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Monseñor Iceta: “La respuesta adecuada al final de la vida son los cuidados paliativos”

Monseñor Iceta, actual obispo de Bilbao desde hace 5 años, fue médico antes que sacerdote, pero percibió que “Alguien” le llamaba para otra cosa y, tras licenciarse en Medicina y Cirugía, cursó estudios de Teología y cambió para siempre la bata blanca por la sotana. Concibe la Medicina como una vocación y que “servir al ser humano sufriente es una tarea maravillosa”, pero asegura que la Teología conlleva también esa dimensión humanista de servir al ser humano y sobre la dificultad entre atender problemas espirituales de los feligreses o de salud, dice que la enfermedad redunda también en la dimensión psicológica, espiritual, familiar y social del enfermo

 

 

 

 

Madrid, 28 de octubre 2015 (medicosypacientes.com)

Su tesis doctoral sobre Bioética y Ética Médica, concretamente en el campo de la atención a los pacientes en situación terminal y los cuidados paliativos, he ha hecho ser un experto en la materia, sobre la que ha participado en varios Foros y Jornadas y de la que habla largo y tendido en esta entrevista. En ella, asegura con firmeza que “la respuesta adecuada al final de la vida son los cuidados paliativos”, aunque considera que “queda mucho camino para que la Medicina Paliativa esté plenamente desarrollada, comenzando por su reconocimiento como especialidad”.

Rechaza la obstinación terapéutica, el suicidio asistido y la eutanasia, prácticas que, en su opinión, “se sitúan al margen de la medicina” y reconoce el “gran esfuerzo” de la Organización Médica Colegial (OMC) y otras organizaciones sanitarias para una adecuada comprensión de estos conceptos y el manejo de estas situaciones por parte de los profesionales.

También aborda la última reforma de la Ley de la interrupción voluntaria del embarazo y asegura que lo que ha hecho el Gobierno es “un retoque” que “no entra en el fondo de la cuestión” de respeto a la vida humana desde el inicio y sobre el permiso temporal del Papa Francisco para perdonar a las mujeres que abortaron lo analiza desde “el perdón que ofrece Dios a quienes quieren volver a Él”.

En la entrevista, se pronuncia sobre el tema de los refugiados e inmigrantes, y valora la respuesta de los gobiernos y de la sociedad en general sobre las desigualdades generadas por la crisis. De los refugiados, resalta de manera positiva la ayuda y sensibilidad social creada al respecto, pero considera que es un problema que requiere una “respuesta constante y a largo plazo”.

Del Papa Francisco, con el que ha estado en tres ocasiones, destaca sus dotes de comunicador y su conocimiento cercano de la situación en la que viven las personas en su vida cotidiana. Finalmente, asegura que no tiene pretensiones de “mudarme a ningún sitio”, a pesar de sus preparación, además de eclesiástica, en medicina y economía y dominio de seis idiomas, incluido el italiano.

-De Andalucía al País Vasco, su tierra ¿hay diferencias para el ejercicio eclesiástico en comunidades con culturas tan diferentes?

-Con las comunidades eclesiales ocurre lo mismo que con las familias. Todas son familias pero cada una tiene sus peculiaridades. Lo mismo ocurre con las diócesis. Son la misma Iglesia católica pero cada una con su modo de ser y sus características particulares.

-Iba para médico y cambio la bata blanca por la sotana ¿qué pasó?

-Pues que percibí que Alguien me llamaba para otra cosa. Uno tiene los propios planes, pero percibe que Otro ha preparado otros planes diversos. Y ahí entra en juego la propia libertad: fiarse de Quien llama o seguir por el propio camino. Yo opté por responder y fiarme.

-Llegó a ejercer la medicina a través del MIR?

Cuando terminé la Medicina también había terminado segundo curso de Teología. No tenía sentido hacer el MIR porque no tendría tiempo de terminar la especialidad y tampoco tenía mucho sentido hacerla. Así que inicié el doctorado en Fisiopatología Médica con el fin de investigar en el campo de la Bioética y, concretamente, de los pacientes en situación terminal y de los cuidados paliativos.

