En respuesta al artículo publicado en Diario Médico, por el ex vocal de la Asociación de Médicos Residentes de Madrid (AMIRCAM) Aser Rada, sobre deontología profesional como argumento para sentar doctrina sobre la colegiación obligatoria, los representantes nacionales de A.P. Urbana y de Medicina de Postgrado, Jerónimo Fdez. Torrente y Manuel Carmona, respectivamente, en nombre de la OMC, firman otro artículo en la edición de ayer lunes 15 de diciembre, en el mencionado diario. Dicha tribuna, que no aparece publicada íntegra por falta de espacio, recoge de forma clara y contundente el por qué de la necesidad de la colegiación obligatoria. ?Médicos y Pacientes? ha rescatado, por su interés, la versión original de dicho artículo
Madrid, 16 de diciembre 2008 (medicosypacientes.com)
(Que se pare el mundo, que me quiero bajar?)
Los ciudadanos de un país que no están de acuerdo con su gobierno intentan que un partido opositor acceda al mismo, a través de un programa electoral y utilizando los métodos democráticos que tiene la sociedad.
Estos ciudadanos se reirían, y algunos le tomarían por tonto, si en base a que a alguien no le gustase como gobiernan los actuales dirigentes pidiese la desaparición de la institución. Y no sería por falta de argumentos: Hacen leyes que pueden perjudicarnos, nos suben los impuestos, no mejoran la economía, aumenta la precariedad laboral? y añadiría: ?los gobiernos no tendrían que temer nada si demostraran su competencia, si fueran realmente útiles a sus votantes y, en definitiva, al conjunto de la ciudadanía?. Suena bien ¿Verdad?
La frase, sacada del artículo de la Tribuna de Diario Médico del día 2 de diciembre 2008, en referencia a la colegiación obligatoria de los médicos, se podría encajar en cualquier otro tipo de protesta y siempre quedaría bien.
¿Por qué, yo ciudadano, me tengo que someter a las normas que dicte un gobierno, para controlarme, ?si mi ética, mi experiencia personal y la entidad en la que trabajo entiendo que son suficientes??
Y es que el compañero Aser Rada (autor de la mencionada Tribuna ?ex vocal de la Asociación de Médicos Residentes de Madrid), ha escogido el peor momento y el menos oportuno para hacer su ?argumentación anticolegial?, y sus preguntas se responden por si solas: Sí, en Extremadura, Andalucía y Canarias, campan mucho más a sus anchas los médicos con títulos falsificados y los especialistas sin título homologado, porque la no colegiación dificulta su control, y son sus ciudadanos los que sufren las consecuencias.
La colegiación obligatoria debe ser entendida como un bien social, constituyendo un beneficio no para los médicos (que también) sino para los ciudadanos; y existe una profunda ignorancia sobre su significado como mandato constitucional y del legislador. La única fórmula para garantizar la buena práctica profesional es la universalización de su control, si no involucra a todos los ejercientes, no hay control. Los ?Colegios Profesionales? se diferencian de las ?Asociaciones? y de los ?Sindicatos?, ya que la incorporación a éstos es libre y a los colegios no. Ello tiene su proyección en la Constitución, ya que el asociacionismo (art.22) y el sindicalismo (art.28) está en la sección de derechos y libertades, mientras que los Colegios (art.36) están en la sección de derechos y deberes, como un correlativo deber a la libertad de elección de ciertas profesionales (art.35) debido a su trascendencia.
Argumenta que si lo que se trata es de validar titulaciones, en su caso ya lo hizo en su día el Ministerio de Educación. Sí, el mismo Ministerio que lo hizo con la de Juan Carlos Cofrades ?el mentalista de Cáceres?, que no había pisado nunca una Facultad, y que gracias a la labor de los colegios de médicos se le retiró de la circulación mientras ejercía como médico en Andalucía (¿casualidad?) contratado por el Servicio Andaluz de Salud durante más de 10 meses, con un título falso, pero homologado por ese Ministerio. Si se hubiese dejado todo a criterio de su ética, su experiencia personal, y la entidad para la que trabajaba?o de validar su titulación?¿Cuántos ciudadanos hubiesen seguido poniendo en riesgo su salud indefinidamente, confiados en que estaban siendo atendidos por un médico?
