Artículo realizado por Juan José Lucena Herrera, estudiante de periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, sobre un acto formativo para periodistas promovido por la Organización Médica Colegial (OMC)
Madrid, diciembre 2010 (medicosypacientes.com)
MUCHOS METROS MÁS DE VIDA
Por Juan José Lucena Herrera
Viñeta realizada por Nacho Aznar
Fiel a su cita, el móvil rompió los pensamientos de Juan en el metro. En un principio no reconoció el sonido; sus hijos, la noche anterior habían cambiado el tono de llamada al que se sentía unido. Se consideró responsable de haber roto el sueño y la atmósfera de intimidad que a esas horas existía y que sólo rompía el chirriar de las vías y el ruido de las páginas del periódico que, desordenadas, pasaba con manifiesta desidia su compañero anónimo de viaje.
En realidad no necesitaba el aviso de su teléfono. Desde que se sometió a las pruebas médicas vivía en un estado de continua inquietud. Hoy le comunicaban el resultado de las mismas.
Esa inquietud le había hecho reflexionar sobre su vida. En su trabajo, desde que acudió a las primeras citas médicas, más de una vez había sido advertido porque sus pensamientos paseaban por las páginas de su vida y sólo, al llegar a su situación actual, cuando pensaba en María, su mujer, y en sus dos pequeños toritos se diluía su preocupación y le hacían volver a la rutina de su actividad profesional y a no olvidarse de los encargos y tareas que le habían encomendado para cuando volviera a casa.
Ese día no iba al trabajo. Hoy su vida iba a cambiar.
La noticia le impactó. Sus cimientos temblaron y sintió caerse a pesar de estar aferrado a los brazos del sillón donde permanecía sentado. Se resistía a pensar que fuera verdad, apeló a los errores que en ciertas ocasiones se producen, en repetir las pruebas, pero no había margen de error. Los resultados eran concluyentes.
Sintió el calor del profesional que le transmitió la noticia. La conversación se había desarrollado en un clima de intimidad, no hubo interrupciones telefónicas ni visitas a destiempo que rompieran con banalidades la comunicación que en ese instante se producía. Se sintió arropado y pudo percibir como a partir de ese momento el equipo médico, la explicación al detalle de las terapias actuales y las esperanzas puestas en los continuos avances de la ciencia del que fue informado, se ponían a su disposición para afrontar la etapa más dura de su vida y la que más esfuerzo le iba a exigir.
Sus temores se habían confirmado.
De vuelta a casa, en ese mismo tren, con el mismo acompañante sin nombre que domaba las páginas de su periódico, leyó una noticia que le hizo estremecer: ?Un 23% de enfermos fueron informados por sus médicos de un cáncer terminal, a través de una llamada telefónica, en los EE.UU.?
Él que viajaba de regreso con el dolor adherido en sus entrañas, sintió rabia, pena y solidaridad por aquellos a los que no conocía pero que el destino había puesto en el mismo camino, en el mismo tren, a tantos kilómetros de distancia.
Juan sintió nuevas fuerzas, estaba preparado para afrontar con su familia un nuevo mañana.