-La medicina lleva implícita una vocación humanista ¿La Teología más?

-La Medicina la concibo ciertamente como una vocación. Servir al ser humano sufriente es una tarea maravillosa. Y la Teología conlleva ciertamente esta dimensión también humanista en la que intentamos penetrar en el misterio de un Dios que se ha hecho hombre y que nos muestra el sentido último de nuestra existencia, así como el sentido de cada acontecimiento y circunstancia de nuestra vida, llenándola de luz y sacándonos de nosotros mismos para servir a los demás.

-Qué puede aportar la Iglesia a la humanización de la medicina?

-Como ya afirmaba el Concilio Vaticano II, la Iglesia es experta en humanidad y, como le decía anteriormente, la experiencia cristiana y el evangelio llenan de sentido todos los acontecimientos de la vida, y también el sufrimiento, el dolor y el modo en que podemos evitarlos. Así mismo, siempre se ha visto la imagen de Cristo buen samaritano como icono y modelo de quienes se dedican al servicio de los enfermos.

-Qué es más difícil: atender los problemas de salud de las personas o los problemas espirituales de los feligreses?

-Pienso que las cuestiones de salud no son simplemente fisiológicas. Nosotros atendemos a las personas enfermas y, por tanto, también la enfermedad redunda en la dimensión psicológica, espiritual, familiar y social del enfermo. Pienso que en ambos casos se requieren cualidades, actitudes, dedicación, y una pedagogía y delicadeza exquisitas.

-Usted ha dicho que la peor patología espiritual de estos tiempos es la soledad. ¿Qué se puede hacer contra ella?

-El ser humano posee una intrínseca dimensión psicológica, espiritual y social. No hemos sido creados para vivir en soledad sino para vivir una vocación, la del amor, que conlleva el entregarse y recibir en la propia vida a otras personas en las relaciones de amistad, sociales, eclesiales y, de modo particular, en la relación que constituye la alianza matrimonial y la familia. El ser amados y amar es lo que llena de sentido la existencia. Vivir en la soledad es apagar la luz de la existencia. Y sin esa luz del amor, de la compañía, sencillamente nos es muy difícil vivir.

-La Ética es algo intrínseco a la medicina, sin embargo, hasta hace poco no formaba parte de los estudios de Medicina. Ha sido la OMC y los colegios de médicos los que la han impulsado su introducción en los planes de estudio. ¿Qué opina de ello?

-La Ética en la Medicina tiene una larga tradición que procede de siglos antes de Cristo, expresada en códigos éticos, juramentos, estilos de vida, praxis médica en cierto modo estandarizada. Al médico siempre se le ha supuesto una acendrada calidad ética y humana, una especial relación con la virtud: el médico virtuoso en el que se puede confiar. Ciertamente este modo de proceder, también con sus lagunas y limitaciones, ha dado un salto de calidad al introducir el estudio de la Ética médica y la Bioética en los planes de estudio, así como el interés de los colegios profesionales por profundizar, difundir, promover la ética de la praxis médica. Pienso que es una aportación decisiva pero que, en último término, requiere que cada profesional asuma esta calidad ética y humana en su proceder cotidiano y en el desempeño de su profesión.

-La Iglesia ha ejercido siempre una importante labor en la atención sanitaria en hospitales que parece que se está perdiendo. ¿Por qué?

