El número de cirugías realizadas en todo el mundo ha crecido de manera constante, sobre todo en el mundo en desarrollo, pero sigue existiendo una enorme brecha en la atención quirúrgica entre las naciones ricas y pobres, según concluye un nuevo estudio dirigido por la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, Estados Unidos.
Entre 2004 y 2012, el número anual estimado de operaciones en todo el mundo se incrementó un 38 por ciento, de alrededor de 224 millones a casi 313 millones, según los autores de este trabajo. El mayor aumento, un 114 por ciento, se produjo en los países relativamente pobres, pero estas naciones en desarrollo siguen representando un pequeño porcentaje de las operaciones generales.
Sólo el 6,3 por ciento de los procedimientos quirúrgicos se realizaron en las naciones más pobres, que representan casi el 37 por ciento de la población mundial, lo que sugiere una gran necesidad no satisfecha de atención, informan los investigadores en un artículo que se publica este martes en ‘Bulletin of the World Health Organization’.
“La cirugía se está prestando cada vez con mayor frecuencia en países con muy bajo gasto en atención de la salud. Sin embargo, todavía hay una gran disparidad entre lo que se ofrece en los países con alto gasto en salud en comparación con los países de bajos recursos”, alerta el autor principal del trabajo, Thomas Weiser, profesor asistente de Cirugía en Stanford.
Por otra parte, la operación que se realiza con más frecuencia en los países pobres es la cesárea, que representa el 30 por ciento del total, lo que sugiere que a otras necesidades quirúrgicas importantes, como lesiones traumáticas y el tratamiento del cáncer, se les está dando prioridad baja, según Weiser.
Problemas de calidad y seguridad en los países pobres
Además de los problemas de acceso a la cirugía, Weiser apunta que hay preocupación por la calidad y la seguridad de la atención prestada en los países en desarrollo, donde el equipo inadecuado y la falta de formación y ambientes estériles, pueden poner a los pacientes en riesgo.
Estas preocupaciones son el foco de un estudio separado, que se publicó el pasado 22 de febrero en la edición digital de ‘Lancet Global Health’, en el que este experto y sus colegas encontraron altas tasas de mortalidad y una gran variabilidad en los resultados entre los pacientes sometidos a tres procedimientos comunes -cesárea, apendicectomía y reparación de hernia– en países de bajos y medianos ingresos.
“La cirugía es una intervención de alto riesgo –destaca Weiser–. Estamos hablando de millones de operaciones al año, por lo que una gran cantidad de pacientes están en riesgo. La seguridad es una parte importante de una estrategia de prestación de atención”.
En el pasado, los sistemas de salud en países de bajos y medianos ingresos han dado prioridad a la gestión de las enfermedades infecciosas y a la salud materna e infantil, según este investigador, quien dice que aunque estas cuestiones son todavía importantes problemas de salud, la industrialización y el envejecimiento de la población han contribuido a una mayor prevalencia de otros transtornos no transmisibles, como las enfermedades cardiacas y el cáncer, así como lesiones traumáticas. Estas enfermedades a menudo requieren intervención quirúrgica, pero se sabe poco acerca de la disponibilidad de la atención quirúrgica en muchas partes del mundo.
En este estudio, Weiser y sus colegas en dos hospitales de Boston quisieron conocer las cifras exactas sobre las tendencias mundiales de la cirugía y las estimaciones país por país del volumen quirúrgico para todos los 194 países miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El estudio es una actualización de la investigación que llevaron a cabo inicialmente con datos a partir de 2004.
Estos expertos recorrieron la literatura publicada recientemente, consultaron a cada ministerio de salud y obtuvieron datos de algunos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). No obstante, en el caso de muchos países, no había información disponible sobre el volumen quirúrgico, por lo que los autores desarrollaron estimaciones basadas en la imputación múltiple, una técnica estadística para extrapolar los datos basados en la información existente.
A efectos del estudio, se clasifican como países con muy bajo gasto (menos de 100 dólares per cápita gastados anualmente en el cuidado de la salud); bajo gasto (entre 100 y 400 dólares por habitante al año); gasto medio (de 400 a 1.000 dólares), y de alto gasto (más de 1.000 dólares). Los investigadores vieron que el mayor aumento en la disponibilidad quirúrgica se produjo en los países de gasto bajo y muy bajo durante el periodo de ocho años desde que se realizó el último análisis.
En los países más pobres, el número de operaciones se elevó un 69 por ciento, de 394 a 666 procedimientos por cada 100.000 personas cada año. En los países de bajo gasto sanitario, el aumento fue del 114,6 por ciento, pasando de 1.851 a 3.973 operaciones por cada 100.000 personas por año.
Aún así, se halló una enorme disparidad en las intervenciones quirúrgicas entre las naciones ricas y pobres. En 2012, por ejemplo, sólo el 30 por ciento de los procedimientos quirúrgicos se realizaron en países de bajos y muy bajos gastos, aunque estas naciones comprenden el 71 por ciento de la población mundial. Y la mayor parte de estos procedimientos fueron cesáreas.
Weiser entiende que el estudio refuerza la necesidad de invertir en capital humano y físico para ayudar a construir una capacidad quirúrgica eficaz en el mundo en desarrollo. “No hay suficientes proveedores y obviamente hay un problema de la fuga de cerebros, ya que los médicos capacitados dejan sus países de origen para ejercer en otras partes -lamenta–. La cirugía es una disciplina sin asistencia en algunas partes del mundo, en términos de infraestructura, y es de alto riesgo. Muchas de esas cuestiones fundamentales deben abordarse”.