El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) se fijó unos nuevos objetivos más ambiciosos para 2020 que pasan por reducir a una cuarta parte los nuevos casos de VIH en el mundo y a la mitad las muertes relacionadas con el sida en los próximos cinco años
En concreto, según destacaron en la reunión de alto nivel de Naciones Unidas sobre el VIH y sida que se celebra en Nueva York (Estados Unidos), planean pasar de los 2,1 millones de nuevos contagios de VIH en 2015 a menos de 500.000 en 2020, y de las 1,1 millones de muertes registradas el año pasado a menos de medio millón en los próximos cinco años.
Todo ello con el objetivo de conseguir que diez años más tarde, en 2030, la epidemia de sida deje de ser una amenaza para la salud pública como establecen los Objetivos del Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
“La comunidad internacional está unida en su determinación de poner fin a la epidemia del sida”, señaló Mogens Lykketoft, presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, que celebró que en esta reunión se sientasen las bases para “construir sociedades más fuertes y preparadas para hacer frente a los retos del futuro.
Por su parte, el presidente de ONUSIDA, Michel Sidibé, insistió en que el mundo “tiene la oportunidad de poner fin a la epidemia que ha marcado la salud pública para una generación”. Además, destacó el “notable progreso” en la respuesta al VIH que se produjo desde la última reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre VIH de 2011.
En diciembre de 2015, 17 millones de personas tenían acceso a medicamentos antirretrovirales y las nuevas infecciones por el VIH entre niños y las muertes relacionadas con el sida se han reducido considerablemente, al tiempo que “también ha habido progresos en la reducción de muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH”.
Pese a estos avances, lamentaron que el número de nuevas infecciones por VIH entre la población adulta se ha mantiene prácticamente estable desde 2010 y también hay muchas personas se están quedando atrás en esta respuesta, como las mujeres jóvenes o algunos grupos de riesgo como quienes se dedican a la prostitución, la población reclusa, los hombres que tienen sexo con otros hombres o los usuarios de drogas inyectables.