparición de arritmias cardiacas. El incumplimiento de los tratamientos antihipertensivos incrementa el riesgo de morbimortalidad cardiovascular y el de los inhibidores de la proteasa se asocia a un incremento de la resistencia y de los fracasos terapéuticos”, ejemplifica el Dr. Macías.
Según la SEMEG uno de cada tres pacientes, mayores de 65 años, toma dos o más medicamentos. El proceso de envejecimiento hace que los fármacos se comporten en los ancianos de manera diferente que en la población más joven. Este hecho, implica que se deben tener precauciones especiales para que los tratamientos farmacológicos sean seguros y eficaces.
Así, el Dr. Macías manifiesta que “el enfermo geriátrico puede padecer diversas enfermedades agudas y crónicas a la vez, y a menudo un mismo enfermo toma más de un medicamento. Cuando esto pasa, el riesgo de que se produzcan interacciones o reacciones adversas a los medicamentos aumenta. Por lo tanto, se debe ser cuidadoso en el seguimiento de estos pacientes para prevenir situaciones indeseables y establecer una serie de normas que faciliten la administración, seguimiento y cumplimiento de los tratamientos de manera que se consigan los objetivos de forma segura y eficaz”.
Los acontecimientos adversos producidos a consecuencia de las interacciones deben ser evitados adoptando algunas precauciones, e incluso optando por recurrir a otras alternativas terapéuticas con la misma indicación. En este sentido, “es preciso valorar si el riesgo potencial de la interacción supera los posibles beneficios clínicos de la asociación del uso de dos o más medicamentos”, aclara el doctor Macías.
El geriatra recuerda también que la comunicación entre atención especializada y el médico de familia (atención primaria) debe ser constante y fluida a la hora de consensuar y racionalizar el tratamiento con el objetivo de evitar la sobremedicación, minimizar los efectos secundarios y las posibles interacciones medicamentosas.
Además, desde SEMEG dan una serie de recomendaciones generales a las personas mayores, en relación a la toma de medicamentos, como son: evitar tener en casa medicamentos que no se tengan que tomar; tener en cuenta que si se siguen tratamientos con productos naturales, que no se consideran medicamentos, se debe informar al médico o farmacéutico ya que estos productos pueden tener actividad farmacológica y afectar al tratamiento; conocer los medicamentos que se toman: nombre, el motivo por el cual se le administra, qué dosis utiliza y con qué frecuencia, cuándo inició el tratamiento, hasta cuándo lo debe seguir y la técnica de administración; entre otras.