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Salvar vidas con la solidaridad y la cooperación europea en respuesta al COVID-19

Los autores de este artículo, que son expertos en atención sanitaria, sistemas de salud, política sanitaria y economía de la salud en el ámbito europeo y son miembros o han sido miembros del Panel de Expertos en formas eficientes de invertir en salud. Escriben esta carta a título personal, en la que analizan la situación actual derivada del COVID-19

El COVID-19 se está extendiendo rápidamente por toda Europa. Muchas personas están padeciendo actualmente la enfermedad y miles de personas en Europa están muriendo. Sabemos que estos números crecerán mucho más inevitablemente. El Consejo de Europa subrayó recientemente la importancia de la solidaridad y la cooperación europea en respuesta a la crisis del COVID-19.

La mayoría de los países europeos garantizan a su población que no existan barreras económicas para el acceso a la atención sanitaria, las pruebas, y los tratamientos necesarios. Pero, en una crisis como esta es más difícil asegurar la capacidad adecuada, especialmente de cuidados intensivos y ventiladores. En algunos lugares que están soportando una presión más severa, hay información de que se tiene que racionar la atención. En esta situación, la cooperación internacional para permitir el acceso a la capacidad de hospitalización de enfermos agudos es una forma de reducir esta presión.

La necesidad creciente de capacidad en cuidados intensivos no está afectando a todos los países con igual intensidad. En algunos países los hospitales ya están sobrecargados, mientras en otros hay camas vacías esperando pacientes. Han surgido algunos ejemplos de cooperación, como algunos hospitales en Alemania aceptando pacientes con COVID-19 del este de Francia y norte de Italia. Así mismo, laboratorios clínicos públicos y privados están coordinando esfuerzos en varios países europeos para aumentar la capacidad de realización de tests para el COVID-19. Estas medidas pueden ampliarse en el marco legislativo establecido en la Directiva de atención sanitaria transfronteriza, que crea mecanismos como el pago por atención recibida en otro Estado Miembro.

Redistribuir el impacto de los picos de presión de la epidemia en un área geográfica (región o país) utilizando la capacidad existente en otra área reducirá la congestión y el estrés en los sistemas sanitarios.

Compartir la capacidad de las camas de cuidados intensivos es solo una de las oportunidades existentes para un verdadero esfuerzo europeo que dé respuesta al reto del COVID-19, aprovechando los mecanismos establecidos en respuesta a las amenazas de salud pública transfronterizas, que recoge la Decisión Nº 1082/2013/EU.

La pandemia del COVID-19 demuestra la importancia de la cooperación en atención sanitaria entre los Estados Miembros, como la Iniciativa de Compra Conjunta de medicamentos y equipos sanitarios, así como la Iniciativa de Medicamentos Innovadores 2. Pero es necesario ir más allá, tanto ahora, utilizando mecanismos como los del artículo 196 del Tratado de Lisboa sobre cooperación en el caso de desastres, como en el futuro, a través de mecanismos de cooperación reforzada, a partir de aquellos establecidos en el Semestre Europeo.

Esta pandemia muestra también la urgente necesidad de innovar en prevención y atención, aprovechando las oportunidades que ofrece la digitalización, como la tele-medina, en situaciones donde la atención cara a cara debe ser minimizada. La cooperación y la innovación son necesarias si queremos aumentar la resiliencia de nuestros sistemas sanitarios a través de una atención centrada en las personas que beneficie a toda la ciudadanía europea.

La disrupción económica asociada con el COVID-19, con medidas de confinamiento que obligan a millones de personas a estar en sus casas, superará lo sucedido en la última crisis financiera internacional. Además, golpea a todos los países en un corto período de tiempo.

Las redes sociales y familiares están amenazadas por esta crisis. El impacto psicosocial de aislamiento y distanciamiento social para contener el virus genera necesidades adicionales en la población que solo pueden abordarse a través de la inversión en una atención primaria comprensiva y una cohesión social reforzada en los países afectados. Lo que esta crisis pone en evidencia es la necesidad de mayor integración entre la atención primaria y los servicios de salud pública, reforzando su papel tanto en la prevención de la enfermedad como en la promoción de la salud.

