En el editorial del último número de la revista de la Organización Médica Colegial, el presidente de la OMC se refiere al exceso de alarmismo que ha venido acompañando a la actual pandemia de gripe y recuerda que «es preciso respetar las decisiones de la autoridad sanitaria»
Madrid, 2 de diciembre 2009 (medicosypacientes.com)
Ofrecemos a continuación el editorial del último número de la Revista OMC cuya edición digital íntegra puede consultarse aquí.
Los Nostradamus de la gripe A
Juan José Rodríguez Sendín,
presidente del CGCOM.
Durante los últimos meses, cada vez que nos asomamos a los medios de comunicación, con frecuencia nos recorre un escalofrío ante las visiones apocalípticas sobre las ?posibles? consecuencias de la denominada gripe A. Se contabilizan día a día los fallecidos por esta causa y se hacen extrapolaciones sin ningún fundamento. No se comparan los datos reales con lo sucedido en años anteriores (eso no crearía alarma) sino que se buscan antecedentes catastróficos aunque para ello haya que remontarse más de un siglo sin considerar cuál era la situación social y sanitaria de aquella época.
Sin el menor rubor, cobran estos días su cuota de protagonismo numerosos ?expertos? -algunos de ellos ni siquiera son profesionales de la Medicina- que con la disculpa de la mayor transparencia informativa, así como de prevenir cualquier supuesto por improbable que fuera, generan no ya una alerta sino una alarma exagerada que -especialmente en los grupos de población identificados como de mayor riesgo- se ha convertido en miedo. Pero da igual, todo vale con tal de lograr un titular de impacto, crear necesidades y aumentar consumos.
Sin embargo a pesar de que la epidemia ?pandemia- de gripe no ha llegado a su periodo más álgido, las sensaciones colectivas se han normalizado. Por diversas razones, entre las cuales está la intervención precoz de la propia profesión médica, las cosas se han encauzado dentro de unos límites razonables que permiten abordar el problema con energía pero con tranquilidad. Todo lo cual no impide la necesaria reflexión y análisis de lo ocurrido, con el fin de evitar en un futuro que aquellos actos indeseables de la historia se vuelvan a repetir.
Ansiedad, dolor, miedo y muerte: estos cuatro ingredientes, contra los que no hay vacuna posible, justifican desde nuestros orígenes la existencia de la Medicina y la Religión. En el caso de la Medicina, se han ido descubriendo tratamientos para paliar la ansiedad y el dolor, se ha mejorado la atención médica al final de la vida aunque la muerte siempre será inevitable; sin embargo, contra el miedo sólo nos queda la información y la confianza que pueda tener quien la recibe.
Cualquier escenario que magnifique uno de estos cuatro elementos se vuelve inmediatamente noticia, capaz de llenar portadas y espacios destacados en los medios de comunicación. Y no digamos nada si se juntan todos y se construye sobre ellos una infinita gama de posibilidades: la alarma está asegurada.
Después, se pretende que los servicios de salud y los profesionales sanitarios apaguen ?con los recursos limitados de que disponen- ese fuego que otros se encargan de avivar constantemente. Es como querer apagar un fuego con cubos de agua mientras otros arrojan gasolina sobre el mismo.
Contra las profecías apocalípticas y sus profetas, desde el Consejo General de Colegios de Médicos queremos hacer un llamamiento a la sensatez y esto incluye aceptar que:
- Es preciso admitir que el riesgo cero ante un problema de salud no existe.
- Las medidas preventivas tienen consecuencias, y no vale todo a cualquier precio. Los esfuerzos que se puedan realizar para anticiparse y prevenir un problema de salud o sus consecuencias deben de compensar los riesgos que se intentan evitar. Los riesgos deben ser inferiores a los beneficios.
- Las intervenciones preventivas en población sana deben ser de máximas garantías y soportadas con evidencia científica.
- Es preciso respetar las decisiones de la autoridad sanitaria y de los profesionales que debe realizar su trabajo sin presiones exteriores injustificadas.
En el caso de la gripe A la evidencia disponible nos dice que medio planeta ya la ha pasado (todo el hemisferio sur en donde ha terminado el invierno), sin disponer de vacunas, y que el impacto ha sido mucho más benigno que cualquiera de las gripes estacionales de los años anteriores.
Preparémonos a pasar una gripe con normalidad, pues se ha realizado o se está realizando lo que se puede y se debe hacer. Conocemos las medidas asistenciales especiales a realizar, en caso improbable de necesidad, aunque posiblemente la gripe será más leve que la de otros años. Como siempre la atención y los recursos sanitarios se deben centrar en aquellos enfermos cuya gravedad así lo requiera y en los pacientes -de todas las demás enfermedades- a los que hay que seguir prestando la atención médica que necesitan.
El médico debe, en definitiva, ser consciente de su papel y respetar las recomendaciones establecidas por las Autoridades sanitarias y trasladar a la población la necesidad de vacunación de los grupos de riesgo, incluidos los propios profesionales.
Juan José Rodríguez Sendín
Presidente del Consejo General de Colegios de Médicos