Los trastornos mentales y los trastornos ligados al consumo de sustancias son la causa de cerca del 23% de los años perdidos por discapacidad, uno de los temas que más preocupa a la comunidad de psiquiatría
Madrid, 5 septiembre de 2014 (medicosypacientes.com)
Madrid acoge desde el 14 de septiembre el XVI Congreso Mundial de Psiquiatría, organizado por la Asociación Mundial de Psiquiatría donde se debatirán la carga de discapacidad generada por el conjunto de los trastornos mentales y su prevalencia en todo el mundo la vergüenza y el estigma que los rodean.
El objetivo universal del Congreso bajo el lema, “Centrándose en el acceso, la calidad y los cuidados humanitarios”, es la personalización y universalización de la Psiquiatría. El comité organizador del congreso ha asegurado que “a lo largo de este siglo se han producido o se están produciendo muchos cambios en los sistemas asistenciales o en el campo de la investigación” “a la especialidad todavía le queda mucho camino por recorrer”. La no inclusión de la atención de salud mental en los programas de salud pública y las consiguientes consecuencias desde el punto de vista de la financiación; la actual organización de los servicios de salud mental; la falta de integración de la salud mental en la atención primaria; la escasez de recursos humanos para la atención de salud mental, y la falta de iniciativa en el terreno de la salud mental pública son algunos de los problemas clave.
Importancia de la salud mental en la población mundial
Las cifras hablan con elocuencia: en el plazo de un año un 27% de la población europea presenta un trastorno mental, pero sólo un 26% de ellos ha recibido tratamiento. Los dados en el ámbito mundial tienen un rango similar. Las razones son múltiples y complejas, pero la comunidad científica considera que uno de los factores fundamentales para que esto ocurra es el estigma que se asocia a ellos.
Así, la OMS ofrece una preocupante radiografía internacional que se resume en datos que han de abordarse a lo largo de este siglo y que el XVI Congreso Mundial de Psiquiatría organizado por la WPA sin duda abordará en su debate científico. Se calcula que aproximadamente el 20% de los niños y adolescentes del mundo tienen trastornos o problemas mentales. Cerca de la mitad de los trastornos mentales se manifiestan antes de los 14 años. En todas las culturas se observan tipos de trastornos similares. Los trastornos neuropsiquiátricos figuran entre las principales causas de discapacidad entre los jóvenes. Sin embargo, las regiones del mundo con los porcentajes más altos de población menor de 19 años son las que disponen de menos recursos de salud mental. La mayoría de los países de ingresos bajos y medios cuenta con un solo psiquiatra infantil por cada millón a cuatro millones de personas.
Los trastornos mentales y los trastornos ligados al consumo de sustancias son la causa de cerca del 23% de los años perdidos por discapacidad. Existen otras cuestiones preocupantes para la OMS: por término medio, se suicidan unas 900 000 personas cada año y el 86% de los suicidios ocurren en países de ingresos bajos y medios. Más de la mitad de las personas que se quitan la vida tienen de 15 a 44 años. Las tasas más altas de suicidio se registran entre los varones de los países de Europa del este. Hay que considerar que los trastornos mentales, una de las principales causas de suicidio, son tratables.
Violencia, guerra y estigma
Es una realidad preocupante la constatación de que la guerra y las catástrofes tienen efectos importantes en la salud mental y el bienestar psicosocial. La incidencia de los trastornos mentales tiende a duplicarse después de las emergencias. Además, los trastornos mentales figuran entre los factores de riesgo importantes de otras enfermedades y de lesiones no intencionales o intencionales. Es decir, los trastornos mentales aumentan el riesgo de contraer otras enfermedades como la infección por VIH, las enfermedades cardiovasculares o la diabetes, y viceversa.
Incluso en las sociedades más vanguardistas, los psiquiatras de todo el mundo confieren una importancia crucial a la estigmatización y la discriminación de que son víctimas los enfermos y sus familiares disuaden a los pacientes de recurrir a los servicios de salud mental. La ignorancia y la estigmatización que rodean a las enfermedades mentales están muy extendidas. Pese a disponer de tratamientos eficaces, existe la creencia de que no es posible tratar los trastornos mentales, o de que las personas que los padecen son difíciles, poco inteligentes o incapaces de tomar decisiones. Escuchar a la OMS sobrecoge. “Esa estigmatización puede dar lugar a malos tratos, rechazo y aislamiento, y privar a las personas afectadas de atención médica y apoyo. Dentro del sistema de salud, es muy frecuente que esas personas reciban tratamiento en instituciones que se parecen más a almacenes humanos, que a lugares para curarse”, dicen.
Hay que advertir que en la mayoría de los países son frecuentes las denuncias de violaciones de los derechos humanos de las personas con discapacidad mental o psicológica y que pocos países cuentan con un marco legal que proteja debidamente los derechos de las personas con trastornos mentales.-
Existen grandes diferencias en el mundo en la distribución de profesionales competentes en atención de salud mental. La escasez de psiquiatras, enfermeras psiquiátricas, psicólogos y trabajadores sociales son algunos de los principales obstáculos que impiden ofrecer tratamiento y atención en los países de ingresos bajos y medios. Los países de ingresos bajos cuentan con 0,05 psiquiatras y 0,42 enfermeras psiquiátricas por cada 100 000 habitantes, mientras que en los países de ingresos altos la tasa de los psiquiatras es 170 veces mayor y la de las enfermeras es 70 veces mayor.
Los recursos financieros que se necesitan para que aumenten los servicios son relativamente modestos. Los gobiernos, los donantes y los grupos que representan a los agentes de salud mental, los enfermos mentales y sus familiares tienen que trabajar de consuno para que aumenten los servicios de salud mental, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios. Los recursos financieros que se necesitan son relativamente modestos: 2 dólares por persona y año en los países de ingresos bajos y 3 a 4 dólares, en los de ingresos medios.