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La intervención breve de A.P. en alcoholismo es coste-efectiva y evita enfermedades y muertes prematuras, según expertos

 

Diversos organismos internacionales reconocen como prioritaria la acción preventiva (cribado e intervención breve) desde los sistemas de salud, fundamentalmente, desde la Atención Primaria, que desempeña un papel crucial para reducir los daños relacionados con el alcohol, tal y como se debatió en la mesa “Abordaje del alcohol desde la atención primaria: ¿dónde estamos y qué debemos hacer?”, en las recién clausuradas XLII Jornadas Nacionales de SOCIDROGALCOHOL

 

 

Madrid, 17 de marzo 2015 (medicosypacientes.com)

Según la última encuesta EDADES presentada, recientemente, el consumo de riesgo de alcohol entre la población española es del 4,5%, lo que representa 1.600.000 personas (1.300.000 hombres y 300.000 mujeres). Por otro lado, alrededor del 0,4% de la población entre los 15 y los 64 años presenta una posible dependencia (120.000 personas).

Por otra parte, el alcohol está detrás del 3,6% de los fallecimientos en nuestro país y se relaciona con el riesgo de desarrollar más de 200 enfermedades, según el último informe de la OMS sobre la situación mundial del alcohol y la salud en 2014.

Por tanto, el consumo de riesgo y perjudicial de alcohol es un importante problema de salud pública en nuestro país debido a la carga de la enfermedad y de sufrimiento que produce y a los costes asociados que conlleva.

Diversos organismos internacionales reconocen como prioritaria la acción preventiva (cribado e intervención breve) desde los sistemas de salud, fundamentalmente, desde la asistencia primaria (AP), que desempeña un papel crucial para reducir los daños relacionados con el alcohol, tal y como se ha debatido en la mesa “Abordaje del alcohol desde la atención primaria: ¿dónde estamos y qué debemos hacer?”, en las recién clausuradas XLII Jornadas Nacionales de SOCIDROGALCOHOL.

Sin embargo, según se puso de manifiesto el alcance de la identificación y puesta en marcha de programas de intervención breve en casos de consumo abusivo y nocivo de alcohol en este nivel asistencial es limitado, con la identificación y asesoría breve en menos de 1 de cada 10 bebedores de riesgo (Drummond et al., 2013).

En la misma línea se pronunicó el médico de familia José Ángel Arbesú, coordinador del área de Neurociencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), al afirmar que “es posible que el porcentaje de diagnóstico sea bajo. Los perfiles de pacientes que llegan a atención primaria son quienes consultan por algún problema médico derivado del consumo de alcohol y a los que se suelen realizar análisis y ecografía abdominal que confirman la sospecha diagnóstica; otro perfil viene determinado por quejas de familiares preocupados que prácticamente obligan al paciente a venir a consulta”.

Para el Profesor Julio Bobes, presidente de SOCIDROGALCOHOL, “la Atención Primaria es capaz de realizar anamnesis y consejos sobre hábitos que comporten riesgos de salud debido al uso o abuso de alcohol y, por lo tanto, pueden desarrollar prevención sobre el estado de salud general y sobre la accidentalidad, tanto en la adolescencia como en la edad adulta. Por otra parte la asistencia primaria puede detectar y facilitar al consumidor excesivo de alcohol, orientación y tratamiento y, en caso de que se supere el recurso, derivar a atención especializada”.

Actualmente, la detección del consumo de alcohol en el primer nivel asistencial se realiza mediante su cuantificación y diversos test -entre los más utilizados el CAGE y el AUDIT, este último desarrollado por la OMS como método de detección precoz específicamente para AP-, por lo que se hace necesario sistematizar y unificar criterios a la hora de abordar el consumo de riesgo de alcohol y de reforzar la formación del personal sanitario en este tema.

En este contexto, son muchos los profesionales sanitarios de este primer nivel asistencial que consideran el alcohol como el tema de mayor dificultad para abordar con sus pacientes, según se constató en estas Jornadas. La falta de motivación, la escasez de tiempo y de formación se encuentran entre las principales barreras para el cribado y los programas de intervención breve.