-Quizás pudiéramos subrayar, entre otras, dos razones: la primera, es que hasta prácticamente el siglo XIX, la mayor parte de la asistencia médica organizada estaba atendida por multitud de congregaciones religiosas que dedicaban su vida al servicio de los enfermos. A partir del siglo XIX, se toma conciencia de que la salud es un asunto que concierne a lo que conocemos hoy como estados modernos, y por tanto, la administración civil debe promover la asistencia sanitaria de los ciudadanos. De este modo, se multiplica, extiende y amplía esta asistencia, digamos civil, a los problemas de salud de la población y a los enfermos en general. Y en segundo lugar, es evidente que estas congregaciones que tan excelentes servicios han prestado y prestan a los enfermos ven disminuida su disponibilidad por falta de vocaciones y, por tanto, de relevo generacional. Aun así, en muchos países pobres y en vías de desarrollo, la asistencia sanitaria de congregaciones religiosas sigue siendo mayoritaria. Ellos están siempre al servicio de los más pobres y necesitados. Y es un hecho digno de agradecer, apoyar, colaborar y reconocer.

-Su tesis doctoral en Medicina y Cirugía sobre Bioética y Ética Médica ponía el dedo en la llaga sobre la obstinación terapéutica en la atención al final de la vida. ¿Cuál es su opinión al respecto?

-Dicho en pocas palabras, la respuesta adecuada al final de la vida es la instauración de cuidados paliativos. Tenemos en España excelentes profesionales, con una magnífica preparación tanto técnica como humana y ética. Tanto el encarnizamiento terapéutico como la eutanasia, cada una a su modo, caen fuera de una praxis médica adecuada.

-La atención al final de la vida es un reto importante al que se enfrentan los médicos desde el punto de vista ético ¿Cree que tienen clara la respuesta?

Pienso que la formación ética, el desarrollo de protocolos en las situaciones que puedan presentarse, las sesiones clínicas interdisciplinares, los comités de ética convenientemente preparados y competentes, el diálogo franco y sereno con la familia, proporcionan a los profesionales sanitarios las herramientas adecuadas para dar la respuesta conveniente a cada caso particular.

-Cuidados paliativos, sedación paliativa, suicidio asistido, eutanasia. Existe confusión generalizada con todo ello. ¿Qué hay que hacer para sensibilizar e informar correctamente a los ciudadanos?

-Efectivamente, existe una confusión generalizada en la población con respecto a estos conceptos. Pienso que la Organización Médica Colegial, así como los Colegios de Enfermería y de otras organizaciones sanitarias están haciendo un gran esfuerzo para una adecuada comprensión de estos conceptos y el manejo de las situaciones a las que hacen referencia. Hay que seguir por este camino de formación y de esfuerzo comunicativo.

-A pesar de los grandes avances de la medicina para evitar el dolor, en España hay muchos enfermos mueren sin la debida atención por falta de cuidados paliativos adecuados ¿qué opina?

-En la medida en que nuestra sociedad va envejeciendo velozmente, se multiplican las situaciones en las que es necesaria la aplicación de cuidados paliativos y también de la geriatría. Nuestros profesionales realizan un gran esfuerzo y es admirable el empeño que ponen por aliviar estas situaciones, no sólo al enfermo, sino también a sus familias. Pero pienso que aún queda mucho camino para que la Medicina paliativa esté plenamente desarrollada, comenzando por su reconocimiento como especialidad y su pleno desarrollo.

-La crisis de valores que se percibe en la sociedad ¿afectan también a cómo abordar la atención al final de la vida?

Sin lugar a dudas, el final de la vida requiere una especial sensibilidad y delicadeza en su abordaje desde el punto de vista ético además de una esmerada y excelente preparación médica. En la medida en que se da una crisis de valores, se oscurecen los principios que pueden iluminar el camino a seguir en estas situaciones. Por ello, la promoción de principios, fundamentos y valores éticos son muy importantes en la praxis médica, de modo particular en los últimos compases de la vida.

-Como médico, ¿Cual debería ser la actitud profesional ante la eutanasia y el suicidio asistido?

-Ya he comentado anteriormente que ambas prácticas se sitúan al margen de la Medicina.

-Países como Holanda y Bélgica son los que más avanzada tienen la regulación de la eutanasia ¿pueden ser referentes legales para otros países europeos?

