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Opinión.-Sanidad: todos a una o a la cola

Nadie en su sano juicio puede oponerse a unas medidas de urgente aplicación para una Sanidad «que puede entrar en coma». Es momento, por tanto, y como insta el doctor Josep María Bertran, en este artículo de opinión, de posicionarse, con claridad, con rigor y sin extremismos, para salvaguardar un modelo de Sanidad pública que ha sido y debe continuar siendo un referente internacional. El autor aboga, sin dilación, por un gran pacto político de Estado para que las Administraciones públicas puedan establecer con precisión un menú racional de prestaciones de salud financiadas desde el sector público. De lo contrario, dejar pasar el tiempo sin aplicar soluciones correctas pondrá en serios apuros la salvaguarda de nuestro sistema sanitario público de cobertura universal, equitativa y de calidad

Madrid, 9 de marzo 2010 (medicosypacientes.com)

Artículo firmado por el doctor Josep María Bertran, en la actualidad médico del CAP Jaume I de Tarragona y elaborado para «Medicos y Pacientes».

Dr. Josep María
Bertran.

Sanidad: todos a una o a la cola

No es cierto que la profesión médica esté peor ahora que en los últimos cincuenta años. Si a algunos les va bien quejarse así para soltar estrés delante el espejo de cada mañana, o en reuniones, en congresos y en artículos de opinión, pues que le vamos a hacer; pero este tipo de manifiestos son incompletos y parciales, provocando una reacción distinta a la que probablemente se pretendía conseguir. Lo que sí nos sucede a los médicos, igual que a otros trabajadores de la sociedad actual, es que observamos como el ?modelo de trabajo? nos aprieta progresivamente las tuercas, no tenemos tiempo suficiente para mantener y mejorar nuestra competencia y, a la vez, nuestra capacidad adquisitiva baja cada día más. Estas tres cuestiones, relevantes para cualquiera que las sufra, no tendrían mayor interés social si no fuera porque repercuten directamente en la motivación, la productividad y la calidad del trabajo. Y en el caso de la Medicina en las prestaciones de salud y la calidad asistencial que reciben los pacientes, y no es alarmismo. Aunque parezca mentira, médicas y médicos tienen que ?buscarse la vida? para alcanzar la financiación de las necesidades familiares básicas, y aún así la gran mayoría ejerce su profesión con los cinco sentidos, en alerta para poder atender debidamente a los pacientes y procurarles las mejores opciones para su salud. Ante esta situación, a nadie debería extrañarle que exista un progresivo agotamiento tanto de profesionales de la medicina como de los mismos pacientes, y, caso de no solucionarse, se avecinan graves problemas.

Es cierto que la gran mayoría de médicas y médicos somos buena gente, que por eso escogimos la profesión, y priorizamos nuestro compromiso ético con la sociedad sean cuales fueren las condiciones de ejercicio de la Medicina. Sin embargo y paradójicamente, cuando nos ponen a mandar dentro de las Administraciones Públicas o en las Aseguradoras de Salud o en el Sector Privado de Salud, nos transformamos a velocidad luz para defender con contundencia que la gran solución es trabajar más y gastar menos. Objetivos estos que son dogma en tiempos de crisis, pero que deben ir acompañados de un ajuste de la oferta de servicios a las necesidades racionales de consumo y a la capacidad real de producción.

Sería una insensatez y un grave error querer protagonizar una segunda versión del milagro de los panes y los peces, queriendo conseguir más y mejor con una desproporción de recursos financieros. Este comportamiento ni otros por el estilo evitarán un inminente shock en un sistema de salud pública donde aumenta a mayor velocidad la demanda de prestaciones, en número y en calidad, que no la financiación para atenderlas. Se agotó el tiempo para debatir las mismas cuestiones de siempre, instalándose en la actitud del ?o estás conmigo o contra mí?. Ahora toca posicionarse con claridad, con rigor, sin extremismos, sin manifiestos cara la galería, para precisamente salvaguardar un modelo de sanidad pública que ha sido y debe continuar siendo un referente internacional.

Jamás he conocido a una Ministra o a un Ministro de Sanidad con impulsos inconfesables para llevarnos al desastre. Tampoco he conocido Consejeras o Consejeros de Salud de las CCAA con este tipo de perversas intenciones. Al contrario, todas y todos quieren hacer bien la función de gobierno que les han encomendado. Sin embargo, creo que más de un alto cargo parece sufrir una variante del síndrome de Estocolmo. No hay secuestros, claro, pero llegan a estar tan de acuerdo con su ?jefe? que quieren demostrarle, a el y a su partido, gran capacidad para conseguir ?mucho? con ?poco?, dando por hecho que los resultados serán excelentes para conseguir un sistema que da más y mejores prestaciones, a mayor número de personas y de más edad, y todo ello con contención o minoración de gasto ¿Es o no es querer un milagro? Y, como en este sector no hay milagros que valgan, o se cambian procedimientos o el sistema sanitario se irá situando progresivamente en un conflicto de sostenibilidad y en crac económico.

La OMC siempre ha ofrecido ayuda a las Administraciones Públicas y al sector privado de salud en orden a conseguir mayores beneficios para la sociedad, aportando criterio y rigor profesional a los planteamientos. Y no siempre se ha hecho caso a la OMC. Ahora mismo, en la situación actual, ya no basta con ofrecer ayuda para la aplicación de modelos y sistemas decididos por los gobiernos. Ahora ya es imprescindible un gran pacto político de Estado para que las Administraciones Públicas puedan establecer con precisión un menú racional de prestaciones de salud financiadas por el sector sanitario público. Y si por lo que se ve y se oye no puede haber un gran pacto de Estado, que se haga sin el gran pacto; porque nadie en su sano juicio puede oponerse a unas medidas de urgente aplicación para una sanidad que nos puede entrar en coma.

La OMC, por su lado, tiene la obligación ética de liderar en el entorno europeo un modelo profesional de ejercicio de la Medicina que concrete y defina las condiciones mínimas imprescindibles para un ejercicio médico científicamente validado por las pruebas, eficiente, efectivo, ético, con el tiempo suficiente para atender debidamente a los pacientes, con tiempo suficiente para la imprescindible formación médica continuada, capaz de motivar a unos profesionales competentes y capaz de satisfacer a la sociedad. Sin duda alguna necesitamos y todavía es posible conseguir un modelo asistencial cohesionado, sinérgico y sostenible. Dejar pasar el tiempo sin aplicar soluciones correctas, pondrá en serios apuros la salvaguarda de nuestro sistema sanitario público de cobertura universal, equitativa y de calidad, que aún es y debe seguir siendo la joya de la corona, el orgullo del gobierno central y de los gobiernos autonómicos, y la satisfacción de la sociedad y de los profesionales.

Dr. Josep María Bertran Soler, médico del CAP Jaume I de Tarragona.

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