Con motivo del día europeo del 112, Médicos y pacientes ha querido conocer la realidad de los servicios de emergencia, para lo que ha entrevistado a Ana González, coordinadora de equipos del servicio de emergencias 061 Cantabria y a Aurora Amaya, médica del servicio de emergencias 061 Cantabria, para conocer su testimonio acerca de su labor y los cambios que ha provocado la pandemia
En España, el 112 trabaja directamente coordinado con los de cuerpos de seguridad y servicios sanitarios tanto nacionales como autonómicos y locales. Ana González explica el caso de Cantabria, donde el 112 depende de la Consejería de Interior y Presidencia y el 061 depende de consejería de sanidad, pero afirma que, a pesar de ser dos administraciones diferentes, trabajan con absoluta coordinación: “independientemente de a cuál de los dos entre la llamada, en las actuaciones que requieren de la intervención de bomberos, policía, equipo sanitario, … nos ponemos en contacto con el otro. Por ejemplo, si nos entra a nosotros, enviamos el servicio y mientras damos el aviso al 112 para que activen los otros servicios necesarios”. Además, los dos servicios están preparados para recibir las llamadas del otro si se da un fallo de las comunicaciones a nivel central existe la opción de que entren llamadas a través del otro servicio para evitar que se pierdan o se queden sin atender.
La tendencia europea sobre el crecimiento de llamadas atendidas se confirma con los datos de Cantabria. Ana González expone que en comparación con 2019 han aumentado las llamadas: “una parte de este incremento es por el Covid, pero hay otra parte de ellas que confirma la tendencia al alza que tiene lugar desde que se instauró el servicio. Además, detectamos que cuanta más oferta hay y mejores recursos tenemos a nuestra disposición, más se incrementa la demanda y un mayor porcentaje de la población acude a nosotros”.
Respecto a las principales demandas que existen en el servicio de emergencias, Ana González explica cuáles son y cómo se organizan: “hay un árbol de descripción que indica qué recurso atribuir: llamadas directas de consulta médica o de enfermería, si se puede atender desde Atención Primaria, si es necesario derivar al hospital, si hay que enviar un Soporte Vital Básico o Avanzado (SVB o SVA). Es decir, hay llamadas de consulta y otras que requieren de asistencia sanitaria”. Aurora Amaya, por su parte, afirma que “tenemos una cartera de servicios con transporte sanitario urgente y de emergencia… El usuario busca un fácil acceso, y en el 061 somos accesibles, tenemos capacidad de adaptación y de coordinación, y siempre intentamos dar una respuesta lo más adecuada posible, según las necesidades planteadas en la demanda y en base a los recursos disponibles”.
La labor de estos profesionales, como la de tantos otros, se ha visto muy afectada por la pandemia y Ana González destaca algunos aspectos como asumir nuevos cometidos “desde el inicio de la pandemia, sobre todo al principio, hemos asumido funciones de todo tipo, y en ocasiones nuestro trabajo ha quintuplicado su volumen. Nuestra capacidad de adaptación y los recursos de los que ya disponíamos como centro coordinador y que contamos con ciertos elementos y recursos que han facilitado que asumamos estas funciones. Hemos trabajado como rastreadores, hemos designado PCR, atendido consultas telefónicas, … hasta que el engranaje de la Atención Primaria ha conseguido reestructurarse y organizar dispositivos específicos para esta situación”.
Al principio los pacientes llamaban con muchas dudas sobre la enfermedad, con síntomas, porque habían tenido contacto con un positivo, etc., y para dar respuesta a esta alta demanda, explican que “tuvimos que reforzar la central para realizar labores de rastreo, hacer determinaciones de PCR, dar indicaciones de aislamiento, atender consultas… Entre el 12 y el 14 de marzo hubo un bloqueo del 112 y del 061 debido a la alta cantidad de llamadas. En esos momentos ellos asumían las llamadas de consultas directamente, y nosotros, las clínicas”.
Por otra parte, disminuyeron drásticamente los tráficos y los accidentes laborales, pero paralelamente recibían llamadas de pacientes con patologías muy evolucionadas; por ejemplo, pacientes infartados llamaban entre los dos y los cuatro días después de la aparición de los síntomas, en vez de hacerlo a los diez minutos, o lo mismo con quienes sufrían un ictus: “la gente tenía miedo de acudir al centro de salud o al hospital e intentaban alargarlo hasta que no quedaba otra alternativa”.
Destacan que han tenido que realizar algunos cambios para adaptarse a la nueva situación: “hemos incorporado los EPI para acudir a los avisos en los que cabía la posibilidad de que hubiese contacto por Covid, hemos modificado algunos protocolos de asistencia, y hemos realizado cambios en la organización interna con la creación de grupos burbuja. Todo ellos desde la prudencia y la prevención para evitar los contagios de los profesionales, para que si se daba un contagio estuvieran muy localizados sus contactos, tanto compañeros como pacientes”. Los trabajadores han sufrido con esta situación, como afirma Aurora Amaya “se ha pasado miedo, algunos o algunas han sufrido crisis de ansiedad y se nota mucho el cansancio, quienes han tenido la oportunidad han tomado precauciones personales y se han aislado de sus familiares, etc.”.
Ambas afirman conocer el servicio telemático de apoyo psicológico para los profesionales de la salud. Aunque ningún compañero ha solicitado ayuda directamente con el propio servicio, reconocen que es probable que hayan utilizado otras vías. Aurora Amaya cuenta que se han visto desbordados y que el cansancio aparece en una segunda fase: “hemos sufrido un desbordamiento, pero lo hemos asumido como lo que había que hacer. Una vez superada la primera etapa, se ha notado más el cansancio que en el primer momento y pasaba factura la etapa previa. Ha sido una época de trabajar y descansar, en la que desconectar era difícil”.
Acerca de los riesgos que puede traer la pandemia respecto a la relación con los pacientes en un futuro próximo, Aurora se muestra preocupada por caer en un exceso de atención telefónica: “el temor es a que todo se quiera solucionar por vía telefónica, existen riesgos y limitaciones ante este tipo de atención sanitaria. Es muy bueno apoyarse en la tecnología pero que no se olvide que, en determinadas ocasiones, hay que explorar, auscultar, palpar, tocar, ver a la persona, …; la comunicación no verbal del paciente es muy importante y no podemos obviarla”.
11-2, día europeo del 112
Este día se celebra desde 2009 para conmemorar este servicio y concienciar a la población europea de la existencia del número de emergencias gratuito.
El número se creó en 1991, y su nacimiento se debe a la petición de la ciudadanía europea para que los viajeros tuvieran un teléfono único al que llamar desde cualquier lugar y dispositivo en caso de emergencia. Su normativa se enmarca en la Directiva (UE) 2018/1972 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de diciembre de 2018, por la que se establece el Código Europeo de las Comunicaciones Electrónicas, que define en su texto el manejo de las llamadas a este número único de emergencias para los países de la UE (112), entre otros aspectos.
Todos los años tiene lugar un incremento de llamadas al 112, y, debido a la alta demanda, desde la UE se han incrementado las prestaciones de este número con novedades en 2018 como la localización de llamadas, un sistema de alerta público, el acceso para las personas con discapacidad y el acceso desde algunas plataformas online.