Los Estados Miembros deben comprometerse a asegurar, con las salvaguardas necesarias, la recogida, retención e intercambio de los datos relevantes acerca de prácticas eficaces y eficientes. Esto será esencial para prevenir y responder a nuevas crisis.

Estos son tiempos excepcionales. Una respuesta unitaria basada en la solidaridad y los valores humanos que están en el corazón del proyecto europeo construirá una identidad europea más fuerte, que inspire y ayude a otras regiones del mundo. Iniciativas ciudadanas locales, el esfuerzo heroico de los profesionales sanitarios, y el compromiso de los voluntarios ilustran la centralidad de la solidaridad en el proyecto europeo.

Demostrando solidaridad en la manera que los Estados Miembros hacen frente a esta crisis, Europa podrá ofrecer un ejemplo y un precedente para afrontar futuras pandemias. Sin embargo, la solidaridad debe extenderse a otras regiones vulnerables más allá de la Unión Europea, especialmente a los países de medianos y bajos ingresos, y a las personas más vulnerables dentro de ellos.

Los gérmenes no respetan fronteras nacionales. El COVID-19 no será la última pandemia. Los Estados Miembros de la Unión Europea deben actuar para proteger a sus poblaciones y salvaguardar los valores democráticos y humanitarios que la Unión Europea defiende.

 

Jan De Maeseneer, Department of Public Health and Primary Care, Ghent University, Belgium 

Pedro Barros, Nova School of Business and Economics, Universidade Nova de Lisboa, Portugal.

Martin McKee, London School of Hygiene and Tropical Medicine, United Kingdom

Christian Anastasy, consultant, France

Natasha Azzopardi-Muscat, Department of Health Services, University of Malta, Malta 

Margaret Barry, World Health Organisation Collaborating Centre for Health PromotionResearch, National University of Ireland Galway, Ireland

Ales? Bourek, Center for Healthcare Quality, Masaryk University, Czech Republic

Werner Brouwer, Erasmus School of Health Policy & Management, Erasmus University Rotterdam, The Netherlands

Anna Garci?a-Alte?s, Catalan Health System Observatory, Agency for Health Quality and Assessment of Catalonia, Spain

Damien Gruson, Department of Clinical Biochemistry, Cliniques Universitaires St-Luc and Universite? Catholique de Louvain, Brussels, Belgium.

Dionne Sofia Kringos, Amsterdam UMC, University of Amsterdam, Department of Public Health, Amsterdam Public Health research institute, The Netherlands 

Fernando Lamata, Advisory Council of the Ministry of Health, Spain 

Lasse Lehtonen, Helsinki University Hospital, Helsinki, Finland

Christos Lionis, Clinic of Social and Family Medicine, School of Medicine, University of Crete, Greece 

Liubove Murauskiene, Department of Public Health, Institute of Health Services, Faculty of Medicine, Vilnus University, Lithuania

Sabina Nuti, Department of Health Management, Sant’Anna School of Advanced Studies, Pisa, Italy 

Walter Ricciardi, Department of Public Health, Universita? Cattolica di Roma, Italy

Heather L. Rogers, Biocruces Bizkaia Health Research Institute and Ikerbasque Basque Foundation for Science, Spain

Luigi Siciliani, Department of Economics and Related Studies, University of York, United Kingdom 

Dorothea Stahl, Klinikum Bremen-Mitte, Gesundheit Nord gGmbH- Klinikverbund Bremen, Germany 

Sarah Thomson, WHO Barcelona Office for Health Systems Strengthening, Spain

Katarzyna Wieczorowska-Tobis, Department of Palliative Medicine, Karol Marcinkowski University of Medical Sciences, Poland 

Claudia Wild, Austrian Institute for Health Technology Assessment (AIHTA), Austria 

Jelka Zaletel, National Institute of Public Health, Slovenia 

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