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La propagación de enfermedades transmitidas a través del agua, una de las grandes amenazas para los niños que viven en crisis

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha lanzado la mayor petición de ayuda de su historia al cifrar en 3.638,4 millones de dólares (unos 2.938,7 millones de euros) la cantidad necesaria para atender este año a 48 millones de niños que viven en situaciones de emergencia humanitaria en 51 países, lo que supera toda la población española

Así lo recoge su informe ‘Acción humanitaria para la infancia 2018’, presentado este martes en una rueda de prensa en Madrid y con el que Unicef supera su anterior récord de 3.345,1 millones de dólares (2.702,2 millones de euros) solicitados en 2017.

 
El objetivo de esta agencia de la ONU para 2018 es proporcionar a los menores acceso a educación (que aglutina un 25% de la petición de fondos); agua, saneamiento e higiene (21%); nutrición (18%); salud (12%), y protección (11%), entre otras necesidades.
 
Unicef destaca en su informe que actualmente uno de cada cuatro niños vive en un país afectado por un conflicto o desastre y que casi 50 millones de menores han tenido que huir de sus hogares por la violencia, la pobreza o las catástrofes naturales.
 
Esta agencia de Naciones Unidas se propone trabajar este año con sus aliados y con el apoyo de los donantes para proporcionar acceso a agua segura a 35,7 millones de personas; llevar educación básica a 8,9 millones de niños; inmunizar a 10 millones de menores contra el sarampión; ofrecer apoyo psicosocial a más de 3,9 millones de niños, y tratar a 4,2 millones de niños contra la desnutrición severa aguda.
 
“Los niños que viven en contextos de emergencia son nuestra prioridad. Su infancia ha sido golpeada por conflictos o desastres naturales, su sufrimiento es inimaginable y no vamos a dejarlos solos”, afirmó Javier Martos, director ejecutivo de Unicef Comité Español, quien añadió: “Vamos a seguir trabajando sin descanso para que cada niño, esté donde esté, pueda continuar yendo a la escuela, tenga acceso a agua y a atención médica y esté protegido”.
 
El componente más grande en el llamamiento de Unicef de este año es para niños y familias atrapados en el conflicto de Siria, tanto en este país como si están refugiados en Egipto, Iraq, Jordania, Líbano y Turquía. Para esta emergencia pide 1.287,1 millones de dólares (1.039,5 millones de euros), lo que supone un 35,4% del total.
 
El representante de Unicef en Siria, Fran Equiza, indicó en la presentación del informe que este país tenía unos “modélicos” sistemas educativo y sanitario antes de la guerra. “A punto de entrar en el octavo año de conflicto, he visto niños desplazados, algunos malnutridos, sin poder acceder a la escuela… Los niños sirios sólo quieren tener una infancia normal y poder acceder a una educación que les permita tener un futuro digno. Cuando les preguntas qué necesitan, piden educación”, apostilló.
 
Aproximadamente el 84% del llamamiento para 2018 (3.015 millones de dólares, es decir, 2.446 millones de euros) es para trabajar en países afectados por crisis humanitarias derivadas de la violencia y el conflicto, puesto que, según Unicef, las partes involucradas en conflictos muestran una indiferencia flagrante por las vidas de los niños, que no sólo son blanco de ataques directos, sino que no reciben servicios básicos porque las escuelas, los hospitales y las infraestructuras civiles están dañadas o destruidas.
 
Por otro lado, entre los objetivos de Unicef también están los niños rohingya, que, debido a la intensificación de la violencia en el estado de Rakhine (Myanmar), se han visto forzados a huir a Bangladesh.
 
La jefa de operaciones de Unicef en Bangladesh, Sara Bordas, explicó en una comunicación a distancia desde el campo de refugiados de Kutupalong, en la localidad de Cox’s Bazar, que los rohingya son “una población discriminada y maltratada durante mucho tiempo” y que no ayudar a los niños supondría que “cientos de miles de ellos queden sin esperanza de futuro y en riesgo de radicalización”.
 
Por otra parte, Unicef destaca que la propagación de enfermedades transmitidas a través del agua es una de las grandes amenazas para los niños que viven en crisis. Los ataques a las infraestructuras de agua y saneamiento, que son tácticas de asedio que impiden el acceso a agua potable, y los desplazamientos forzosos en las zonas sin infraestructuras de agua y saneamiento dejan a los niños y sus familias en riesgo de depender de agua contaminada y saneamiento inseguro.
 
Como agencia humanitaria que lidera la respuesta de agua, saneamiento e higiene durante las emergencias, Unicef proporciona más de la mitad de los servicios de emergencia de este ámbito en las crisis humanitarias de todo el mundo.
 
El director de programas de emergencia de Unicef, Manuel Fontaine, subrayó que 117 millones de personas carecen de acceso a agua potable y en muchos países afectados por conflictos mueren más niños por enfermedades causadas por agua sucia y un saneamiento pobre que por la violencia directa.
 
“Sin acceso a agua y saneamiento, los niños enferman y a menudo no pueden recibir tratamiento porque los hospitales y los centros de salud no están en funcionamiento o están saturados. La amenaza es mayor porque millones de niños se enfrentan a niveles de desnutrición que ponen en riesgo su vida, lo cual les hace más susceptibles a las enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera. Esto crea un círculo vicioso de desnutrición y enfermedad”, apuntó.
 
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