Aser Rada se pregunta por qué la necesidad de colegiarse, y el citado ciudadano se pregunta por qué tiene que pagar impuestos, por qué necesita un documento de identidad, por qué tiene que cumplir normas de comportamiento?En el caso colegial, porque es un bien social.
Hay que entender que las instituciones no son en si mismas buenas o malas. Lo son en base a cómo las hacen funcionar quienes las gobiernan, pero también en base a lo que ?yo, médico colegiado? hago con mi colegio profesional. La reflexión es: ¿Qué hago yo por mi colegio profesional?
Puede ser entendible la percepción crítica que desde los colegios no se hace todo lo posible por mejorar la situación de los médicos. Pero tampoco hay que olvidar que la principal función de éstos, como la de los demás gobiernos, es cara a la sociedad en su conjunto, no sólo al grupo que representan y que tratándose de gobiernos democráticos no hay lugar a la queja por sistema, al ?que se pare el mundo, que yo me bajo??, a pedir la anarquía social porque yo no me siento representando? ?Virtudes y defectos del sistema democrático, que podemos y tenemos oportunidad de modificar con nuestra intervención constructiva y responsable.
Deontología médica
(Un «efecto» de la colegiación obligatoria y No una «causa»)
Es en este apartado específico donde el compañero Aser Rada está más desorientado, ya que en ningún momento de nuestra historia colegial pasada ni reciente las instituciones colegiales ?OMC- han esgrimido como argumento ?casual? la Deontología Médica para la colegiación obligatoria, más bien siempre se ha entendido como un ?efecto? de la mencionada colegiación responsable ?un ejercicio de libertad- . Nos obligamos como corporación de derecho público que somos, a la pertenencia a una profesión colegiada médica y nos autorregulamos en nuestro ejercicio profesional, competencias y código de conducta (incluido el apartado disciplinario), por convicción profesional y pacto con la sociedad a la que servimos, lo cuál forma parte esencial de nuestra legitimidad (art.36-derechos y deberes de los colegios-).
La Deontología se sitúa en el intermedio de la senda que camina entre la Ética y el Derecho y existen poderosas razones ?sociales? que justifican la conveniencia de un código de ética y deontología médica y de los colegios profesionales que les dan soporte. En síntesis se puede decir que la profesión médica se autoexige un código de conducta que va más allá de la propia ley, y que la sociedad concede a la corporación colegial competencias de autorregulación disciplinaria. Este pacto obtiene su ?legitimación social? en la medida que una profesión médica independiente del poder ofrece mayores garantías para una medicina de excelencia, no sometida a las veleidades de otros intereses.
Si esto no es entendible en sus adecuados términos debemos revisar nuestros conceptos de la profesión y del profesionalismo así como nuestros derechos y deberes como parte esencial de nuestro pacto social-profesional.
La Colegiación ?obligatoria? No vulnera la ?libertad individual de asociación?, tal y como esgrime el compañero Aser Rada en su artículo sino más bien, por el contrario, constituye el mayor acto posible de ?libertad? si la entendemos como un servicio a los demás y un modo auténtico de compromiso con nuestra profesión médica y con la sociedad en su conjunto.
En definitiva, algunos compañeros deben hacer un esfuerzo por cambiar su mentalidad (chip) asociacionista, por una mentalidad de colegio profesional, y abandonar un discurso que en sus formas y en muchos de sus contenidos refleja un resentimiento hacia las instituciones médicas que le representan. Si somos honestos con nosotros mismos debemos separar pensamiento, instituciones y estructura, del buen gobierno corporativo que es exigible a las personas.
Los epítetos descalificativos hacia su propio colegio médico de Madrid, y hacia la OMC en general acusándoles de: inutilidad, luchas de poder, incompetencia, ineficiencia, partidismo, abandono de la función social, etc., por no mencionar la frase final de?soltar lastres e incendiar (metafóricamente) los colegios, restan credibilidad a quién las transcribe en un medio de información y da una imagen lamentable de nuestra profesión que no puede ser compartida por ningún médico que se sienta como tal?, aunque la libertad de expresión conceda estas licencias que nada tienen que ver con lo estipulado en el Código Deontológico Médico, en sus artículos 31 y 35.
Jerónimo Fdez. Torrente, Vocal Nacional AP Urbana OMC Manuel Carmona Calderón, Vocal Nacional M. Postgrado OMC