Según recalcan los expertos, la visión se convierte en un elemento de seguridad fundamental al frente del volante. Por tanto, al igual que se realiza una serie de preparativos para tener el vehículo a punto para emprender un viaje, es recomendable que el conductor sea consciente de que su vista está en condiciones antes de emprender rumbo
Madrid, 23 de julio 2009 (medicosypacientes.com)
Junto con la fatiga, el alcohol, la velocidad, o las condiciones atmosféricas, la disminución de la visibilidad por patologías oculares no es sólo un problema en sí mismo, sino que también agrava todos los demás factores. No hay que olvidar que el cansancio, la somnolencia o el alcohol estrechan el campo de visión, disminuyen la sensibilidad a los desplazamientos, y también las facultades de apreciación de la distancia y de la velocidad.
En este contexto, expertos de la compañía Vissum Corporación Oftalmológica han querido trasladar a la población una cuestión de gran importancia como es la relación entre la visión y los accidentes de tráfico. Por ello, aconseja que, al igual que deben realizarse una serie de preparativos en el vehículo antes de un viaje, también es imprescindible comprobar que la visión es la apropiada mediante revisiones oculares en los conductores, con o sin patologías previas.
Como se sabe, el 90 por ciento de la información que se percibe al conducir llega a través de la vista, por lo que las condiciones visuales son determinantes para la conducción y guardan una significativa relación con los accidentes producidos por fallos humanos. Debido al escaso intervalo de tiempo de reacción del que se dispone, hay que tener en cuenta que desde la percepción del obstáculo o acontecimiento hasta que se produce la respuesta motora, transcurren varios segundos; en concreto, la trasmisión de imágenes obtenidas por los ojos al cerebro, suele tardar de uno a dos, según las personas. Es necesario, por ello, que no exista ningún problema óptico que pueda alargar el tiempo de reacción.
De tal forma que prevenir , por ejemplo, los comportamientos de otros automóviles, sólo es posible con una adecuada agudeza visual, una buena visión estereoscópica (en tres dimensiones), un campo visual (amplitud lateral) perfecto, resistencia al deslumbramiento y, sobre todo, la adaptación a la oscuridad.
La proporción de accidentes nocturnos crece notablemente, incluso llegando a multiplicarse por un 4,5 respecto a los diurnos. Además, la agudeza visual se reduce en un 70 por ciento y el sentido de la profundidad es siete veces menor. A todo ello, se añade que la noche elimina gran parte de los contrastes y sólo la retina periférica es funcional. El problema es que ésta no distingue en absoluto la tonalidad de los colores, únicamente su brillo relativo. Todo ello significa que dos factores imprescindibles para situarse y evaluar las distancias de los otros vehículos, como son el sentido de la profundidad y del movimiento, se van a ver muy perjudicados. Por lo tanto, es preciso un altísimo sistema de atención visual para dar la respuesta adecuada en cada situación.
Los expertos de Vissum alertan a los automovilistas, especialmente a los que padecen trastornos de visión, que extremen las precauciones en caso de conducción nocturna o con niebla o lluvia, aumentando la distancia de seguridad. Además, las personas que sufran de glaucoma, alta miopía o cataratas deben abstenerse de conducir por la noche.
Perjuicios derivados del alcohol
Además del efecto relajante, que se traduce en la disminución del control voluntario muscular, el alcohol reduce notablemente la agudeza visual y pueden causar visión doble. Para que ésta sea correcta, es preciso que ambos ojos trabajen de forma coordinada y simultánea, lo que se anula por el consumo de bebidas alcohólicas.
La visión periférica también se ve afectada. Al mirar hacia delante, notamos la existencia de vehículos a los lados, aunque no tengamos la vista fijada en ellos. Este efecto se ve anulado por el alcohol. Por ejemplo, una concentración de 0,55 gramos por 1.000 litros en la sangre, reduce el campo visual en un 30 por ciento.
En definitiva, son muchos los factores que intervienen en una conducción segura. Los accidentes debidos a problemas mecánicos son mínimos respectos a los fallos humanos. A este respecto, como se alerta desde dicha compañía, la visión se convierte en un elemento de seguridad fundamental. Por lo tanto, un buen conductor no sólo es aquél que lleva bien el vehículo o que realiza las comprobaciones pertinentes en él para evitar un fallo mecánico, sino también el que acude a un óptico-optometrista u oftalmólogo para comprobar la corrección de su vista.