El hipertiroidismo aparece por una descoordinación del sistema inmunitario. El paciente con esta patología presenta síntomas como aumento de peso, mala tolerancia al frío, estreñimiento, cansancio, o pérdida del apetito
Existen dos estructuras anatómicas íntimamente ligadas, una es la hipófisis ubicada en nuestra cabeza y otra, la glándula tiroidea, situada en la parte anterior del cuello y motor definitivo de la puesta en marcha del abastecimiento oportuno para el buen funcionamiento de los órganos dependientes.
La primera recaba datos y, por consiguiente, envía mensajes a la segunda para que ésta libere los niveles de hormonas necesarios para el buen funcionamiento del organismo, pero, existe otra zona concreta del cerebro implicada en el buen funcionamiento de la hipófisis, es el hipotálamo, que en este caso segrega una hormona específica, herramienta diagnóstica en múltiples ocasiones, que activa a la mencionada hipófisis para que coordine con la glándula tiroides la suelta hormonal necesaria al torrente sanguíneo.
Cuando surgen alteraciones en alguno de los eslabones aparecen los prefijos definitorios de determinadas patologías, por lo que comenzamos por definir que la causa más frecuente del hipertiroidismo aparece por una descoordinación del sistema inmunitario, nuestro escudo de defensa en condiciones normales, creará unos anticuerpos que por razones todavía desconocidas estimulan al tiroides, lo que origina un nivel de hormonas exagerado y lesivo que provocará que se sude más, porque se tolera mal el calor, nerviosismo y temblor, palpitaciones que son percibidas por el afectado, ir más al cuarto de baño a defecar, etc.
El origen de la situación antagonista, es decir, el denominado como hipotiroidismo que disminuye los niveles hormonales también surge, frecuentemente, tras otro proceso autoinmune distorsionado, en este caso aparece la clínica contraria como mala tolerancia al frío, estreñimiento, cansancio, pérdida del apetito o aumento de peso?reflejado con frecuencia en la cara?en ambos casos los niveles de yodo existentes intervienen en la creación de ambos procesos, deficitarios en este último y aumentados en el anterior.
El riñón no se escapa del berenjenal porque puede aportar su granito de arena en el inicio de la patología eliminando el mencionado yodo de forma improcedente.
¿Por qué aparece el bocio?
Si no se ingiere yodo suficiente la glándula que nos ocupa se agranda tras estimular a la hipófisis consiguiendo un aumento de la hormona segregada por ésta para combatir la deficiencia de las hormonas tiroideas, por cierto, este aumento de tamaño puede ser permanente, además, siempre se comenta que todo este tipo de patologías acontecen en los países pobres por la escasez y mala alimentación existente pero yo siempre constato lo mismo?¡sus infraestructuras sanitarias no pueden garantizar tampoco una certeza diagnóstica!…en los países de nuestro ámbito, por ahora, parece ser que determinados complementos introducidos en concretos alimentos de rutina aportan el yodo necesario.
Tratamiento, bueno, cada caso acepta uno concreto, por ejemplo, en el caso de la existencia de hipotiroidismo aparecen divergencias entre la lógica de administrar la hormona tiroidea aceptada hasta el momento o la combinación de las dos segregadas por el citado tiroides ya que pueden alterar el metabolismo de superficies fundamentales.
Fuente: Dr. Juan Carlos Moreno
para medicosypacientes.com