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Cinco profesionales sanitarios ponen en marcha en Internet y Redes Sociales la Iniciativa por una Prescripción Prudente

Cinco profesionales sanitarios ponen en marcha en Internet y Redes Sociales la Iniciativa por una Prescripción Prudente (IPP), un proyecto que aborda el concepto del uso racional de los medicamentos, en el que se destacan seis principios de una prescripción juiciosa, considerados como un requisito previo para el uso seguro y apropiado de los medicamentos. Estos principios se basan en pruebas experimentales y en lecciones de estudios recientes que demuestran problemas con medicaciones ampliamente prescritas y ofrecen una serie de consejos para una más cauta y prudente prescripción.

Madrid, 14 de diciembre de 2011 (medicosypacientes.com)

Cinco profesionales sanitarios ponen en marcha en Internet y Redes Sociales la Iniciativa por una Prescripción Prudente (IPP), un proyecto que aborda el concepto del uso racional de los medicamentos, en el que se destacan seis principios de una prescripción juiciosa, considerados como un requisito previo para el uso seguro y apropiado de los medicamentos. Estos principios se basan en pruebas experimentales y en lecciones de estudios recientes que demuestran problemas con medicaciones ampliamente prescritas y ofrecen una serie de consejos para una más cauta y prudente prescripción.

Esta revisión se basa en una mezcla de estudios científicos y sentido común, en la que se anotan y comentan aquellos principios que aseguran una prescripción más conservadora o prudente. Esta Iniciativa ha sido recogida por cinco profesionales sanitarios, Rafael Bravo Toledo, Cecilia Calvo Pita, Carlos Fernández Oropesa, Enrique Gavilán Moral y Asunción Rosado López, que a través de Internet (http://prescripcionprudente.wordpress.com) y Redes Sociales (Twitter: @PrescripcP)  pretenden amplificar y dar a conocer estos principios. Los seis principios son los siguientes:

Pensar más allá de los medicamentos. Por ejemplo considerar la terapia sin fármacos, pues hay abundante literatura que apoya iniciar con medidas no farmacológicas en casos como la hipertensión, diabetes, insomnio, dolor de espalda, artritis y dolor de cabeza.

Practicar prescripciones más estratégicas Diferir el tratamiento no urgente, evitar cambio no justificado de medicamentos, ser prudentes acerca de usos no probados de medicamentos, y comenzar el tratamiento con un solo fármaco nuevo a la vez.

Mantener una alta vigilancia en relación con los efectos adversos Sospechar reacciones por los fármacos, ser conscientes de síndrome de abstinencia; y educar a los pacientes a anticipar las reacciones.

Ejercitar la precaución y el escepticismo con los fármacos nuevos Buscar fuentes de información no sesgadas, esperar hasta que los fármacos lleven suficiente tiempo en el mercado; ser escéptico acerca de las variables subrogadas en lugar de los verdaderos resultados en salud; evitar el estiramiento imaginario de las indicaciones; evitar la seducción por una elegante farmacología molecular; tener cuidado con los informes selectivos de los ensayos clínicos.

En este punto destacan algunos recientes ejemplos que deben

Trabajar con los pacientes para una agenda compartida. No ceder automáticamente a los fármacos que solicitan; considerar la no adherencia antes de añadir más fármacos al régimen; evitar reiniciar fármacos que no tuvieron éxito previamente; discontinuar el tratamiento con fármacos innecesarios; y respetar las reservas de los pacientes acerca de los fármacos.

Considerar los impactos más amplios y a largo plazo Sopesar los resultados a largo plazo, y darse cuenta de que la mejora de los sistemas y organización pueden superar los beneficios marginales de los nuevos fármacos.

Los autores concluyen que nada de esto es particularmente nuevo, ni ninguno de los principios es controvertido. Pero tomados juntos representan un cambio en el paradigma de la prescripción, desde el equivocado “más fármacos y más nuevos es lo mejor” al más prudente y certero “menos fármacos y más tiempo testados es lo mejor”. Los clínicos no deben confiar en su intuición ni en variables intermedias cuando haya resultados experimentales en salud con mayor cantidad y calidad de verdad, sino que deben esforzarse en establecer un prudente balance de beneficios menos riesgos cuya magnitud y relevancia clínica justifiquen los inconvenientes y los costes.

La meta de la prescripción es ser útil para la práctica y los pacientes, más allá de la racionalidad científica o de la gestión de los recursos, hay que incluir el hecho social que conlleva el acto de prescribir, que tiene lugar en un contexto clínico y genuino, que supone un encuentro entre personas y que tiene un sentido práctico, singular y subjetivo. La prescripción encierra un compromiso. Y como en todo compromiso, lo primero es no dañar, ser honestos, conocer los límites y los riesgos hasta donde estamos dispuestos a llegar y compartir las incertidumbres, mezclando a partes iguales arte, valores y ciencia con humildad y humanidad.