-Contrariamente a lo que se hace en estos países, me parece muy positivo que otros países caminen precisamente en sentido contrario. Recientemente así ha ocurrido con el Parlamento británico que ha rechazado la legalización de la eutanasia.

-Otro tema controvertido es el aborto. ¿Cuál es la postura de la Conferencia Episcopal Española sobre la reciente Ley de la interrupción voluntaria del embarazo aprobada por el Senado?

-Como afirmé recientemente en otra entrevista, lo que ha hecho el gobierno es un retoque, y como tal, es algo que no entra al fondo de la cuestión. La vida humana es un don precioso desde su mismo inicio, en la concepción, que debe ser tutelado. Todo ser humano es bienvenido. Ninguno sobra, porque todos constituyen un don precioso y hermoso, digno de ser acogido y querido. Eso es lo que hace que una sociedad sea realmente humana. Ante los problemas que puedan surgir en la maternidad, siempre hay caminos de solución que respeten a la madre y al nuevo ser.

-Con motivo del Año Santo, el permiso temporal del Papa Francisco para que los sacerdotes perdonen a las mujeres que abortaron ¿es el inicio de un giro a los principios de la Iglesia, apertura a la realidad o campaña de imagen?

-El Papa va a inaugurar el año de la misericordia y, en este año ha decidido conceder a todos los sacerdotes la facultad de absolver el pecado de aborto. Es una facultad que también puede conceder el obispo diocesano en aquellos casos que ve conveniente. El Papa quiere subrayar que Dios ofrece su perdón a quienes quieren volver a Él experimentando el gozo de la conversión y el perdón.

-¿Conoce personalmente al Papa Francisco? ¿Cuáles son las principales aportaciones que ha hecho desde su llegada al Vaticano?

-Al Papa Francisco lo he podido saludar personalmente en tres ocasiones. Es un gran comunicador, un obispo que conoce de primera mano la situación en la que viven las personas en su vida cotidiana, y por tanto, sabe de sus esperanzas y angustias, de sus alegrías y dificultades.

Además, la Iglesia necesita continuamente reformarse para servir mejor y con mayor fidelidad a la tarea que se le ha encomendado. Y el Papa está empeñado en las necesarias reformas de la Iglesia para servir mejor al hombre contemporáneo, en su contexto actual, siendo fiel al Evangelio y a la misión recibida por Jesús.

-Cómo valora la respuesta de los gobiernos y de la sociedad ante las situaciones de desigualdad acrecentadas durante este época de crisis?

-La cuestión no radica únicamente en la necesaria creación de riqueza, sino que es igualmente importante su adecuada y justa distribución. Y en este aspecto tenemos aún un camino que recorrer con medidas que estimulen la creación de nuevas empresas, el fomento del empleo, una fiscalidad justa y progresiva, una atención esmerada a los más desfavorecidos, la atención a la educación, sanidad, prestación por desempleo, pensiones, ayuda a la discapacidad, acogida de emigrantes y refugiados, ayuda solidaria a otros países donde hay pobrezas y hambrunas y atención a las situaciones que requieren una especial protección.

-¿Cuál debería ser el trato humanitario y sanitario a los inmigrantes en situación irregular en España?

Todo ser humano tiene que ser tratado conforme a su dignidad. Una situación irregular desde el punto de vista legal no dispensa de que debamos ofrecerles el trato humano y la prestación sanitaria que su situación requiera.

-Con su preparación y formación, además de eclesiástica, médica y económica, dominio de seis idiomas, entre ellos, el italiano, ¿se ve en el Vaticano? ¿Podría ser asesor médico del Papa?

-No ejerzo la medicina desde hace veintiún años, por lo que no estoy capacitado para ejercer como médico. Y me veo donde estoy, que es donde me han enviado. No tengo pretensiones de mudarme a ningún sitio. Le aseguro que cuando uno acepta lo que la providencia de Dios le depara es feliz con lo que hace, dónde está y con quién está.

 

 


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