La Dra. Belén Alonso, secretaria general del Colegio de Médicos de Gipuzkoa, escribe este artículo de opinión acerca de las pseudoterapias y propone un decálogo para protegernos de los bulos en salud.
En ocasiones, nos ocurre que ante una situación preocupante en la que acudimos a recibir consejo de otros, esperamos escuchar noticias alentadoras que descarguen nuestra ansiedad. Preferimos escuchar “lo que queremos oír” frente a lo que “necesitamos oír”, lo que nos aleja de encontrar soluciones reales al problema que nos preocupa, mientras nos encerramos en una burbuja ilusoria de negación o falsas esperanzas.
La salud es, sin lugar a dudas, lo que más atesoramos las personas, lo que más nos preocupa cuando intuimos que algo no va bien y en ese contexto necesitamos que un profesional nos oriente y ayude en nuestro proceso de curación o toma de decisiones. En esos momentos en los que atisbamos un camino difícil y un futuro incierto afloran los miedos, las preocupaciones, la ansiedad…y a veces, también la negación.
Es precisamente en este punto cuando las personas se vuelven más vulnerables y buscan respuestas en otros lugares y en ocasiones también en personas que no tienen inconveniente en decirles las palabras y promesas que esperan escuchar. Buscan respuestas alternativas y reciben propuestas alternativas, provenientes de terapias alternativas. Y es que el “pensamiento mágico” sigue implantado en nuestra Sociedad.
Según una encuesta del 2018, el 5% de la población española (2 millones de españoles) reconocía que había abandonado una terapia científicamente probada para acudir a las terapias alternativas. Teniendo en cuenta que en el año 2018 se contabilizaron cerca de 150.000 nuevos casos de enfermos de cáncer, unos 7000 de esos enfermos podrían estar perdiendo su posibilidad terapéutica y de curación por haber abandonado una terapia científica en pro de terapias alternativas.
Hemos de plantearnos si la honestidad, la sinceridad y la veracidad son valores que como sociedad estamos olvidando.
Cabe recordar que en el método científico, el científico lo cuestiona todo y lo primero que se cuestiona es a sí mismo (“no lo sé todo”) y parte de la imparcialidad, por lo que si un pseudoterapeuta desea equipararse a un científico, lo primero que debería hacer es cuestionarse a sí mismo. Sin embargo, promete curaciones “milagrosas” e “infalibles” (lo que la otra persona desea y necesita escuchar).
No hay que olvidar que en ciencia se tiene siempre en cuenta el riesgo/beneficio que busca proteger a los pacientes al ponderar si la terapia planteada pudiera suponer mayor riesgo para el paciente que el beneficio que se pudiera esperar. Y precisamente la ponderación es de lo que en los últimos tiempos parecen carecer los medios de comunicación que llenan titulares de noticias sobre salud en los que simplifican tanto el mensaje o, por el contrario, amplifican tanto los resultados inverosímiles, que llegan a confundir a la ciudadanía. Y es que hay una gran diferencia entre “captar la atención” y “desviar el foco”.
Se calcula que 1/3 de los procesos informativos tienen que ver con la salud humana, por lo que no es de extrañar que cada día los impactos informativos que recibimos desde los medios de comunicación generen tal exceso de información que acaba convirtiéndose en una auténtica “infoxicación” para el que los recibe.
Por todo ello, ahora más que nunca, se hace imperativo y urgente que las personas volvamos a recuperar la figura de nuestro médico de referencia, ese profesional que nos conoce y conoce nuestras circunstancias vitales y a nuestro entorno, que puede comprender nuestros miedos y preocupaciones ante las adversidades y tendernos una mano amiga cuando la necesitamos, porque siempre va a hacerlo desde la Evidencia Científica y el Compromiso de ayudar a quienes lo necesitan con todo su conocimiento y profesionalidad forjada durante muchos años de dedicación a la Medicina y a las Personas.
Decálogo: ¿CÓMO PROTEGERNOS DE LOS BULOS EN SALUD?
- ¿Doy por cierto todo lo que leo? Parte siempre de cierto grado de escepticismo.
- ¿Es una información relevante para mí? Si no lo es, pasa de largo y no inviertas tiempo o esfuerzo en leerla.
- ¿Puedo identificar la fuente de la información? Desconfía de las noticias en las que no puedes identificar al autor y del anonimato.
- ¿Qué credibilidad tiene la fuente del mensaje? Comprueba la trayectoria profesional del autor y si la web está acreditada o cuenta con contenidos validados por expertos.
- ¿En qué canal lo estoy visualizando? Ten en cuenta que los contenidos en las RRSS son de consumo rápido y suelen estar menos contrastados.
- ¿El titular es alarmante o muy categórico? En Ciencia no hay verdades absolutas y la evidencia puede evolucionar o rebatirse.
- ¿Se plantean alternativas u otras opiniones? Comprueba si el mensaje se enriquece con otras opiniones o admite sus propias limitaciones.
- ¿Se dan referencias para contrastar la información? Comprueba que haya enlaces a webs institucionales o publicaciones científicas donde puedas ampliar la información.
- ¿Puedo verificar la información con algún profesional de referencia? Interpretar datos o comprender estudios científicos no siempre es fácil, pero para los médicos forma parte de su día a día por lo que pueden explicarte de un modo sencillo y comprensible los mismos.
- ¿Hay alguna herramienta “caza-bulos? Existen recursos digitales creados por profesionales para ayudarte.