La población geriátrica se caracteriza por tener múltiples enfermedades crónicas y degenerativas (demencia) que les confieren un curso clínico muy variable, con importante incertidumbre en el pronóstico. Este hecho da lugar a una progresión más rápida de las enfermedades, conlleva dificultades en el diagnóstico de nuevos problemas e interacciones entre los diferentes tratamientos, y complica la provisión de los cuidados al requerirse la participación simultánea de varios equipos asistenciales
Bilbao, 6 de junio 2009 (medicosypacientes.com)
Más del 80% de las muertes que se producen cada año en España son en personas mayores de 64 años (el 66,5% en mayores de 74 años) y casi un tercio se debe a patologías cardiocirculatorias. «Estos hechos hacen razonable la estimación de que un 50-60% de las personas que fallecen lo hace tras recorrer una etapa avanzada y terminal con una alta necesidad y demanda asistencial», asegura Lourdes Rexach Cano, geriatra de la Unidad de Paliativos del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
El simposio «Nuevas Formas para el mismo final», que se ha celebrado en el marco del 51º congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y del VIII congreso de la Asociación Vasca de Geriatría y Gerontología (Zahartzaroa) en Bilbao, ha abordado el tema de los cuidados al final de la vida. En el mismo se presentó el documento que ha elaborado el grupo de trabajo de Atención al final de la vida, de la SEGG, sobre el tema, así como su posicionamiento.
La población geriátrica se caracteriza por tener múltiples enfermedades crónicas y degenerativas (demencia) que les confieren un curso clínico muy variable, con importante incertidumbre en el pronóstico. «Este hecho da lugar a una progresión más rápida de las enfermedades, conlleva dificultades en el diagnóstico de nuevos problemas e interacciones entre los diferentes tratamientos, y complica la provisión de los cuidados al requerirse la participación simultánea de varios equipos asistenciales», explica Rexach. «Por lo tanto hay evidencia de que la atención centrada en una sola enfermedad comporta falta de visión global de la situación y atención inadecuada a las necesidades reales del paciente», añade.
Actualmente no todos los pacientes geriátricos con enfermedades avanzadas y progresivas reciben el «tratamiento adecuado». En este aspecto los profesionales que atienden a personas ancianas en situación de final de la vida «precisan de conocimientos y habilidades tanto del ámbito de la geriatría como de los cuidados paliativos», advierte la conferenciante. Además, para Rexach resulta fundamental una «valoración geriátrica integral» que permita tratar a los pacientes en función de sus necesidades y no de su pronóstico.
Las enfermedades crónicas progresivas discurren en tres trayectorias distintas. La primera se asocia a los pacientes con tumores sólidos y la segunda es la que presenta enfermedades de órgano como la insuficiencia cardiaca o respiratoria, con independencia en ambos casos de la edad del paciente. La tercera vía hace referencia a los casos que se presentan las personas de mayor edad, con demencia o fragilidad severa, que suelen tener un deterioro lento y progresivo. Esta última es la más frecuente por lo que «el cuidado de estos pacientes representa un reto para los sistemas de salud dado que pueden vivir meses o años en continuo estado de mala salud».
La atención a la familia es otro de los aspectos nucleares de los cuidados paliativos puesto que por un lado ejerce una parte importante de los cuidados al paciente e intervienen en muchas ocasiones en la toma de decisiones y por otro, «necesitan apoyo ante lo que supone cuidar a una persona que está al final de su vida».
El grupo de trabajo de Atención al final de la vida también hace hincapié en la necesidad de planificación avanzada de la atención frente a tratamientos rutinarios poco eficaces. Esto «supone definir los objetivos y decidir qué tratamientos se realizarán en situaciones concretas». Asimismo insisten en la importancia de una «atención centrada en el paciente, con sus preferencias y necesidades».
Rexach resalta que resulta fundamental la coordinación entre los múltiples servicios sanitarios y sociales para la elaboración de un «plan de cuidados que se realice de forma conjunta entre todos los actores y el paciente, independientemente de la ubicación de este último». Para esto, y frente a la saturación de los recursos, la experta opina que las administraciones «deberán contribuir a la planificación de la atención a las necesidades en los diferentes ámbitos y, en base a ello, optimizar los recursos disponibles, llevando la geriatría y sus herramientas al sitio donde se ubica el individuo y no al revés». La colaboración entre profesionales, sociedades y administraciones permitirá garantizar una asistencia de calidad y un uso eficiente de los recursos disponibles a través de servicios de salud integrados.