Los estándares éticos y deontológicos en la gestión médica; así como las obligaciones éticas y deontológicas de los directores médicos fueron abordados en la tercera mesa del VII Congreso de Deontología del CGCOM que ha tenido lugar durante dos fines de semana en el Colegio de Médicos de Toledo. Los participantes del debate aludieron a la justicia, verdad y excelencia profesional como elementos clave en la dirección y gestión médica
Este debate fue moderado por el Dr. Vicente Andrés, secretario de la Comisión Deontología del Colegio de Médicos de Toledo; y contó como ponentes con el Dr. José Ramón Repullo, director técnico de la Fundación para la Formación de la OMC; y el Dr. Luis Ciprés Casanova, Vocal Comisión Central de Deontología.
Como discusores participaron la Dra. Isabel Brú Espino, vocal Comisión de Deontología del C. de Médicos de Toledo; el Dr. Antonio Blanco, vocal Comisión Central de Deontología; Miguel Ángel Morlán, vicepresidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Toledo; y el Dr. Mariano Casado, secretario del Colegio de Médicos de Badajoz.
El objeto de análisis de esta mesa fueron los estándares éticos y deontológicos en la gestión médica, donde se ha tratado de perfilar el carácter del gestor médico y definir sus obligaciones de acuerdo con la ética y la deontología.
Hay un ethos del profesional médico que ejerce como gestor o director, que vendría definido por la justicia y los principios del profesionalismo. El “buen gestor médico” considera las consecuencias de sus decisiones, mostrando lealtad a sus superiores jerárquicos, a los profesionales que dirige y a los pacientes, frente a los que actúa con empatía y compasión. Esta sería la forma de alcanzar la excelencia profesional y seguir lo prescrito en el Código Deontológico.
Para el Dr. José Ramón Repullo “la dimensión ética y deontológica de la gestión médica y de los directores médicos es un tema relativamente nuevo, pero de trascendencia creciente. El trabajo clínico se realiza dentro de instituciones. Hay una gran interdependencia entre servicios y profesiones y las limitaciones en la asignación de recursos son una constante, tanto en el ámbito público como en el privado”.
Por todo ello, considera necesario “revisar el concepto de gestión y gestión médica, aplicarlo en los diversos niveles sistémicos de organización de los servicios, realizar una reflexión sobre los puestos de dirección médica”.
Para el Dr. Repullo hay que “ser conscientes del escaso margen de acción del ámbito deontológico frente a la función directiva tutelada por las autoridades sanitarias o la propiedad de los centros privados. Pero no debemos despreciar la fuerza de los posicionamientos deontológicos prudentes y legitimados, para señalar conductas y decisiones inaceptables, e imponer un coste en imagen y fama”.
Para ejercer la acción disciplinaria justa sobre la base de la deontología médica, que involucra a autoridades sanitarias o la propiedad de los centros; habría que, en su opinión, buscar la apropiada “distancia terapéutica” (o distancia de seguridad).
Por su parte el Dr. Luis Ciprés explicó que el trabajo del médico en la actividad de dirección “no es el de un jefe de una cadena de producción es una persona que está al servicio del ser humano y de la sociedad”.
Para el Dr. Ciprés “cualquier actividad dirección debe estar integrada e impregnada por los principios esenciales de la profesión médica”. “Sabemos que nuestros principios se encuentran en el Código Deontológico, que es lo que da sentido a nuestra profesión que está al servicio del ser humano y de la sociedad”.
Es por ello que, en base al Código, “el director médico debe actuar con justicia, verdad y excelencia profesional”. Asimismo “requiere saber manejar y coordinar los aspectos médicos, económicos, políticos y éticos” algo que “debe impregnar nuestras decisiones” y, además, “debe generar un ambiente de trabajo agradable con todos los trabajadores sean médicos enfermería secretarias con sinceridad lealtad empatía espíritu de servicio y simpatía”.
El objetivo final es, para el experto, “entre todos conseguir una buena calidad asistencial. El medico será mejor médico si además de una buena formación actualizada tiene un corazón propenso a la compasión”, expuso.
La Dra. Isabel Mª Brú Espino, habló de que “la repercusión social que tiene la profesión médica es innegable”. Tal y como explicó, existen comportamientos que siendo acordes a la ley pueden no ser justificables desde un aspecto ético, deontológico y moral. “De ahí la importancia que tienen los Colegios de Médicos, con sus Códigos Deontológicos, no solo para defender a sus colegiados, sino también para controlar sus acciones exigiéndoles un alto nivel de profesionalismo y calidad asistencial”, dijo.
Cuando el médico ocupa un puesto directivo, para la Dra. ha de seguir Brú “debiéndose a sus principios éticos y deontológicos que resultan fundamentales para el buen ejercicio de su profesión, a la vez que debe ser consciente de que un mayor poder trae consigo una mayor responsabilidad”.
Desde los principios del ejercicio profesional “todos los médicos somos en mayor o menor medida gestores, macro o microgestores de los recursos que el sistema pone a nuestra disposición: siendo nuestra principal responsabilidad el bienestar y salud del paciente también somos responsables de la correcta gestión de estos recursos técnicos, materiales, económicos y farmacológicos para de esta manera beneficiar a la sociedad en general”, expuso.
Por su parte, el Dr. Antonio Blanco expuso que su “planteamiento va en la dirección no de la gestión gerencial, sino de la gestión clínica y asistencial y quizás más específicamente en el ámbito de la ética de la responsabilidad”. “Estamos hablando de Deontología, es decir de actitudes, de responsabilidades y de compromisos básicos, o lo que es lo mismo una relación de principios, valores y virtudes, que obligan y han de aplicar todos los médicos”, dijo.
Por este motivo, insistió en que “todos los médicos, porque aunque sea en el ámbito puramente asistencial, el médico tiene una importante función gestora, aunque esta sea en el ámbito de la microgestión y de corresponsabilidad, que por una u otra circunstancia se ha convertido al médico”.
Finalmente, el Dr. Mariano Casado señaló que “sabemos que un director médico, un gerente, un jefe de servicio contraen obligaciones y deberes en el momento de su nombramiento, con quien les nombra, pero también con el personal facultativo a su cargo y por supuesto con los pacientes”.
Tras abogar por obviar “sesgos políticos y lealtades mal entendidas y hablaremos de geometría. En la Academia de Atenas, fundada por Platón, en el frontispicio, rezaba un lema: “Que no pase, quien no sepa Geometría”, señaló el Dr. Casado “que la lealtad, el agradecimiento de los “médicos directivos” debe mostrarse en una buena gestión a tres bandas: buen uso del dinero público, buena relación con los sanitarios bajo su mando y buen servicio al ciudadano”.
Es por ello que para el experto “no se trata de encontrar un equilibrio perfecto entre lealtades, sino de armonizarlas: unas veces, la decisión tendrá que dirigirse hacia un lado, en otras ocasiones hacia otro, según las circunstancias que se den y las previsibles consecuencias, pero siempre buscando el mejor beneficio/riesgo; coste/beneficio; coste/oportunidad. En la decisión debe entrar en consideración la ética y lo que esta aporta en relación a derechos y deberes”.
«Los aspectos deontológicos de la asistencia, los asociamos mejor con la práctica médica habitual y menos con el trabajo que realizan otros médicos, que por su cargo o posición están obligados a velar por el buen funcionamiento del sistema, dotándolo entre otras cosas, de recursos», concluyó.
