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La OMS advierte de un aumento de la presión escolar de los estudiantes, especialmente en las niñas

La Organización Mundial de la Salud ha advertido, en un informe elaborado junto con el Health Behaviour in School-aged Children (HBSC), de un aumento de la presión escolar de los estudiantes a nivel global, especialmente en las niñas.

El estudio señala que más estudiantes que en 2018 dicen sentirse presionados por las tareas escolares, lo que afecta especialmente a los adolescentes mayores, y aparecen marcadas diferencias de género.

En concreto, entre los jóvenes de quince años, casi dos tercios de las niñas (63%) dicen sentirse presionadas (frente al 54% en 2018), en comparación con el 43% de los niños (frente al 40%). El informe se basa en datos de un total de 279.117 jóvenes de once, trece y quince años de 44 países y regiones que participaron en la encuesta HBSC 2021/2022.

“La creciente presión sobre los adolescentes es un problema multifacético. Las niñas a menudo se ven atrapadas entre expectativas contrapuestas de excelencia académica y roles sociales tradicionales, mientras que los niños pueden enfrentar la presión de parecer fuertes y autosuficientes, lo que los disuade de buscar el apoyo necesario”, afirma la doctora Irene García-Moya, una de las autoras del informe.

La doctora incide en la necesidad de crear espacios de apoyo dentro de las escuelas “donde cada estudiante se sienta visto, escuchado y apoyado”. “Los programas de salud escolar deben centrarse en apoyar el bienestar emocional para fomentar generaciones futuras resilientes”, apunta.

Las conclusiones del documento destacan la necesidad de abordar los determinantes sociales de la salud (los factores no médicos que influyen en los resultados sanitarios) como parte de un enfoque integral para apoyar a los jóvenes.

Para abordar estas cuestiones de manera eficaz, el informe pide una acción coordinada a todos los niveles (nacional, regional y comunitario) para fomentar entornos más propicios, abordar las desigualdades y fortalecer los diversos sistemas de los que dependen los jóvenes.

También advierte de que los sistemas de apoyo fundamentales para la salud mental de los adolescentes se han debilitado desde 2018: la proporción de adolescentes que informan niveles elevados de apoyo familiar ha disminuido del 73% al 67% y el apoyo de pares del 61% al 58%. La disminución ha sido especialmente pronunciada entre las niñas (apoyo familiar: 72% a 64%; apoyo de pares: 67% a 62%).

Los adolescentes de familias con menos recursos económicos informan sistemáticamente niveles de apoyo más bajos en comparación con sus pares más adinerados.

Por ejemplo, el 62% de los adolescentes de familias con menos recursos económicos informan niveles altos de apoyo familiar, en comparación con el 71% de los adolescentes de familias con más recursos económicos. Se observan patrones similares en el apoyo de los pares (53% frente al 62%) y el apoyo de los compañeros de clase (52% frente al 58%).

El estudio concluye que existen importantes disparidades de género en múltiples áreas de la vida de los jóvenes. A menos niñas que niños les resulta fácil hablar con cualquiera de sus padres sobre las cosas que realmente les preocupan, y las brechas de género son mayores en la comunicación con los padres (62% frente a 78%) que con las madres (81% frente a 86%).

Las niñas también informan de niveles más bajos de apoyo familiar (65% frente a 71%) y enfrentan una presión escolar sustancialmente mayor (62% frente a 43% entre los jóvenes de 15 años). La única excepción son las relaciones con los pares, donde las niñas mantienen niveles más altos de apoyo que los niños (62% frente a 55%).

Igualmente, el estudio aborda que la pandemia de la Covid-19 ha tenido un profundo impacto en los entornos sociales de los adolescentes, con efectos duraderos que siguen afectando a su bienestar.

Las medidas de distanciamiento social, el cierre de escuelas y la interrupción de las rutinas normales coincidieron con cambios en el apoyo familiar y de pares y experiencias escolares menos positivas, “lo que exacerbó los desafíos que enfrentan los jóvenes durante un período ya vulnerable de sus vidas”.

En este contexto, el informe subraya la necesidad de seguir trabajando para apoyar a los adolescentes mientras enfrentan los efectos persistentes de la pandemia en su bienestar social y emocional.

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