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Reflexiones en el Día de la Ética Médica

El 18 de septiembre se celebra desde el año 2013 el día de la Ética Médica, a propuesta de la Asociación Médica Mundial, para conmemorar que el mismo día del año 1947 dicha asociación celebró su primera Asamblea General. Por este motivo, la Comisión Central de Deontología Médica de la Organización Médica Colegial (OMC) ha realizado una reflexión al respecto 

Desde el año 2013 cada 18 de septiembre se celebra el día de la Ética Médica, a propuesta de la Asociación Médica Mundial, en conmemoración de la primera asamblea de dicha asociación el día 18 de septiembre de 1947. Es una decisión acertada, porque es bueno dedicar un día al año, a una reflexión y profundización en la Ética en general y en la Ética Médica en particular, que los médicos en sus quehaceres profesionales deben tener presente todos los días del año.

Ser médico es ejercer una profesión bien peculiar. Su objetivo es la persona, cuando esta siente o le parece sentir algún problema de salud, intenta recobrar la normalidad y busca ayuda en otra persona que cree que tiene los conocimientos suficientes para conseguir el objetivo. Se establece la relación médico-paciente, tan antigua como el hombre. 

La relación paciente-médico es una relación personal, con todas las virtudes y defectos de una relación entre personas, que se basa sin duda en los conocimientos científicos y técnicos del médico, pero también en la esperanza y la confianza del paciente que se podrían ver deterioradas sin una buena disposición del profesional, basada en un trato afable, dedicación, preocupación y finalmente recibiendo una inteligible información, aspecto que el profesional tiene menos presente, más atento al diagnóstico y preocupado por llegar a una acertada decisión terapéutica. 

Se ha de reconocer que la relación médico-paciente no siempre es fácil. La socialización de la Medicina, ha puesto los avances tecnológicos al alcance de todos y es muy  positivo, pero ha trastocado, al menos en parte, la relación del médico con el paciente, que de ser hace unos años personal y confiada (a veces algo prepotente), ha pasado a otra en que el paciente ve al médico, como un funcionario representante de la entidad gestora, hecho agravado porque el paciente sabe que a veces su baja laboral o la valoración de su estado, puede conseguir o no una determinada calificación de invalidez con claras repercusiones en su situación socio – económica.

El mundo sanitario se ve inmerso en una cascada inagotable de importantes y significativos cambios por las grandes transformaciones no tan solo tecnológicas, sino también éticas en las ciencias de la salud: límites en el esfuerzo terapéutico, trasplante de órganos, reproducción humana, ingeniería genética con finalidad terapéutica o eugenésica, eutanasia, suicidio asistido, paciente terminal, muerte cerebral, órdenes de no reanimación, etc. Además se exige al médico afectividad, eficiencia y eficacia y que colabore en la gestión de los recursos sanitarios, que sea evaluador y responsable de la calidad asistencial, vigilante de la relación coste-beneficio, corresponsable de las cargas financieras de la sanidad y experto en evidencia científica. En todas estas facetas, que sin duda comportan responsabilidades y riesgos, se deben incluir necesariamente los importantes aspectos éticos y deontológicos de los actos médicos.

¿Qué pasaría con una medicina carente de valores éticos de los médicos y el resto de profesionales sanitarios? Sería una medicina deshumanizada, que no busca la empatía y la relación afectiva con el que sufre. Desaparecería uno de los pilares de la medicina: apoyar y consolar siempre y como indica el Dr. Villanueva quedaría “una profesión guiada casi exclusivamente por un técnico que repara una cosa que se ha averiado”.

En los principios básicos de Beauchamp y Childress (Autonomía, Beneficencia, Justicia y no Maleficencia), la Autonomía se ha convertido en la verdadera revolución en la relación paciente-médico, considerada como la obligación de considerar a los pacientes personas capaces de tomar decisiones que afectan a su salud y a su vida, después de recibir una completa información por parte del médico. El Dr. Diego Gracia  considera que “con el principio de autonomía se ha avanzado más en 25 años que en  25 siglos de  historia de la medicina”, o en palabras de Edmund Pellegrino: “en los últimos 30 años la autonomía ha desplazado a la beneficencia como primer principio de la ética médica. Esta es la reorientación más radical ocurrida a lo largo de la historia de la tradición hipocrática”. 

Pero además de los principios básicos hay otras interpretaciones encuadradas en la Ética Médica, como las de Pellegrino y Thomasma basadas en la ética de la virtud, que ve en el médico el sujeto moral que debe tener virtudes imprescindibles para una auténtica relación de confianza profesional y moral. Estas virtudes serían entre otras la lealtad y la empatía con el paciente (vinculada a la relación de confianza), la benevolencia, la justicia (aplicada específicamente a un paciente concreto, sin dejar de tener presente la justicia social), la compasión (como actitud que debe ser parte esencial del núcleo de la relación sanitaria), la prudencia, el conocimiento, la formación continuada, etc. 

La historia muestra que, desde su origen en Hipócrates, Ciencia Médica y Ética Médica han caminado y deben seguir caminando siempre juntas y además la Ética especí¬fica de la profesión médica ha mostrado una tenaz tendencia a cristalizar en ciertas fórmulas, como juramentos y sobre todo mediante códigos de Deontología, que no han nacido de la elucubración de los cultivadores de la filosofí¬a moral, sino de la sabidurí¬a práctica de los médicos, en el ejercicio cotidiano de su actividad. 

Los códigos de Deontología son un conjunto de normas que deben respetarse en el ejercicio de una profesión. Una condición que parece necesaria para que los profesionales resulten vinculados a tal obligación de conducta, es que esta resulte claramente definida en un texto con unas normas de obligado cumplimiento que pueda servir de guía. Esto es lo que se conoce como Código de Deontología, que tiene remotos orígenes y un desarrollo actual ampliamente generalizado en los distintos países del mundo y en los que básicamente se enumeran unas normas que en su conjunto intentar crear un marco de la buena práctica profesional en todas sus facetas. 

La Deontología y Ética médicas han sido, son y deben seguir siendo un elemento fundamental de la esencia de la actividad profesional de los médicos. En la relación paciente-médico, la normativa deontológica es un referente moral para ambos. La valoración deontológica de un acto médico es fundamental, tanto para preservar los derechos de nuestros conciudadanos, como también el conocimiento de un marco de actuación al médico en sus tareas relacionadas con la salud.

Los códigos de Deontología médica incluyen aquellas normas que todo médico debe seguir para ejercer su profesión de manera Ética, es decir, no ser tan solo un buen médico (entendido desde un punto de vista técnico), sino también un médico bueno (entendido desde un punto de vista técnico y humano). Un hospital o un centro de salud no son sólo instituciones dotadas de recursos cualificados, es sobre todo como dice el Dr. Gonzalo Herranz “el conjunto formado por quienes trabajan en él y lo llevan adelante. Es un lugar de relaciones humanas que inevitablemente llevan implícitas un compromiso ético”. Una institución sanitaria desde la consulta de Atención Primaria en una zona rural hasta el hospital más tecnificado, deben estar éticamente comprometidos con todos los hombres y mujeres que acuden, cuidando exquisitamente su dignidad y el respeto debidos. 

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