A propósito de esta iniciativa se publicarán 24 artículos o editoriales de doctores que analizarán los diferentes puntos de este proyecto. Los doctores Galo A. Sánchez y Amando Martín Zurro ya han publicado sus editoriales el pasado lunes y martes.

Segundo Editorial. Publicado por el Dr. Amando Martín Zurro

Una prescripción informada, reflexiva y centrada en el paciente (¿conservadora?) – Segunda Introducción

La actividad clínica de los profesionales sanitarios y principalmente los médicos tiene en la prescripción uno de sus componentes nucleares. Como es bien conocido no se limita a la de medicamentos (también se prescriben, por ejemplo, dietas y ejercicio) pero son éstos los que la protagonizan. Como afirman el Dr. Schiff y cols. en el artículo objeto de comentario, es excepcional el encuentro clínico que finaliza sin una prescripción de fármacos.

Los autores referidos establecen una serie de principios que deberían caracterizar una prescripción de medicamentos de calidad y segura, conservadora, que no cause perjuicios evitables a los pacientes. El análisis es certero y las propuestas coherentes y útiles, especialmente para los profesionales más jóvenes.

Confieso que no acaba de gustarme el calificativo de “conservadora” para una prescripción de calidad y segura, realizada en un contexto informado y reflexivo acerca de su necesidad y oportunidad. La segunda acepción de la palabra conservadora en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua la adscribe esencialmente al ámbito político, a las instituciones y partidos “favorables a la continuidad en las formas de vida colectiva y adversas a los cambios bruscos o radicales”.

Es cierto que el diccionario especifica que la oposición se dirige especialmente a este tipo de cambios pero, en nuestra cultura latina tan propicia a la traslación genérica de los términos, es difícil separar el vocablo conservador del de reaccionario y, secundariamente a éste, del pensamiento y actitud opuestos a la innovación, en definitiva al cambio. Conservador era sin duda el Príncipe de Salina protagonista de la novela il Gatopardo, de Lampedusa, un conservador inteligente que preconizaba el cambio superficial que garantizaría la continuidad de lo importante, de los principios en los que se asentaba la sociedad y clase que representaba. No creo que los autores de este magnífico artículo merezcan que se les sitúe en la órbita lampedusiana. Sus reflexiones son críticas en relación a conductas médicas desgraciadamente habituales y propugnan una innovación o cambio que rompa con la rutina continuista de una prescripción no centrada en los intereses y seguridad del paciente. No estamos, por tanto (en mi opinión), ante un planteamiento terapéutico conservador si no más bien todo lo contrario.

De lo anterior se deduce que mi propuesta sería calificar a la prescripción que se asienta en los principios expuestos por Schiff y cols. como informada, reflexiva y centrada en el paciente. Es un título más largo pero creo sinceramente que, quizás por ello, describe mejor los pilares en que debe basarse este ámbito nuclear de la actividad sanitaria.

La importancia de los principios propuestos por Schiff y cols. se hace aún más patente en el contexto de los sistemas y práctica propios de los países desarrollados, con una cantidad creciente de pacientes con problemas crónicos a los que se prescriben múltiples fármacos y que están en riesgo elevado y constante de presentar efectos secundarios e interferencias medicamentosas potencialmente graves. En los planes y programas de atención a la cronicidad una de las prioridades se centra en lo que ha venido en denominarse “conciliación terapéutica”. La OMS define la conciliación terapéutica como el proceso formal de verificación de la medicación habitual de un paciente en el momento de ingresar en un hospital y su comparación con la nueva medicación prescrita, evitando duplicidades, interacciones o contraindicaciones entre ambos tratamientos. Este concepto abre una nueva vía de reflexión, en mi opinión, no suficientemente desarrollada en el trabajo de Schiff y cols., centrado en el encuentro médico-paciente, e introduce la coordinación y continuidad asistencial entre los distintos ámbitos y niveles del sistema sanitario como un factor clave para conseguir una prescripción informada, reflexiva y centrada en el paciente. En este marco, el papel de la atención primaria y de la comunicación entre sus profesionales y los de los hospitales de agudos o instituciones de crónicos es esencial.

La conciliación terapéutica implica también el desarrollo de una atención proactiva que pretende anticiparse a los problemas y, si es posible, evitar su aparición y/o consecuencias graves para el paciente.

En definitiva y para finalizar estas breves líneas de reflexión, quiero poner énfasis en la necesidad de no limitarse a mejorar todo el contexto de la interacción del médico (profesional sanitario) con el paciente y contemplar también determinados aspectos de la organización y recursos del sistema de salud si queremos realizar un abordaje integral de la prescripción y sus problemas.

 

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