Lo fundamental y que hace de esta insólita enfermedad, como es el Ébola, una amenaza, es, según expone en este artículo el Dr. Juan Martínez, experto en Medicina Preventiva y Salud Pública, es su alta contagiosidad, su enorme letalidad, de hasta el 90% en algunos brotes, la ausencia de vacuna y la carencia actual de tratamiento, además de la falta de intervenciones encaminadas al auténtico control del brote epidémico
Madrid, 3 de septiembre 2014 (medicosypacientes.com)
“El Ebola, una epidemia que está lejos de ser controlada”
Dr. Juan Martínez, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública
De entre todas las enfermedades emergentes, la que inspira más angustia y genera más temor sin duda es la EVE. La epidemia de Guinea, Liberia, Sierra Leona y Nigeria es la más grande, extensa, prolongada y compleja de la Historia.
Los brotes epidémicos de EVE son impredecibles y aunque se trata de una zoonosis, aun no está claro cuál es el animal que actúa como reservorio permanente, si bien se sospecha que se trata de murciélagos presentes en los bosques ecuatoriales de Africa.
Pero lo fundamental, lo que hace de esta insólita enfermedad una amenaza, es su alta contagiosidad, su enorme letalidad, de hasta el 90% en algunos brotes, la ausencia de vacuna y la carencia actual de tratamiento.
El virus Ebola es una estructura en forma de espagueti de una gran longitud, para la escala viral. Su material genético es ARN. Contiene 7 genes que codifican proteínas del virión (VP24, VP30, VP35, VP40), la nucleoproteína a la que se asocia el ARN en el interior del virus, la imprescindible RNA-polimerasa y una glicoproteina soluble que se libera a la sangre. En todos los pacientes se detecta el antígeno, con una altísima carga viral. Por el contrario, no en todos se hallan anticuerpos.
Los pacientes, tras un periodo de incubación de 2 a 21 días debutan repentinamente con un cuadro febril inespecífico, asociado a dolores y malestar. Con frecuencia aparecen vómitos, diarrea y confusión. Se suele presentar linfopenia y trombopenia, y la evolución hacia fracaso multiorgánico parecido al shock séptico y la muerte son muy frecuentes. La aparición de hemorragias profusas e inyección conjuntival, aunque muy características, no son obligatorias.
El mecanismo de transmisión es el contacto directo con la sangre, secreciones, heces o vómitos del paciente. La transmisión por gotas, aerosolizadas hasta 1-2 metros de distancia es posible, así como la transmisión por punción con material biocontaminado. Es poco probable que el virus atraviese la piel intacta, siendo necesaria la exposición conjuntival, oral o por microlesiones de la piel. También es posible la transmisión sexual.
Las principales medidas de prevención son el aislamiento de los pacientes (por contacto y gotitas o aerosoles), la limpieza y desinfección del entorno (basta lejía diluida al 5-10%), la esterilización del material punzante reutilizable y la cuarentena de los familiares y otros contactos no protegidos.
Hasta aquí, lo que está bien establecido. Ahora vayamos a lo más polémico.
En primer lugar, ha sido controvertida la conveniencia de trasladar a los pacientes procedentes de países desarrollados hasta sus naciones de origen, como fue el caso del sacerdote español. En mi opinión, siempre que sea posible, es deseable proporcionar a cada paciente el mejor tratamiento y eso incluye por tanto la repatriación, siempre que no comprometa la propia vida del enfermo, para poder ofrecer en el caso del Ebola cuidados intensivos de calidad. Somos muchos los que esperamos que este importante precedente se extienda sin dudarlo a otros españoles en apuros en el extranjero, desde los afectados por malaria, a los muy numerosos por accidentes de tráfico o de otro tipo. Y que además pague también el Estado en ausencia de seguro.
El segundo punto polémico es el uso de terapias experimentales. Un comité ético recientemente ha concluido algo que es abrumadoramente de sentido común: aunque la tasa de letalidad ha variado en los diversos brotes, la probabilidad de morir es mayor que la de sobrevivir si se sufre EVE. Por lo tanto cualquier cosa debe probarse en pacientes concretos por razones humanitarias, siempre que lo consientan ellos o sus familiares, aunque de esos intentos no pueda extraerse ninguna evidencia científica, al no ser ensayos reglados.
Antes de la era antibiótica se trabajó intensamente en la inmunización pasiva a base de sueros de convalecientes o sueros de caballo. Obviamente peligrosos (enfermedad del suero, shock anafiláctico), también salvaron muchas vidas. El suero de convaleciente se ha ensayado en pacientes de Ebola y Marburg. De hecho, uno de los médicos americanos repatriados recibió una transfusión de un paciente recuperado. El famoso suero experimental recientemente utilizado (ZMapp) no es más que un conjunto de anticuerpos monoclonales humanizados que bloquean la glicoproteína del virus Ebola. El problema es que se desconoce por completo si es eficaz en las personas y si es seguro, pero aun así, es lógico y ético que se use.
Finalmente, querría destacar un tercer elemento, que fue a su vez señalado por el presidente Obama hace unas semanas. Solo se pueden contener ésta y futuras epidemias si los países afectados desarrollan sistemas sanitarios y sociales capaces de cuidar a los enfermos de Ebola y de otras enfermedades, en condiciones de calidad técnica, higiene y seguridad, y para ello, estas naciones necesitan nuestro decidido apoyo al desarrollo y fuertes inversiones basadas en los impuestos y orientadas a la redistribución. Como hicimos nosotros en su tiempo.
Durante las primeras fases de la epidemia, lamentablemente, las intervenciones han sido insuficientes, han podido incrementar el miedo y por tanto la respuesta contraria al problema; han dejado de ser atendidos otros miles de pacientes aquejados de diversas dolencias, o los partos, por la desbandada del personal sanitario o por el miedo de los pacientes a acudir al hospital; se han suspendido de forma indefinida las clases y el curso escolar en alguno de estos países; se han cerrado fronteras, sumiendo a la región en una profunda crisis, y la epidemia, en el inicio de septiembre de 2014 está, tristemente, lejos de ser controlada.