Cerca de un 15% de los niños españoles presenta trastornos disociales antes de la mayoría de edad, según profesionales de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) quiénes lo relacionan con la ausencia de las figuras paternas o a las características de la familia. Los horarios laborales y la falta de tiempo obligan en muchos casos a los padres a dejar a sus hijos con los abuelos, reflejando los menores estas ausencias a través de comportamientos negativos o agresivos
Sevilla, 5 de octubre de 2012 (medicosypacientes.com)
Cerca de un 15% de los niños españoles presenta trastornos disociales antes de la mayoría de edad, según profesionales de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) quiénes lo relacionan con la ausencia de las figuras paternas o a las características de la familia. Los horarios laborales y la falta de tiempo obligan en muchos casos a los padres a dejar a sus hijos con los abuelos, reflejando los menores estas ausencias a través de comportamientos negativos o agresivos.
Así, pediatras de AP reunidos en el XXVI Congreso Nacional de la SEPEAP, revelan que cada vez atienden más consultas por trastornos de conducta. En este sentido, afirman, en España cerca de un 7% de niños sufre Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), un 15% muestra trastorno negativista desafiante (TND) antes de los 16 años y entre un 4% y 14,5% presenta trastornos disociales antes de la mayoría de edad.
Por su parte, el Dr. Jesús García Pérez, pediatra y miembro de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), apunta hacia “una educación deficiente”, como una de las causas de este trastorno. “Los padres deben procurar que el niño asuma poco a poco responsabilidades. Es necesario establecer normas y límites y saber decir “no” en determinados momentos”, matiza el especialista.
Las primeras señales de TDAH suelen presentarse en edades preescolares y hacerse evidentes durante la etapa escolar (entre los 6 y 12 años). De esta manera, existen múltiples síntomas que se identifican con la inatención, la hiperactividad y la impulsividad. La dificultad para prestar atención en tareas y juegos, no escuchar, mostrarse olvidadizo y perder cosas en las tareas diarias, no seguir las instrucciones, ser inquieto y tener dificultad para estar sentado, hablar excesivamente o interrumpir las conversaciones y juegos de los demás son algunos de los criterios que describe la SEPEAP a la hora de que el experto pueda diagnosticar TDAH.
Las conductas antisociales en la etapa adulta, la depresión, ansiedad, un menor rendimiento académico, el consumo de drogas en la adolescencia y en general, las dificultades de adaptación en el entorno social y laboral, en muchos de los casos están directamente relacionados con lo vivido durante la infancia. En este sentido, los pediatras de Atención Primaria (AP) alertan de la importancia de “tratar los trastornos de conducta desde que los padres empiezan a notar que algo no marcha como debería para evitar estas consecuencias más adelante”.
Según el Dr. García Pérez, “los padres se suelen sentir confusos o disgustados cuando se presenta un caso de trastorno disocial con los hijos. Para ellos no es una tarea fácil y suele ser estresante y agotador al derivar en conflictos de pareja o sencillamente una mayor dificultad general en la vida familiar”.
La distinción entre TDAH y TND no siempre es sencilla, ya que ambos trastornos se asocian con gran frecuencia y comparten síntomas. En el caso del TND, el niño suele mantener una actitud retadora y provocadora, mientras que los casos de TDAH se caracterizan por la falta de atención acompañados de hiperactividad y actos impulsivos que inciden de forma negativa en el día a día del niño.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental, de Estados Unidos, un 40% de los niños con TDAH tiene trastorno negativista desafiante y un 14% padece trastorno de conducta, lo que significa que la mitad de los niños con TDAH sufre otro trastorno asociado a su comportamiento. Asimismo, un 34% sufre ansiedad y un 4% depresión. Por otro lado, los tratornos de aprendizaje, dislexia o disgrafia están presentes aproximadamente, en 15-40% de los niños con TDAH.
El pediatra debe diferenciar entre las características de conducta que forman parte del desarrollo normal y aquellas que indican que el niño pueda tener un trastorno de conducta. “El diagnostico ha de ser meticuloso y riguroso, evitando diagnosticar al niño de algo que no tiene o dejarle sin tratamiento, lo que puede suponer un grave perjuicio para su evolución”, afirma el Dr. García Pérez.
“Por ejemplo, a los 2 años lo normal es que los niños tengan rabietas, no obedezcan y se muestren intolerantes a los cambios. Morder, dar patadas, romper objetos es propio de niños de entre 4 y 8 años”, explica el experto. El Dr. García Pérez sostiene que “en términos generales, los trastornos de conducta se manifiestan pronto. Una forma de valorarlo es fijarse en la frecuencia e intensidad o gravedad de las rabietas, la persistencia en el tiempo y en qué medida perturban el desarrollo emocional y proceso de adaptación familiar y social del niño”.
Claves de adaptación de los menores al entorno
Desde la SEPEAP hacen recomendaciones para facilitar la adaptación del niño a su entorno como: fraccionar la información dada al paciente de forma ordenada; organizar las tareas según su capacidad de realización, permitiendo un tiempo para que se asimilen los conceptos; establecer horarios y rutinas para ayudar a mejorar la organización y planificación; limitar los estímulos para disminuir las interferencias en las actividades que requieren un esfuerzo mental o estar sentados cerca del profesor en el colegio, entre otras.
Los expertos añaden que es más eficaz mantener una actitud positiva con el niño e intercambiar los castigos por las alabanzas para elogiar lo que el niño haga dentro de “la normalidad”. Asimismo, registrar las conductas positivas del niño en un calendario y entregar un premio cuando se alcance un número de señales determinadas o ignorar al niño cuando interrumpa una conversación son algunos de los consejos que los pediatras aportan a los padres y que además, han demostrado su utilidad en los adultos.