A juicio del Profesor Bobes, las medidas que podrían mejorar la detección del consumo de riesgo y/o perjudicial de alcohol en este nivel asistencial pasarían “en primer lugar, por desarrollar actividades de prevención y promoción de la salud mental en las distintas etapas del ciclo vital; en segundo lugar, por mejorar la competencia del médico de AP en detectar, diagnosticar y tratar a las personas que abusan o presentan adicción al alcohol. Fundamentalmente, toda la mejora pasaría por el impulso del desarrollo de los profesionales de AP en el campo de las adicciones. Asimismo, sería de gran valor que el médico de AP siga de forma coordinada con los servicios de salud mental y sociales a las personas adictas al alcohol”.

Conviene recordar que la intervención breve desde atención primaria evita enfermedades y muertes prematuras, siendo la intervención sanitaria más coste-efectiva, sólo por detrás de la intervención sobre el consumo de tabaco. La atención primaria de salud está en una posición de privilegio para prevenir y minimizar los daños que causa el alcohol.

En España, el consumo de riesgo y perjudicial de alcohol es una de las primeras causas prevenibles de morbilidad y mortalidad, por ello, es preciso pensar en todas las consecuencias del consumo de alcohol y no solo en las derivadas de una posible dependencia. Las causas crónicas representan el 60% y las causas agudas el 40% de esta mortalidad relacionada con el alcohol.

Dentro de las causas crónicas, son las enfermedades digestivas las causantes del 40% de toda la mortalidad, siendo la cirrosis la causa que contribuye con el mayor número de fallecimientos. Entre las causas agudas, los accidentes de tráfico representan el 30% de la mortalidad atribuible al alcohol. También está implicado en el 23% de los casos de suicidio, siendo la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 24 años. Pero el alcohol no solo perjudica a quien lo consume, sino también a los que le rodean.

La relación entre consumo y mortalidad es compleja y variable según de qué enfermedad se hable. En conjunto se puede decir que los riesgos superan claramente a los posibles beneficios. El Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer ha señalado que no existen niveles seguros de consumo de alcohol en relación con el riesgo de cáncer.

Pero, ¿qué casos pueden abordarse desde Atención Primaria? Para el doctor Arbesú “desde la AP se realiza la detección y el consejo para la reducción del consumo y tanto la desintoxicación como la deshabituación pueden realizarse desde la AP, siendo las indicaciones para la derivación a unidades de salud mental u hospitalaria los pacientes con patología dual como depresión grave, psicosis, ideación suicida, trastorno de la personalidad y la aparición de un síndrome de abstinencia alcohólica grave a pesar de un tratamiento adecuado”.

Se requiere, además, de un seguimiento cercano con apoyo motivacional para mejorar la autoestima y evitar situaciones o lugares donde se producía el consumo, utilizar el apoyo de familiares, amigos y el desarrollo de conductas alternativas. La percepción de la autoeficacia por el paciente es importante para consolidar el cambio de conducta.

Dependencia del alcohol

El consumo de alcohol es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad y discapacidad en Europa y la dependencia del alcohol representa una gran proporción de esta carga. A pesar del alto nivel de carga de enfermedad asociada, la dependencia del alcohol cuenta con la tasa más baja de tratamiento entre todos los trastornos mentales, estimada en un 10% en Europa.

Los  médicos de atención primaria representan un pilar fundamental para mejorar el acceso a los servicios sanitarios de los pacientes con dependencia del alcohol, a través de tres vías principales: reconocimiento y diagnóstico de la enfermedad, prestación de intervenciones, y remisión a servicios especializados. Y, asimismo, han de intervenir desde el punto de vista psicológico y farmacológico.

Aunque existen opciones efectivas de tratamiento para la dependencia del alcohol, hay barreras sustanciales para aplicar estas opciones en atención primaria. Algunos estudios afirman que las tasas de detección e intervención de los médicos de AP se podrían mejorar mediante el chequeo rutinario del consumo de alcohol de los pacientes, tal y como hacen para la hipertensión, sugiriendo opciones para la reducción e interviniendo si se cruzan ciertos umbrales.

En conclusión, los médicos de A.P. tienen la posibilidad de detectar casos de dependencia del alcohol que necesitan tratamiento. “Lo que se requiere ahora es establecer las estructuras necesarias para que puedan llevar a cabo esas intervenciones o aumentar los casos que deriven al especialista”, según se señaló.

 

 


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