Ante el cúmulo de ajustes y reajustes que se están haciendo en la Sanidad, el presidente del Colegio de Médicos de Salamanca, el doctor Manuel Gómez Benito, reflexiona sobre la situación, partiendo de las discrepancias de la mayoría de los facultativos ante las medidas que se están adoptando. A partir de ahí, el eje del artículo se concreta en la privación, en el Hospital Universitario de Salamanca, de la supresión de las comidas y de una sala de estar para los médicos de guardia
Salamanca, 9 de julio 2012 (medicosypacientes.com)
Ante el cúmulo de ajustes y reajustes que se están haciendo en la Sanidad y de los que la mayoría de los médicos discrepan, permítanme que dé mi opinión sobre la situación, partiendo de una medida que a primera vista pudiera parecer nimia para la opinión pública. No entro ahora en otras de más calado aparentemente. Será el tiempo quien ponga las cosas en su sitio.
Vaya por delante que ante este panorama, no debemos perder la perspectiva de la situación especialísima, excepcional, que está viviendo este país y que puede ser que bajo la lupa jurídica, algunas decisiones tomadas a la fuerza, no sean todo lo acordes a los derechos de los médicos, pero insisto que en momentos de peligro, tal vez se atropelle el criterio recto y justo, que sí se hubiera propuesto en otros tiempos de normalidad económica, que por lo visto tampoco era la que equivocadamente hemos vivido.
La Sanidad, la buena Medicina desarrollada en ese escenario, la hemos elevado entre todos a unos niveles inmejorables. Han cambiado las cosas, nos hemos equivocado o se han equivocado nuestros gestores económico, los del país y al parecer los del continente e incluso mundiales y hemos llegado a ofrecer una Medicina y una Sanidad de lujo, del que debemos prescindir drásticamente. Dios quiera que según se vayan serenando las mentes de unos u otros mandatarios, los errores que ahora parece que se cometen, sean corregidos y vayamos todos por la misma senda de la humildad, de la prudencia y del compromiso que a todos se les debe exigir. A todos.
Pues bien, dicho esto, el eje de mi comentario quiero concretarlo en algo que especialmente ha dolido a los médicos, como el privarles de una sala-comedor de reunión y de estar, concretamente a los que hacen guardias de presencia física y desarrollan un trabajo como internos durante 24 horas en un hospital. Si hacemos unas sencillas cuentas, un médico que haga una media de cuatro guardias al mes, 48 al año, pasa de 1.152 horas al año en el hospital de guardia; por 30 años de trabajo son 34.560 horas, son 1.440 días de su vida que se traducen en tres años largos, en permanencia en su hospital, en exclusividad de trabajo y ausentes de su vida familiar y social extrahospitalaria.
No voy a reclamar salarios por esto; no voy a pedir compasión por ello; voy a explicar que durante todo ese tiempo, hemos tenido que adaptarnos a un tipo de vida, que nos ha servido para convivir, para comunicarnos, para conocernos; para ayudarnos a hacer una buenísima Medicina hospitalaria tanto para los enfermos ingresados, como para las urgencias de la calle. Hemos hecho un frente familiar, de ayuda mutua, de soporte anímico, que nos ha llevdo a unos resultados profesionales que ahí están, en las estadísticas invariablemente se nos califica casi con un cien por cien de aceptación.
Este tipo de vida no sólo conlleva la asistencia; era necesario y es necesario que en 24 horas seguidas haya momentos de descanso, de relajamiento, de vida familiar que con gran gusto procuramos alcanzar, como en un gran salón de cualquier hogar, de cualquier comunidad; donde conoces a tus compañeros, donde disfrutas de sus comentarios profesionales o de la vida cotidiana; donde evades tu mente ante los momentos duros, durísimos, que se presentan en 24 horas de guardia, donde en equipo se ha resuelto algún caso grave, a veces masivo de accidentados, para después todo volver a la calma y refugiarte en un área de descanso, que cumple las veces de un cuarto de estar, de juegos de mesa, de comedor, de salón de televisión y en un ambiente con médicos de distintas edades, en charlas con ingenio, donde hay capacidad para entretenerse sabiendo que en cualquier momento suena el busca o el teléfono llamando de nuevo al trabajo. Si esto desaparece ¿dónde se dirigirá un médico que ha acabado su asistencia a la una o dos de la mañana para poder tomar algo antes de retirarse?
La convivencia en ese recogido y sereno ambiente es de todo punto necesaria; y es en nuestro hospital, el de cada uno, donde tenemos que fomentarla, porque no sólo es la comida que equivocadamente ahora se suprime.
Respetados gestores, no nos quitáis la comida, nos trocáis la necesaria convivencia; nos apartáis de una imprescindible relación humana y humanística, donde se oyen comentarios, argumentos y enseñanzas que en ningún otro lugar vamos a recibir. Ahí se genera la cohesión necesaria para desarrollar en el mejor ambiente autocreado, en el que desenvolvernos y practicar la mejor Medicina de la que hemos sido capaces.
No hagáis que tres años de nuestra vida de médicos de guardia se conviertan en un tiempo vacío; en un tiempo que no recoja el fruto que supone la unión, el trabajo en equipo, de personas que inteligentemente han ido adoptándolo y haciéndolo imprescindible.
Os lo decimos y os lo pedimos todos los médicos que están ahora viviendo esos años y los que como yo y otros muchos le dimos vida al hospital durante 30 años que avalan nuestra solicitud. No los defraudéis; que no sientan esa ofensa, esa desilusión que supone la desconsideración que conlleva algo que no se puede tasar por lo que cuesta sino por lo que vale.
Decía Cicerón que: “el placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación”. Dicho queda.
Mantengamos la dignidad, la categoría, la clase y el estilo de una profesión que necesita de todo esto para su trabajo en una sociedad exigente.
Todo lo que no se haga en este sentido a la larga va a ir en deterioro de nuestra categoría y de nuestra capacidad para tratar con confianza mutua nuestros futuros pacientes.
Manuel Gómez Benito. Médico en ejercicio del Servicio de ORL del Hospital Universitario de Salamanca
y presidente del Colegio Oficial de Médicos de Salamanca