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Dr. Kepa Urigoitia: «La profesión médica se hace mayor»

Cerca del 15 por ciento de los facultativos colegiados han finalizado ya su vida laboral, un reflejo del envejecimiento del sistema, según el análisis que realiza en este artículo el presidente del Colegio de Médicos de Álava, Dr. Kepa Urigoitia, que ante la situación defiende la necesidad de las OPE "No puede haber una eventualidad mantenida en el tiempo", asegura

 

La profesión médica envejece. Tanto, que los facultativos jubilados suponen ya cerca del 15% del total de profesionales colegiados en Álava, cuando hace una década eran apenas el 7%. De los 103 de 2007 a los 275 que había a finales del año pasado, cerca del triple, según los últimos datos recopilados por el Colegio oficial de médicos de Álava (ICOMA). Pero más allá de las cifras, que suelen ser frías, esta tendencia supone un fiel reflejo de una realidad “preocupante”, en palabras del presidente de esta entidad, Kepa Urigoitia: Que al tiempo que la organización colegial se hace mayor, también lo hace a una velocidad similar el sistema sanitario donde esos especialistas ejercen. “Y no hemos llegado a la cresta de la ola”, avisa Urigoitia en declaraciones a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. La edad media de la plantilla de Osakidetza ronda ya los 52 años, lo que en efecto avanza una cascada de jubilaciones aún mayor en próximos ejercicios.

 
ICOMA marcó a finales de 2017 su récord histórico de personas colegiadas, con un total de 1.923. Son casi 500 más que diez años atrás, pero ese cómputo global no se explicaría sin el peso cada vez mayor de los médicos jubilados, la inmensa mayoría de los cuales siguen perteneciendo al colegio una vez finalizada su vida laboral, con la categoría de honorarios y sin necesidad de pagar cuota. Las cifras de profesionales en activo, sin embargo, permanecen estancadas casi desde comienzos de esta década e incluso han ido en retroceso tras tocar techo, con 1.682 colegiados, en 2014. A finales del año pasado eran 1.648, 34 menos. “Esto no es algo casual o que no pudiera ser previsible. Ahora todo el mundo se lleva las manos a la cabeza, pero lo que está pasando tenía que haberse previsto antes”, expone el presidente de la entidad.
 
A esta “falta de previsión” se han sumado una serie de causas de distinta índole. Según explica Urigoitia, la evolución de las cifras es “lógica” teniendo en cuenta que, cuando se instauró el actual sistema de Seguridad Social, se produjó la entrada simultánea a la red sanitaria de un gran número de médicos de edad similar pero “con fecha de caducidad”. La consecuencia ha sido que en el último lustro se ha jubilado en Álava una media de 30 profesionales por año, al tiempo que sólo se han incorporado cuatro profesionales más en activo a la organización colegial. Sobre todo mujeres, por cierto, que a diferencia de entre los facultativos jubilados son ya una mayoría holgada en la provincia, casi el 60% del total.
 
Esta falta de relevo generacional, también reflejada en el propio sistema de salud, se debe según Urigoitia a dos factores fundamentales. Por un lado, que no todos los médicos formados pueden obtener una plaza para especializarse a través del MIR, un requisito imprescindible para incorporarse después al sistema de salud, tras un año de dedicación casi exclusiva a preparar el examen previo. Por otro está la alta eventualidad que, si llegan a superar esta fase, los facultativos recién formados se encuentran posteriormente en las propuestas que reciben para trabajar.
 
Tubería con dos fugas
 
El presidente de ICOMA compara todo el proceso que va desde que el futuro facultativo sale de la universidad hasta que se incorpora al sistema con una tubería con dos “grandes fugas”, que son precisamente ese año “perdido” de preparación para el examen MIR, que deja a muchos jóvenes fuera del sistema e incluso obligados a dejar la profesión, y el momento en que, ya formados, no pueden ocupar una plaza estructural, por ejemplo, en Osakidetza. La consecuencia es que otro número importante de profesionales preparados -y muy bien- en Euskadi optan por salir al extranjero, especialmente a países como Reino Unido o Francia, donde encuentran más estabilidad y unas muy buenas condiciones económicas. “Se marchan porque no suelen tener garantizados unos ingresos suficientes para iniciar un proyecto de vida”, expone Urigoitia.
 
El presidente del colegio alavés no oculta su “preocupación”, pero “sobre todo” por la “lentitud” con que las administraciones, a su juicio, están planteando soluciones al problema. “Se puede seguir estirando del hilo, pero hay un momento en el que siempre se rompe”, apunta el presidente, mientras alude a las huelgas de facultativos impulsadas esta pasada semana en Catalunya y Andalucía. Una de las medidas más importantes que se han implementado para taponar la primera de esas fugas es el incremento de las plazas MIR, pero según Urigoitia los estudios de necesidades más recientes se han realizado “a la baja”.
 
Urigoitia propone que los médicos que terminen la carrera puedan elegir la especialidad sin necesidad de hacer un examen MIR, teniendo en cuenta su curriculum en la universidad, en todos los casos evaluadas de forma externa. Y para la segunda “fuga”, que las plantillas estructurales sigan estabilizándose a través de Ofertas Públicas de Empleo (OPE) como las ya convocadas en Osakidetza, y que no tarden tantos años en resolverse.
 
“Las OPE son absolutamente necesarias, porque no puede haber una eventualidad mantenida en el tiempo. Pero tienen que seguir convocándose más plazas. En este caso, la tasa de reposición -limitada por el gobierno central en los años de crisis- ha sido también un problema”, asume Urigoitia. El presidente de ICOMA apuesta por retener a los jóvenes formados aquí, en quienes se han invertido grandes cantidades de dinero público para recibir una formación “muy valorada” en el extranjero, en lugar de atraer a profesionales de fuera, cuya preparación puede incluso no alcanzar los estándares de calidad de las facultades vascas y de otros territorios limítrofes.
 
Un número importante de médicos jubilados han optado por estirar de forma voluntaria su vida laboral, que desde este año puede llegar hasta los 68 años en el caso del mayoritario personal estatutario, momento en el que se les jubila de forma forzosa. Esta situación es un tanto contradictoria para Urigoitia, que aboga por situar las jubilaciones voluntarias y las forzosas en la franja entre los 60 y los 70 años. Y manteniendo la actual tasa del 100% de reposición. “Obviamente esto ayuda, pero no resuelve el problema”, sentencia el presidente de ICOMA.
 
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